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Los Mayas: palacios y pirámides
I. Introducción: formas de expresión artística
         
 
  INDICE  
  I. INTRODUCCION  
Introducción
Lagunas y avances
El entorno
La arquitectura
Inscripciones
Formas expresión
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  TABLA CRONOLOGICA  
  GLOSARIO  

 

EL TEMPLO DEL SOL

Templo del Sol

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Hemos subrayado anteriormente que, durante la prehistoria, el destino puso a los precolombinos en la necesidad de forjarse por sus propios medios su cultura y sus formas de expresión. Así, por ejemplo, en arquitectura elaboraron su propio lenguaje. Esto vale tanto para las reglas fundamentales —la simetría, la ortogonalidad o la axialidad (inspiradas en el cuerpo humano: las vértebras, el cuerpo y el rostro)— como para los elementos de la construcción —vanos, puertas, pilares, columnas, capiteles, frisos, cornisas, escalinatas, dinteles, bóvedas, techos, etc—.

Ahora bien, estas formas de expresión no son exclusivas: los santuarios megalíticos malteses, por ejemplo, con sus salas ovaladas, sus vanos recortados en losas verticales, su plano que no obedece ni a la ortogonalidad ni a la oposición horizontal/vertical, no se basan en el sacrosanto ángulo recto de los constructores de la Antigüedad. Es cierto que los arquitectos mayas adoptaron un sistema inusitado, desconcertante. Sin embargo, su manera de construir presenta más de una similitud con la de las antiguas civilizaciones.

La similitud entre la arquitectura maya y las del Viejo Mundo es tan evidente que los primeros descubridores de las ciudades enterradas en la selva virgen de México y de Petén pensaron que los amerindios habían recibido influencias de Egipto, de Babilonia o de la Antigüedad clásica. Hacia la mitad de este siglo, las similitudes con los monumentos de Angkor —bóvedas abocinadas, templos soportados por altas pirámides con infinidad de peldaños, balaustradas de piedra, etc.— seguían suscitando la hipótesis de los contactos con pueblos del otro lado del Pacífico.

Desde luego, los fustes ligeramente convexos de los palacios de Yucatán recuerdan la forma de las columnas griegas, y los relieves que incluyen escenas rituales evocan el arte faraónico.

Por otro lado, la representación de los personajes ha suscitado los mismos interrogantes: ¿los dignatarios representados en los bajorrelieves de Palenque no se parecen, con ciertas deformaciones, a los de las tumbas de Menfis o Tebas? Rostros y piernas de perfil, hombros con frecuencia de frente, gestos hieráticos, ausencia de perspectiva sin idea de espacialidad, relación con inscripciones jeroglíficas, etc.

Es cierto que los precolombinos no conocieron ni la rueda ni el torno, pero reinventaron las grandes leyes de la composición, propias del urbanismo y de la arquitectura: han sabido jugar con espacios externos, los llenos y los vacíos, las plazas rodeadas de edificaciones, la alternancia entre las masas horizontales de los palacios y la verticalidad de las pirámides; han utilizado terrazas y explanadas para marcar los niveles de las construcciones; han sabido construir conjuntos jalonados de esculturas, articular el tránsito mediante verdaderos arcos de triunfo; en una palabra, han convertido sus monumentos en signos externos de poder y de civilización.

Ésta es la razón por la que el estudio de la arquitectura maya constituye una de las mejores claves para comprender la extraordinaria cultura de esos pueblos que se desarrollaron en un mundo tropical y exhuberante, manteniendo una incesante lucha con una naturaleza con frecuencia hostil al hombre, y que ellos convirtieron en su entorno cotidiano.

 

 

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