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Como puntos dominantes del emplazamiento, las grandes pirámides de Uxmal —en particular la Casa del Adivino— hacen un marcado contraste con las espectaculares fachadas alargadas de los palacios, cuyos frisos esculpidos con temas repetitivos y dotados de sutiles ritmos formales destacan en el monótono horizonte de Yucatán. Ya a mediados del siglo XVI, el obispo Diego de Landa escribía que el país debe su fama a la cantidad, grandeza y belleza de sus monumentos mayas [FIGURAS 1, 2 y 3]. La Casa del Adivino domina la de las Monjas (hay que señalar, de paso, que estos nombres se deben a la imaginación de los primeros visitantes, los conquistadores españoles, que llegaron a un país donde la gran civilización de los mayas había entrado en plena decadencia desde hacía tres siglos). Forma un tronco de cono, de ángulos redondos, por el que suben dos escalinatas: una, muy abrupta, al oeste [FIGURA 4], bordeada de efigies del dios Chac [FIGURA 5]; otra, más ancha, al este [FIGURA 6], que permite acceder al santuario de la plataforma superior (templo IV), con tres salas yuxtapuestas, cuya cubierta se alza a 45 m del suelo. Este edificio es el producto de una serie de ampliaciones y modificaciones [FIGURA 7]. Así, por ejemplo, la escalinata oriental cubre otra, más antigua (ley de las superposiciones), que conducía a un santuario menos elevado (templo II). En la base, por el lado occidental de la pirámide, los arqueólogos han descubierto una primera estructura (templo I) que se remonta al 569, según el cálculo de fechas basado en la técnica del carbono (14C). La escalinata, flanqueada de máscaras, da a un santuario superior (templo III) de estilo Chenes: hacia el oeste presenta la boca, abierta de par en par, de la Serpiente Cósmica en la efigie de Itzamna, divinidad del Cielo [FIGURAS 8 y 9]. Esta influencia del arte de Campeche y de Quintana Roo, que llega hasta el mismo Yucatán, revela los estrechos contactos que las tribus mayas mantenían unas con otras. Desde la plataforma elevada, se divisa la Casa de las Monjas. Los cuatro palacios de que se compone [FIGURA 10] se inscriben dentro de una planta trapezoidal [FIGURA 11]. El visitante que llega desde el lado sur, tiene que subir por una gran escalinata de 80 m de anchura que conduce al palacio meridional, donde se abren ocho puertas que dan a unas cámaras. En medio de la fachada, un gran arco —verdadero arco triunfal— constituye el acceso al patio, rodeado por otras tres construcciones. Medido de fachada a fachada, el patio tiene 85 m de anchura y 65 m de fondo. Todo este espacio centrípeto está modulado, a su vez, en función de la altura: así, por ejemplo, la primera escalinata que conduce al arco monumental supera un desnivel de 4,5 m. En este nivel, el patio forma un gran rellano. Está bordeado, tanto al este como al oeste, por escalinatas que elevan los palacios laterales a cerca de 2 m. Al fondo, otra escalinata conduce —entre dos construcciones salientes— al terraplén que soporta el cuarto palacio, situado asimismo 4 o 5 m más arriba. El complejo sigue, por tanto, un movimiento ascendente. Este juego de volúmenes escalonados hace que los espacios se sucedan. Además, debido a la planta trapezoidal, la ausencia de ortogonalidad entre los edificios acelera la perspectiva hacia el fondo de la plaza, que es más estrecho. Estos cuatro palacios, que miden respectivamente 85 m al sur, 50 m al este, 55 m al oeste y 85 m al norte, no están en las esquinas: por lo tanto, el cuadrilátero está abierto. La visión de conjunto es de una gran ligereza, lo cual indica un notable dominio plástico del terreno. Los palacios de la Casa de las Monjas tienen dos hileras de cámaras, en total cincuenta viviendas, a las que se añade un espacio más grande destinado a «representación», con seis cámaras, situado en medio de la construcción oriental. Una fórmula idéntica, también con cuatro palacios alrededor de un patio, se encuentra en la Casa de las Palomas [FIGURA 12], al lado de la Gran Pirámide [FIGURA 13], en el grupo suroeste. Las mismas características —arco triunfal, construcciones que no están unidas por las esquinas— aparecen en este conjunto, que a su vez está precedido, al norte, por otro formado por tres edificios de fábrica, con una sola hilera de cámaras. Respecto a la plataforma que delimita el lado septentrional, no sustenta ningún palacio: ¿se trata de una construcción incompleta, o es una solución destinada a recibir estructuras no permanentes? Sea como fuere, un plan de urbanismo regido por plazas cuadradas se impone ampliamente en la ciudad de Uxmal, donde hay varios conjuntos de este tipo. Indica una vida tribal intensa y una verdadera preocupación social por las viviendas colectivas. Pero también demuestra que la ciudad de piedra —la de las altas esferas político-religiosas—, con sus pirámides y cuadriláteros, presenta analogías con los monasterios medievales del mundo cristiano. Al igual que éstos, con su iglesia y su claustro alrededor del cual se concentran los representantes de la intelligentsia, los «barrios» de las ciudades mayas son centros de cultura. Y quizá estos polos urbanos correspondan a distintas «órdenes» religiosas, destinadas al culto de las principales divinidades... Por desgracia, la extraordinaria escasez de inscripciones no permite confirmar esta hipótesis, apoyada tan sólo por las primeras denominaciones que durante la conquista de los españoles recibieron estas construcciones, a las que se llamó «Convento» o «Casa de las Monjas». |
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