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II. Historia de Irán
II. Historia de Irán: de la prehistoria a la época meda
II. Historia de Irán: de los aqueménidas al Islam
El imperio aqueménida desde Ciro el Grande hasta Darío III (550-330 a.C.)
Persia en tiempos de Alejandro y los seléucidas (330-140 a.C.)
Los partos desde Arsaces I hasta Artabanos IV (247 a.C.-224 d.C.)
Los sasánidas desde Ardashir I hasta Yezdigerdes III (224-651 a.C.)
Irán durante los primeros siglos de dominación musulmana
Bibliografía
 
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  II. Historia de Irán: de los aqueménidas al Islam  

El imperio aqueménida desde Ciro el Grande hasta Darío III (550-330 a.C.)

             
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Como inteligente alumno de su padre, Jerjes supo evitar rebeliones o, cuando eso no era posible, sofocarlas —como en Egipto y Babilonia—. También supo consolidar los últimos territorios conquistados, incorporarlos al reino —con la división de las provincias de Babilonia y Lidia— y protegerlos militarmente. Sin embargo, fracasó en su intento de forzar a los griegos a reconocer la soberanía persa y convertir así el Egeo en una especie de «lago persa» sometido a la voluntad del Gran rey. Pero es cierto que hubo importantes territorios griegos y poleis (ciudades-estado), como Tebas y Tesalónica, que tomaron partido por los persas, poco importa cuáles fueran los motivos. Otros adaptaron su táctica a la situación militar, como Delfos, o bien fueron neutrales, como Argos. Otros más, como Mesenia, hubieran cambiado voluntariamente su dependencia de los vecinos griegos por el dominio persa. Tras sufrir unas primeras derrotas, los miembros de la «Alianza helénica» antipersa lograron brillantes victorias contra la flota persa y contra el ejército imperial (Salamina 480, Platea 479 a.C.). Bien es cierto que los atenienses, espartanos, plateos, corintios, eretrios y eginetas no lucharon por defender a Europa contra Asia, ni por la democracia y la humanidad contra la barbarie y el despotismo, simplemente lucharon por su independencia frente a una potencia extranjera, pero las consecuencias de su victoria fueron considerables: hasta finales del siglo los persas tuvieron que replegarse a Asia Menor, con exclusión de la costa oeste, y al Mediterráneo oriental; gran rival de Esparta, Atenas logró imponer su hegemonía en Grecia. Por otro lado, las Guerras Médicas dieron origen al desarrollo de una fuerte identidad griega y propiciaron la imagen de «bárbaros» que hasta hoy se asigna a los persas.

En agosto del año 465 a.C. Jerjes y su príncipe heredero, Darío, fueron víctimas de un atentado, cuyas circunstancias no han podido ser aclaradas. En cualquier caso, el gran beneficiado fue otro hijo de Jerjes, Artajerjes I (465-424/423 a.C.), que se declaró abiertamente vengador de su padre y de su hermano. El nuevo gobernante cosechó grandes éxitos en política exterior: sofocó la revuelta de Inarós en Egipto (460-454 a.C.) apoyada por Atenas, rechazó los ataques atenienses en Chipre y aseguró militarmente las costas de Levante y Palestina. También cabe incluir en esta política de consolidación las misiones de Esdras y Nehemías, cuyo papel será de gran importancia en la construcción de la comunidad judía y de su capital en Jerusalén.

La paz de Calia (449 a.C.), establecida como statu quo en la frontera noroeste de Persia, cuya existencia no ha sido discutida, proporcionó al Gran rey mayor libertad de acción. Por otra parte, confiaba en que los griegos, enfrentados entre sí, pronto le darían la oportunidad de recuperar el territorio perdido. Artajerjes también obtuvo triunfos momentáneos en los asuntos griegos gracias a los conocimientos en la materia de Temístocles, que se había refugiado en su corte y a quien compensó generosamente por sus beneficiosos consejos. Presumir que el cliché sobre estos «bárbaros» transmitido por la tradición griega reflejaba la vida cotidiana de la época llevaría a una idea totalmente falsa de las relaciones entre griegos y persas: las fronteras entre la alianza marítima y los territorios persas eran mucho más permeables de lo que se ha creído generalmente; para un gran número de griegos, estar al servicio del Gran rey era una buena alternativa. En la mismísima Atenas se vivía el período de Pericles, caracterizado por una verdadera «moda persa», cuyo estilo de vida se imitaba. Muchos historiadores consideran que el proyecto de la Acrópolis está inspirado en modelos persas. Probablemente, los padres de la alianza marítima ática también tomaron prestados de los persas los catastros y los sistemas tributarios.

Poco después de la muerte de Artajerjes y de su esposa en el invierno de 424-423 a.C., es asesinado su hijo y sucesor, Jerjes II. Ocos, otro hijo de Artajerjes, se enfrentó a los asesinos y a su hermanastro Sogdiano y subió al trono como Darío II, entre otras cosas, gracias a la ayuda de su hermanastra y esposa Parisatis y de Arsames, sátrapa de Egipto —con quien mantiene correspondencia mediante papiros— y con el apoyo del cortesano Artoxares. Ocos y sus partidarios, cuyos nombres aparecen en documentos económicos babilonios, gozaban de apoyo político, económico y, en cierta manera, también familiar en Babilonia. Con el fin de conseguir el éxito financiero y militar de su proyecto, que no era otro que colocar a Ocos en el trono, habían aumentado bruscamente la presión fiscal y las obligaciones militares sin tener en cuenta las posibilidades de sus «vasallos»; de ahí que muchos se vieran obligados, tal y como se documenta en los textos de Murashu, a arrendar o hipotecar sus tierras.
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