El injusto reparto del crecimiento

Por Roberto Centeno, catedrático de Economía de la Escuela de Minas de la Universidad Politécnica de Madrid (EL MUNDO, 21/07/06):

Dos de las consecuencias mas importantes de la falta de política económica del gobierno de Jose Luis Rodríguez Zapatero han sido la práctica ausencia de medidas que corrigieran la insostenible marcha de la economía e hicieran posible un aterrizaje suave, y más importante aún, aunque menos conocida, el cambio radical en el reparto del crecimiento o, si se prefiere, en el reparto de la tarta que constituye la renta nacional, a favor del capital y de los impuestos y en contra de las rentas salariales. Un cambio en la distribución primaria de la renta que se agrava todavía más en su distribución final, como consecuencia de una política fiscal que penaliza a las rentas medias y bajas y al ahorro de las familias, muy por encima de la media tanto de la UE como de la OCDE.

Empezando por la segunda, el PIB de un país puede medirse de tres formas diferentes: la primera, a partir del gasto total; la segunda, a partir de la producción total y, la tercera, a partir de las rentas recibidas por los propietarios de los factores productivos. Esta última nos mide precisamente cómo se distribuye la tarta constituida por la riqueza nacional entre el trabajo -rentas salariales- el capital -excedente de explotación- y el Estado -impuestos indirectos y de importación-.

Esta distribución primaria de la renta es un elemento esencial para evaluar la forma en que los asalariados -es decir la clase media y la clase trabajadora- se benefician del crecimiento, ya que una cosa es que la economía crezca y otra muy diferente cómo se reparte dicho crecimiento. Y en un régimen que se denomina a sí mismo socialista, habría que esperar que la parte de la tarta correspondiente al trabajo creciera, y ello no sólo en términos absolutos, sino también y particularmente en términos relativos.

Pues bien, nada más lejos de la realidad. El Gobierno de Zapatero, de manera muy similar a lo ocurrido con el reparto del crecimiento en Alemania en los años 30, se ha volcado a favor del capital y de los impuestos y en contra del trabajo, y, aunque como sucedió en la Alemania, todos han mejorado, el reparto de la riqueza creada se ha hecho y se sigue haciendo de forma absolutamente desigual.

Así, mientras que en el segundo trimestre de 2004, el último bajo Gobierno o con el impulso del PP, las rentas salariales representaban el 48,21% del PIB, el primer trimestre de 2006, después de dos años de Gobierno de Zapatero -que no socialista-, ésta cifra se ha reducido al 45,30% , es decir, las rentas del trabajo han perdido casi tres puntos de PIB, lo que representa una cifra enorme. Esto no ha ocurrido en ningún otro país de la UE.

Para ponerlo en términos mas comprensibles y a nivel individual: si la distribución primaria de la renta fuera hoy la misma que a principios del 2004, los asalariados ingresarían éste año 28.000 millones de euros mas de lo que recibirán, lo que representa unos 1.450 euros por asalariado y año menos que con el reparto de la riqueza nacional en la época del PP.

¿De qué sirven las medidas puramente demagógicas de Zapatero dedicando poco más de 1.000 millones de euros a elevar el salario mínimo, o los 1.500 millones que el Gobierno regalará para subvencionar contratos indefinidos de una sola vez, si cada año está restando 28.000 millones de euros a los asalariados y sumándolos al excedente bruto de explotación y la fiscalidad indirecta, la mas perjudicial para los trabajadores? Es, por tanto, una muestra de cinismo político que con la aplicación de ésta política de distribución de rentas se autodenomine sin asomo de rubor «patriota social».

El tema empeora aceleradamente, ya que tanto el excedente bruto de explotación como los impuestos, están creciendo a una tasa un 50% superior a la remuneración de los asalariados.

Pero esto es sólo la distribución primaria, la distribución final, es decir, lo que resulta después de pagar los impuestos directos sobre la renta y sobre el ahorro de las familias, es todavía mucho más preocupante. Así, la fiscalidad sobre los asalariados en España, según el último informe de la OCDE, que recae sobre el trabajo resulta muy superior a la que soportan el resto de los factores productivos, y superior también a la media tanto de la OCDE como de la UE. En concreto, la presión fiscal sobre un trabajador que ganara justo el sueldo medio, casado y con dos hijos, medido como el porcentaje que representan los impuestos directos sobre las rentas salariales más las cotizaciones sociales, es del 50,2%, frente al 46,2% para la media de la UE, todo un ejemplo de política socialista.

Y por si esto fuera poco, la minirreforma fiscal de Solbes incrementa la presión fiscal sobre las clases medias, porque entre otras cosas no se tiene en cuenta el enorme efecto de la inflación, y se penaliza seriamente el ahorro de las familias. ¿Cómo pueden luego aducir como mérito que sube la recaudación?

Curiosamente, ante la política económica más antisocial no sólo de la democracia sino de la España contemporánea, pues aparte de lo ya señalado, nuestro crecimiento y nuestro nivel salarial relativos a la UE de los 15, son un 4% inferiores a la media europea del PIB «per cápita», mientras que los salarios son un 15% inferiores.

Y en estas circunstancias llega el 1 de Mayo ¿y qué dicen los sindicatos y sus dirigentes, Méndez y Fidalgo? Pues nada, ni pío del hecho económico más importante para la clase trabajadora en decenios, como es el injusto reparto del crecimiento, y una política fiscal que discrimina fuertemente al trabajo respecto al resto de los factores productivos, todo lo cual está incrementando la diferencia económica existente entre las clases media y trabajadora y las clases mas ricas. Por el contrario, con una miseria moral y un sectarismo fuera de lo común, los sindicatos se dedican a glorificar la II República, el periodo más negro y más sangriento de nuestra Historia. Esta no es manera de representar a los trabajadores.

Y respecto al primer tema tocado, la insostenibilidad de nuestro crecimiento, conviene destacar dos opiniones recientes sobre nuestra realidad económica, tanto por su impacto internacional como por la significación empresarial de quienes las formulan. El primero ha sido un análisis publicado la por la mayor agencia de noticias, comentarios y evaluaciones económicas mundial como es Bloomberg, cuyo título es, por sí solo, realmente demoledor: «La explosión del espejismo español dañará al resto de Europa», y sus conclusiones clave son las siguientes:

a) «El crecimiento español es insostenible».

b) «Los desbalances han alcanzado tal magnitud que el aterrizaje suave es imposible», afirmación que además se realiza en base a datos ya superados por la realidad, un 8,9% de déficit exterior, que hoy supera ya el 10% del PIB, y con una tasa de inflación del 4,3%, medida por el deflactor del PIB.

c) El problema ya «no se arregla con una política fiscal restrictiva», algo que el Gobierno tampoco está haciendo. La afirmación de los analistas de Bloomberg es que, para «volver al equilibrio, la economía española necesitará un largo periodo de lento crecimiento, desempleo creciente y demanda deprimida». Éste será, sin duda, el desastroso legado económico del Gobierno de Zapatero a España y a los españoles.

d) «Cuando la economía española entre en recesión, las empresas que han invertido fuertemente en el exterior van a tener serios problemas. Algunas pueden no sobrevivir».

e) «El problema español será también un problema para el resto de Europa, por la dimensión de la economía española, y arreglar este desastre puede llevar años».

El desencadenante más probable de la crisis será la subida de tipos de interés y la reducción consiguiente de la liquidez, algo que puede ser más rápido y profundo de lo que se piensa, pues una mayoría de consejeros del BCE aboga por una política mas agresiva en materia de tipos. Una crisis, además, que en contra de lo que ingenuamente se piensa, afectará esencialmente a los trabajadores españoles, que están perdiendo el empleo en mucho mayor número que los extranjeros.

Concretamente, en el último trimestre 2005, por cada extranjero que perdió su trabajo, lo perdieron también nueve españoles, y aunque la cifra de un trimestre no es extrapolable, es una clara indicación de quiénes van a llevar la peor parte en cuanto se produzca el cambio de ciclo.

Para desgracia del Gobierno, la opinión de Bloomberg no es la opinión de una personalidad económica, ni siquiera la de la Comisión Europea, que, por cierto, es análoga, es una opinión que está hoy encima de la mesa de todos los responsables mundiales de inversión, y que influye extraordinariamente en los comportamientos de los inversores institucionales, y, desde luego, no va a favorecer precisamente las inversiones directas del exterior, ya casi desaparecidas.

Finalmente, y en una línea de pesimismo parecido, pero referido en éste caso a las desastrosas consecuencias del modelo autonómico sobre la inversión, se ha conocido la opinión de los responsables en España de las grandes multinacionales, opinión expresada durante sus comparecencias en la Comisión del Congreso para analizar el problema de la deslocalización industrial.

La multinacionales han arremetido contra la gestión economica de las autonomías, denunciando los obstáculos y las barreras internas que tienen ante la disparidad normativa de las regiones. «El debate estatutario no se entiende en Estados Unidos», ha afirmado el vicepresidente de Hewlett Packard; debates como el del «Estatuto de Cataluña no ayudan a transmitir una imagen estable de España». El vicepresidente mundial de Siemens AG es mas rotundo y afirma: «En España hay mas barreras interiores que en la UE», muchas veces «lo que hago es no fabricar porque no me vale la pena». Y asi sucesivamente. Termino con una afirmación suya de extraordinario calado y gravedad: «Pensad que a los que están en los centros de decisión [de las multinacionales], España [la de Zapatero] les molesta y sólo les falta que les demos motivos para mandarnos a hacer puñetas».

Este es el panorama económico de la España social de Zapatero: un vuelco en la distribución primaria de la renta a favor del capital y de los impuestos y en contra del trabajo, un incremento de la presión fiscal sobre las rentas salariales, un vergonzante silencio de los sindicatos ante el hecho económico más trascendente para la clase trabajadora desde los años 60 y una crisis en puertas, la cual, una vez producida, dará lugar a un periodo de «lento crecimiento, desempleo creciente y demanda deprimida». Crisis económica que acelerará, además, la desmembración de España, puesta en marcha por la traición de un presidente a su patria, a sus electores y a todos los españoles.