Ahora ETA hace de Tamayo

Por Enric Sopena, periodista (EL PERIÓDICO, 23/02/04):

Robert Graves escogió para el frontispicio de su novela Yo, Claudio una cita del historiador romano Publio Cornelio Tácito: "Mientras unos tienen por hechos ciertos los rumores más precarios, otros convierten los hechos en falsedades". Ambos modos de actuar conducen a idéntica meta: distorsionar la realidad. Es lo que hizo Mariano Rajoy, entrevistado en Tele 5. El candidato del PP sostuvo impertérrito que no le cabía la menor duda respecto a que Josep Lluís Carod-Rovira hubiera pactado con ETA. No es lo mismo hablar con ETA, o sondear a ETA, que pactar con ETA. Conversar con dirigentes de esta banda de asesinos constituye una circunstancia discutible, aunque en el caso de Carod-Rovira --siendo entonces conseller en cap-- resultara injustificable por la forma y por el fondo. Un responsable político mínimamente lúcido --y el líder de ERC lo es con creces-- no podía ignorar que su iniciativa daba alas a unos canallas sangrientos La llevó a cabo, además, tras haber quebrado la lealtad institucional en asunto de tal trascendencia.

Y TENÍA QUE saber asimismo que su desdichado viaje a Perpinyà podía poner en muy graves aprietos a su propio Gobierno y, desde luego, a sus aliados principales, los socialistas. Ha dejado con el culo al aire a José Luis Rodríguez Zapatero en plena campaña y también a Pasqual Maragall, que es el motor en el interior del socialismo español --donde hay sensibilidades patrióticas distintas a las de Carod- Rovira y no por ello menos respetables-- para avanzar hacia la España federal, de momento bautizada más discretamente con el vocablo plural. Todo ello lo ha pagado Carod-Rovira con su renuncia definitiva como conseller en cap. Son muchos, sin embargo, los que piensan que le ha salido, por el momento, muy barata la factura, a pesar de que su famosa llave cotiza actualmente a la baja en la bolsa de las cerrajerías. Carod-Rovira, que dice aspirar en el futuro a la presidencia de la Generalitat, ha perdido una ocasión de oro. Tenía que elegir entre ejercer de mesías o forjarse paulatinamente como estadista. Optó por lo primero y se ha equivocado, por muchos aplausos y adhesiones que vaya acumulando estos días. La irresponsabilidad, aunque responda a buenas intenciones, suscita antes o después el rechazo de la mayoría de los ciudadanos. Ni Pujol ni Maragall --ni Tarradellas, ciertamente-- habrían cometido un error de tal calibre. El aventurerismo --incluso si responde a objetivos encomiables-- termina siendo letal en política.

Pero atribuirle un pacto, sin pruebas, a Carod-Rovira, conforme hizo Rajoy --y repiten como loritos todos los ministros del Gobierno--, es una ignominia. Que se acrecienta cuando la sombra de la sospecha se extiende hasta Zapatero y Maragall. En el cuadro de manipulaciones del PP --con Aznar en el puente de mando como doctor cum laude en el arte de mentir-- la última consigna es aprovecharse de ETA para --vía ERC-- culpar al PSOE de complicidad con los terroristas. Había que oír el jueves en la Asamblea de Madrid a Esperanza Aguirre --¡que llegó como llegó a la presidencia!-- exigiendo a Rafael Simancas que el PSC rompiera de inmedato con ERC.

EN EL PRIMER comunicado de ETA a raíz del encuentro con Carod-Rovira, publicado en el diario Gara (4-2-2004), se decía textualmente que no se había alcanzado "ningún acuerdo". Ayer, en el mismo diario, ETA desmentía que la tregua obedeciese a un pacto con Carod-Rovira. ¿Por qué el PP no hace caso de ETA en este punto fundamental y sí, en cambio, otorga crédito a los asesinos en su siniestra aparición del pasado miércoles donde, por cierto, tampoco hubo reconocimiento de pacto alguno con Carod-Rovira?

Porque el PP no está dispuesto a permitir --como les ocurre a los periodistas sensacionalistas o sin escrúpulos-- que la realidad le estropee un titular llamativo. Y, en este caso, titular demoledor respecto a Zapatero, que, ahora y aquí, es el verdadero enemigo a batir.

ETA ha hecho ahora --y aún puede seguir haciendo hasta el 14-M-- el papel de Eduardo Tamayo, el diputado traidor que, en compañía de María Teresa Sáez, propició la victoria de Esperanza Aguirre en una segunda vuelta, forzada con trampas, de los comicios madrileños. ETA se ha convertido, objetivamente, en agente electoral del PP. La derecha no rechazó en julio el precioso regalo de Tamayo, en el supuesto improbable de que ese regalo no obedeciera a oscuras maniobras, urbanísticas y de otra índole, teledirigidas desde Génova, 13. Tampoco ha rechazado ahora el regalo de ETA. Doble motivo, pues, para evitar por todos los medios democráticos que a partir del 14 de marzo los conservadores sigan en el poder.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *