Opciones de guerra y paz

Desde Beirut hasta Bagdad, pasando por Palestina y Teherán, la situación es grave y será peor cuanto más se espere en promover un marco regional de negociación y múltiples diálogos para cada conflicto. La debilidad y falta de política de Estados Unidos debe asumirse como un hecho clave. Europa debe promover iniciativas junto con otros actores.

Hay una línea de continuidad entre la guerra en Líbano el verano pasado y las recientes elecciones legislativas en Estados Unidos. En el primer caso, Israel comprobó que no podía derrotar a Hizbulah en una guerra convencional. En el segundo, se hundió el proyecto de George W. Bush de imponer la democracia en Oriente Medio a través de la fuerza.

Los dos fracasos han fortalecido las posiciones de Irán y Siria.

El eje tradicional Estados Unidos-Israel, que lideraba en la región, se ha quebrado. Otros actores tienen fuerza creciente, entre ellos Europa, Rusia y hasta las Naciones Unidas, y grupos políticos armados no estatales como Hizbulah y Hamas. Será una ocasión perdida si Europa espera dos años a que haya elecciones en Estados Unidos para ver si Washington recupera el liderazgo.

El informe Baker-Hamilton, del Grupo de Estudios sobre Iraq, que sugiere negociaciones con esos países y retirarse gradualmente de Iraq cierra el círculo del fracaso. Ni Estados Unidos ni el Gobierno iraquí controlan Iraq y se perfila una guerra civil prolongada y el desmembramiento del país. Tardíamente, Bush estaría presionando a los chiíes en el Gobierno iraquí para que anulen sus planes federalistas y garanticen la distribución de los recursos petrolíferos también a suníes y kurdos.

La similitud es dramática en Afganistán: el liderazgo de Washington en la OTAN conduce al fracaso anunciado en la guerra contra los talibanes. Más ofensiva bélica y menos negociación da lugar a mayor insurgencia, un creciente número de refugiados, y deterioro de la posición europea y canadiense. Las estrategias de la OTAN y la insurgencia se parecen cada vez más al escenario iraquí. ¿Cuánto tardará en llegar el debate sobre cómo salir de ese país en vez de cómo ganar la guerra?

Irán, entre tanto, desempeña un papel creciente en Iraq. Le interesa estabilizarle y establecer una relación estratégica con los líderes chiíes iraníes. Teherán se proyecta en la región de forma menos agresiva que Washington y podría ayudar a negociar en el futuro un alto el fuego en Iraq, después de la salida de Estados Unidos. El encuentro de alto nivel iraní turco del pasado 3 de diciembre muestra este papel creciente de Teherán mientras continúa con su programa nuclear.

A partir de la guerra de Líbano diversas voces han llamado para negociar con Siria e Irán. Pero Damasco hará poco mientras no logre reiniciar el diálogo con Israel sobre los altos del Golán. Y ni Siria ni Irán le facilitarán las cosas a Estados Unidos en Iraq. Sin embargo, todos deberán colaborar (incluyendo Jordania y otros países) en la salida de Estados Unidos de Iraq, porque el impacto les afectará - terrorismo, refugiados- de una u otra forma.

El conflicto palestino-israelí no define la intensidad de la violencia en Bagdad o Beirut, pero es necesario para la región. La apertura a negociar que acaba de anunciar el primer ministro israelí, Ehud Olmert, indicaría el abandono del unilateralismo que guía a Israel desde hace años. Las posibilidades aumentarían si se desbloquean los fondos de ayuda internacional para la Autoridad Nacional Palestina (ANP) que penalizan y radicalizan a la población.

Los peligros son inmensos. En Israel se especula con una posible nueva guerra en Líbano, especialmente si Hizbulah continúa avanzando políticamente. Por otra parte, el alto el fuego entre Israel y el Gobierno de Abu Mazen y los grupos armados palestinos es muy débil. Igualmente frágil es el cese de la violencia entre Hamas y Fatah.

Hamas se plantea una lucha de muy largo plazo. Haber ganado las elecciones de enero y no poder gobernar le beneficia: aumenta su legitimidad entre la población mientras Abu Mazen no consigue nada haciendo concesiones de Washington e Israel, que, entre tanto, continúa expandiendo sus asentamientos en Palestina.

La propuesta española-francesa de negociar un intercambio de prisioneros, pactar un alto el fuego y desplegar fuerzas internacionales para controlarlo, crear un gobierno de unidad nacional palestino, y promover una conferencia internacional de paz es un plan mínimo importante, al que se añaden las propuestas de la última administración Clinton y aportes que han hecho Arabia Saudí y la Iniciativa de Ginebra.

Al enunciar las posibles soluciones inmediatas para la región, Richard Haas, presidente del Council on Foreign Relations, indica: "Se debe evitar apoyarse excesivamente en la fuerza militar. La fuerza no es muy útil cuando hay unas milicias y unos terroristas organizados de forma flexible, que están bien armados, apoyados por la población local y preparados para morir por sus causas". Educación, deslegitimación del terrorismo y "remediar las causas de resentimiento" serían mejores instrumentos. Cada conflicto precisa una negociación precisa. Bajar el nivel de expectativa en la fuerza y reconocer que Estados Unidos es un actor importante pero ya no el principal es aplicar un necesario pragmatismo.

Mariano Aguirre, director de Paz y Seguridad en FRIDE.