Al Qaida y nuestros problemas

Por Francisco Rodríguez Adrados, de las Reales Academias Española y de la Historia (ABC, 17/03/04):

Léase: fundamentalismo o integrismo o terrorismo musulmán, como se quiera. El caso es que ni el «Prestige» ni la guerra de Irak habían logrado erosionar al PP. Las encuestas, hasta la víspera, le daban todas como próximo a la mayoría absoluta. ¿Qué cambió en dos días? La matanza de Atocha, es la única respuesta posible, aunque lo niegue Zapatero. Ha sido el detonante de una larga campaña. No parece que fueran suficientes las intoxicaciones o provocaciones, que las hubo. Más bien se trata de una reacción instintiva, tras esa campaña. Ante la agresión, los EE.UU. reaccionaron uniéndose; España, cambiando de gobierno. Muchos españoles, muchos europeos sólo quieren paz, sin entrar en distingos.

Ven la amenaza de ETA como algo próximo: hay quien dice que si fuera la autora de la matanza (y bien que lo intentó), habría dado la victoria al PP. Pero la amenaza de Al Qaida y el terrorismo islámico lo ven como algo lejano, más bien peligro para América: un monstruo al que no se habría debido provocar. Pero a este terrorismo habremos de enfrentarnos todos, algún día: por desgracia. Porque es el verdadero enemigo de Occidente. Y a él pertenecemos.

En España, ciertamente, hay también otro peligro: el de la disolución nacional, por las armas de ETA o sin armas, por obra de los que bordean la Constitución o proponen enmendarla para quitar poder al Estado. Fue un error cuando se creyó cerrar el proceso constitucional dando a las Autonomías mucho más que la República española. Ya se ve: quieren más, hasta la independencia a veces. Esta es la situación. En fin, el partido socialista ha logrado una gran mayoría, esto es bueno porque cobra autoridad respecto a sus peligrosos aliados y a su peligrosa dispersión ideológica. Mucho mejor habría sido la mayoría absoluta, respiraríamos más tranquilos. No es de creer que España sea más socialista que antes: socialistas son ya en realidad, con matices, todos los partidos. Pueden los socialistas gestionar bien ese socialismo, gestionar bien España, sobre todo si se olvidan de ciertos tics que les quedan, como los que hicieron a la enseñanza un increíble daño. Otros errores han quedado atrás. Ahora bien, sus votantes han echado sobre los hombros del PSOE una terrible responsabilidad: la de defender nuestros valores nacionales y nuestra unidad. Una unidad plural, si quieren, no una balcanización. Hay que esperar que serán capaces de ello y que habrá pactos de estado a su favor. Como hubo unidad en las manifestaciones del día doce.

Pero vuelvo a Al Qaida. En Europa y España no acaban de darse cuenta de lo que el terrorismo musulmán significa. De que la matanza es culpa exclusiva de ellos, de nadie más. Esto debería entrar en todas las cabezas. No cabe hacerse el avestruz. Parece que ETA es el malo (lo es); y Al Qaida, si no el bueno, es algo lejano y explicable, la culpa es de los americanos o los sionistas o el Gobierno. Pues no. Los americanos, tras una matanza como ésta, solo que mayor, ganaron su partida en Afganistán: los más pensaron que era legítima. Pero ya ven lo que pasó con Sadam Husein: le dejaron escaparse en la primera guerra del Golfo, y hubo luego infinito regateo, egoísmo y cobardía de Francia y Alemania, tiempo dado al tirano para prepararse, el absurdo de las armas de destrucción masiva. ¿Qué armas de destrucción masiva podrían ser comparables a Sadam Husein (que mató a millones de iraníes, irakíes, kuwaitíes, curdos) y a Bin Laden? Ya ven, capturado el tirano en su agujero sigue la destrucción masiva. Y antes estuvo la de Nueva York, la del avión que derribaron los libios, la de los suicidas palestinos, ahora Atocha. Personalmente, pienso que Bush, Blair y Aznar tenían razón. Pero no han sabido explicarse, se han dejado clasificar como los culpables. Y, luego, un problema que podría haberse resuelto rápido con consenso de todos, se ha convertido en un veneno. Ahora nos ha llegado a nosotros y ha empezado a hacer caer las fichas de nuestro dominó. Ojalá no caigan más. Unos y otros, todos, tendremos que acabar solucionando esto. Porque el derecho a la defensa propia está en todos los códigos. Y es innoble que los terroristas, los que sean, vengan a personarse en unas elecciones ni en ningún otro momento. El problema, con firmeza, tiene solución. Ya ven: los gobernantes civilizados de casi todos los países árabes, de Marruecos al Paquistán, aún estando en situación difícil, resisten y buscan salidas racionales. Y países como Libia o Irán o Siria han retrocedido en sus posturas más radicales. Quedan los locos, los fanáticos.

La gente es víctima de una propaganda interesada y no sabe historia. Conviene recordarla. Durante largos siglos, cristianos y musulmanes fuimos fundamentalistas. Ambos bandos querían imponer su verdad por las armas o como fuera.

Luego, el Cristianismo evolucionó: admitió influjos greco-romanos y humanistas que lo llevaron, al final, a admitir la democracia. Y, en cambio, el Islam, tras los intentos de helenización de los califas de Bagdad en torno al siglo IX y de sus ecos en Córdoba, retrocedió. La helenización del mundo islámico fue a la larga un fracaso. Y la occidentalización, a partir del siglo XIX, de sectores sociales importantes, no fue seguida por las masas. Esos sectores occidentalizados están hoy día, ante ellas, en una situación peligrosa. Las masas siguen, con frecuencia, en el estado que tenían en el siglo VII en una región marginal a la cultura greco-romana: Arabia. Y reaccionan ante la cultura occidental, en la que ven su enemigo. De esas masas surgen los que se ofrecen al martirio matando, me refiero a los pilotos de las torres gemelas y a los terroristas suicidas en general. Siguen una vieja tradición, la de los «asesinos» de Alamut en el siglo XI. Nunca hubo nada así entre los cristianos. Aunque en Marruecos y aquí los terroristas han preferido esconderse y matar. Como ETA. Nosotros, a veces, reaccionamos contra los excesos de la globalización y de la cultura americana. Pero no empuñamos puñales ni aviones ni ponemos dinamita asesina: no somos fundamentalistas. Nuestra cultura es humanista, liberal, democrática: algo incompatible con ese concepto.

Se critica demasiado, creo, a EE.UU. y a los que, a su lado, han respondido a la agresión con una ofensiva en toda regla. Los agredidos se defienden: no puede ser de otro modo. Y ahora, frente a la ofensiva de los fundamentalistas islámicos, que va de Marruecos a Filipinas, los EE.UU. han lanzado su ofensiva. Heredan nuestra historia, la que va de Covadonga a Lepanto. Pero también heredan una cultura democrática, aunque la libertad sufra, como siempre, en medio de esta nueva guerra. Es tan simple como esto.

Creo que es este el marco en que hay que colocar la nueva ofensiva de Al Qaida contra nuestro país. No de todos los árabes, entiéndase, también ellos son víctimas. Pero no hay excepciones en Occidente, somos todos unos. Y unas u otras naciones o partidos o gobiernos, la opinión pública toda, también los críticos y los que miran a otro lado, tendrán que aceptar esa realidad. Pertenecen a nuestro mundo; en el de los fundamentalistas no podrían ni respirar.

Creo que, a la larga, con unos u otros resultados electorales, unos u otros azares, esta es la lección. Pero no nos debe hacer olvidar que sigue acosándonos el otro gran problema: el de la Constitución. Esto es, el de la unidad de España. Para defenderla y defendernos del terror, de uno y otro terror, el turno es ahora de los socialistas. Constitución y Terror son los dos grandes temas, Zapatero los ha señalado. A su lado estamos casi todos.