La reforma tiene un pasar, los politicastros no

La reforma tiene un pasar, los politicastros no

Si nos acercamos a la Ley de la reforma laboral de una manera serena, y distante de las bajas escaramuzas de Partidos, pensamos que es una Ley con un defecto de raíz y varias ventajas, sobre todo socio-económicas a corto. Entendemos como defecto de raíz el olvidar que España está en una situación de emergencia con una serie de problemas torales, diferenciales y muy destructivos.

En este caso hablamos de la intolerable tasa de desempleo estructural y de paro juvenil. España, si es que eso significa algo aún, no puede enfocar la reforma de su mercado de trabajo como si estuviera en la media europea de tasa de paro ni como si tuviera los recursos financieros de otros países medio grandes de Europa. La bondad, o no, de esta reforma laboral se sabrá dentro de un par de años con dos termómetros, el primero y principal deberá medir la temperatura del paro, observando sobre todo el número de puestos de trabajo creados y declarados (o destruidos ¡Ay!) en el sector privado español, y el segundo evaluando el cambio en la productividad de nuestra economía, cuyo bajo nivel comparativo es nuestro cáncer económico permanente. Pero ese no ha sido el enfoque de la reforma presentada, sino que se ha orientado la reforma hacia una mejor protección de los trabajadores ocupados, sobre todo en esta etapa histórica de adaptación acelerada a nuevas tecnologías, a nuevas formas de trabajo, a nuevos tipos de contrato y a nuevas flexibilidades ineludibles; y también se ha dirigido al reforzamiento del dialogo social y de los agentes sociales, en particular los sindicatos. (O algunos de ellos…) Reconozcamos que el acuerdo obtenido, legítimo en sus aspiraciones arriba mencionadas, se ha conseguido limitando bastante las rigideces descaradamente destructivas de empleo que se pretendían en un principio y que, en este momento, hubieran destrozado aún más el empleo en España. Es pues una reforma que se puede intentar y examinar día a día, sabiendo que su objetivo no es combatir el paro, sino no empeorarlo, a la vez que se mejora un poco derechos de trabajadores ocupados y derechos de agentes sociales.

A cambio, esta reforma presenta tres ventajas. La primera es satisfacer las mínimas exigencias de la Comisión Europea, con lo que ello supone de facilitar la llegada de abundantes fondos financieros para nuestro relanzamiento. Simplificadamente, esta reforma atiende mínimamente los requisitos de nuestro prestamista para entregarnos unos préstamos que necesitamos más que el comer. No es baladí. En segundo lugar, esta reforma es fruto de un acuerdo entre agentes de la producción, relanzando el diálogo social como fuente de derecho y mejor práctica en el mundo del mercado de trabajo. No solo ello habrá ayudado al “placet” de la Comisión, sino que retoma el sistema más exitoso y sólido de los países de la UE con mejores tasas de desempleo y asegura una cierta paz social. Y en tercer lugar, por eso mismo y por existir, esta reforma da un contexto de estabilidad y previsibilidad a las inversiones y actuaciones empresariales a medio plazo.

En esta situación reconocemos no entender la postura negativa en la votación de un Partido europeo y europeísta como el PP, generalmente sensible a las opiniones empresariales. Nuestra modesta opinión es que el PP sigue escogiendo las batallas políticas equivocadas, lo que le está costando credibilidad. Citemos otro ejemplo reciente. Ahora se truena y relampaguea contra Merichel Batet, acusándola de prevaricar presuntamente por su actitud en el esperpéntico trámite parlamentario de convalidación de la reforma. Un problema generado por un miembro del propio PP que no parece haber salido de la brecha digital. Y el PP apela a toda la artillería pesada y a las acciones más definitivas contra ese supuesto atentado brutal contra la democracia y el pueblo. ¿Ahora? ¿Ahora se malician Uds. que la Señora Batet sea más bien parcial y sectaria de Partido? ¿Dónde estaban Uds. cuando la Señora Batet aceptó todo tipo de juramento o promesa de acabar con España y su Constitución pervirtiendo el requisito necesario para ser diputado en España, y convirtiendo así el poder legislativo en ilegítimo desde su inicio? Porque esos polvos traen estos lodos…

Por Enrique Calvet Chambon, exeuroparlamentario y Presidente de ULIS.

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