Los casamenteros de la transición verde

Los casamenteros de la transición verde
iStock / Getty Images Plus

Los compromisos adoptados el año pasado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) de Dubái reflejan una creciente voluntad política de enfrentar el cambio climático sin rodeos y de manera equitativa; pero aunque los gobiernos están tomando la iniciativa para acelerar la transición verde, no pueden financiarla solos. Afortunadamente, el apetito por las inversiones sostenibles es mayor que nunca: se espera que los activos ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) lleguen a los USD 50 billones (millones de millones) en 2025. La dificultad reside en vincular a los inversores con proyectos verdes factibles.

Para cumplir la meta de emisiones netas nulas para 2050 es necesario coordinar las inversiones a una escala nunca antes vista. Goldman Sachs estimó hace poco que, para lograrlo, habrá que destinar durante la próxima década aproximadamente USD 4 billones —el 4 % del PBI mundial— por año a inversiones en energías limpias; pero actualmente solo se invierten USD 1,1 billones en descarbonización al año, principalmente en tecnologías subsidiadas y de bajo riesgo, como la generación eólica y solar, y los vehículos eléctricos (VE).

Dado ese déficit y los limitados recursos financieros gubernamentales, el sector privado debe encontrar alternativas innovadoras para atraer inversiones hacia proyectos que desaceleren el calentamiento global y garanticen una transición energética justa para todos. El éxito dependerá de que haya fuertes incentivos a lograr resultados, tanto para la economía como para el clima; suficiente inversión de capital; y el desarrollo de un ecosistema de especialistas técnicos, financieros y operativos con las habilidades necesarias para llevar adelante la transición hacia las emisiones netas nulas (una variable fundamental, pero menospreciada).

En otros sectores, como la biotecnología, se demostró en ecosistemas similares que un grupo de expertos que trabaje de manera coordinada y en estrecha colaboración puede acelerar los avances. Aunque todavía no existe un grupo de esas características en el sector verde, debido a su fragmentación, todos los ingredientes necesarios están disponibles.

Un componente crucial para movilizar los flujos de las finanzas climáticas es identificar opciones de inversión alternativas atractivas para una amplia gama de inversores, tanto en términos geográficos como de escala. Hoy día los grandes inversores se centran excesivamente en aquellos compromisos de gran escala que generan titulares de alto impacto. Por ejemplo, las noticias de la reciente cumbre de la COP28 se centraron en los billones de dólares prometidos por grupos de inversión gigantescos, como Brookfield, Apollo y TPG, que gestionan en total aproximadamente USD 12 billones.

La necesidad de fondos para proyectos verdes —entre los que se cuentan las energías limpias (hidrógeno, secuestro de carbono, biogás, almacenamiento de baterías y reciclado de residuos, entre otros), el transporte (VE), la agrotecnología y las industrias pesadas «de difícil mitigación»— está aumentando rápidamente; pero esos proyectos se dividen cada vez más entre las grandes iniciativas gubernamentales relacionadas con la infraestructura y otras medianas y pequeñas, impulsadas por el sector privado. Para hacer frente de manera eficaz al cambio climático hay que financiar toda la gama de proyectos.

Aquí es donde las plataformas digitales pueden ser de ayuda: vinculando a los inversores adecuados con iniciativas pequeñas y medianas (de menos de USD 250 millones por proyecto), pueden aumentar la visibilidad de esos proyectos y exponer su atractivo financiero. Además, esas plataformas debieran facilitar el acceso a proveedores expertos de servicios —desde estudios legales y asesores técnicos, hasta consultores especializados en ASG— que puedan apoyar las transacciones y, en términos más generales, los proyectos. Se debiera impulsar la estandarización de la documentación para facilitar su tarea. Las campañas anteriores se centraron en el financiamiento colectivo de microproyectos y en impulsar al sector público a tomar la iniciativa, por lo que nunca lograron la masa crítica necesaria para un ecosistema que funcione.

Una de las nuevas plataformas digitales que podría contribuir a alcanzar esa masa crítica es VerdEx, que comenzará a funcionar este mes y cuenta con socios estratégicos en todo el mundo. VerdEx echará luz sobre los proyectos que requieran financiamiento y sean atractivos para los inversores, y ofrecerá un ecosistema de especialistas relevantes. Busca con ello conectar a los inversores institucionales con proyectos verdes pequeños y medianos, y reducir las fricciones (lo que se traducirá en menores costos financieros totales). Además, VerdEx invertirá parte de sus ingresos en un fondo de impacto positivo, para contribuir a una transición energética justa y equitativa.

Este tipo de emprendimientos será fundamental para atraer a una gama más amplia de inversores institucionales hacia proyectos verdes menos titánicos, pero no por ello menos importantes. Mientras los gobiernos y fondos privados de inversión continúan centrándose en los proyectos de gran escala, esta búsqueda de los socios ideales para cada proyecto nos ayudará a aprovechar todas las opciones disponibles para reducir las emisiones mundiales y cumplir los compromisos climáticos.

Emma FitzGerald, a former CEO of Puma Energy, is Co-Chair of the World Economic Forum’s Global Future Council on the Future of Energy Transition, an independent non-executive director at various companies supporting the energy transition, and a mentor to several cleantech firms, including VerdEx. Traducción al español por Ant-Translation.

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