Al Qaeda en España

Por Javier Jordan, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Granada (LA VANGUARDIA, 15/03/04):

La confusión informativa que ha seguido a los atentados del pasado 11 de marzo tiene escasos precedentes en la historia del terrorismo de nuestro país. La información disponible tras la detención de cinco extranjeros, dos días después de los atentados, sigue siendo escasa pero permite establecer una imagen más comprensible de lo sucedido y de las consecuencias que puede tener en el futuro cercano.

En un principio era lógico que la autoría de Al Qaeda suscitase serias dudas. Las últimas detenciones de miembros de ETA apuntaban a un cambio en la estrategia terrorista; la banda ha sido también un invitado frecuente y poco deseable en los periodos electorales; e incluso la reivindicación de los atentados por las brigadas Abu Hafs Al Masri merecía escasa credibilidad. Según el centro israelí especializado en análisis del discurso de grupos islamistas radicales, Middle East Media Research Institute, el comunicado contiene numerosas incoherencias con el estilo habitual de Al Qaeda; y, es probable que haya sido obra de oportunistas sin relación alguna con los ataques.

Pero los nuevos hallazgos de la investigación, incluidas las detenciones, parecen habernos conducido hacia el peor de los escenarios: la entrada en la escena nacional del terrorismo islamista. A la luz de las últimas noticias el cuadro comienza a hacerse más claro y, en efecto, las características de los atentados de Madrid encajan con el modo de proceder de Al Qaeda.

En primer lugar, la gran letalidad de las acciones perpetradas. El terrorismo de Al Qaeda se enmarca en un paradigma distinto del de ETA y de otros grupos similares. No pretenden el chantaje político, sino la eliminación del adversario. De ahí que se procuren acciones muy destructivas que generen un alto grado de inestabilidad en todos los terrenos (político, social, económico...).

Los atentados de Madrid responden a esas características por el número de muertes y por las consecuencias que pueden acarrear. La simultaneidad de los atentados en puntos diferentes de la ciudad es otro rasgo común. Parece que Al Qaeda adoptó esta táctica inspirándose en la forma de actuar de Hezbollah. Con ello se busca un mayor impacto psicológico, que en definitiva constituye la esencia de la violencia terrorista.

La elección de objetivos "blandos", poco protegidos y muy frecuentados se ha convertido en otra de las pautas de la red terrorista, en particular tras los atentados del 11 de septiembre. La opción por blancos fáciles dificulta la eficacia de las medidas de seguridad por el elevado número de lugares que proteger, al tiempo que incrementa la ansiedad social. Con perversa astucia Al Qaeda está convirtiendo los sistemas de comunicación (aviones, trenes) en su blanco preferido en Occidente. Y de esa manera inocula miedo en las mentes de millones de ciudadanos que diariamente utilizan tales medios de transporte.

El ataque contra España también resulta coherente con la estrategia de Al Qaeda. Desde incluso antes del 11-S, Europa occidental había dejado de ser un refugio para los islamistas radicales huidos de sus países y había pasado a convertirse en un lugar de actuación para células "yihadistas" que se instalaron en Alemania, Francia, Italia y Reino Unido con fines claramente hostiles. Afortunadamente, en ciudades como Estrasburgo, Roma, Londres y París se pudo evitar atentados que habrían alcanzado una letalidad semejante a los de Madrid en fechas relativamente cercanas, tanto antes como después, al 11 de septiembre del 2001. Pero lo cierto es que la implicación española en el conflicto de Iraq también había incrementado las probabilidades de sufrir una acción terrorista en nuestro propio territorio. Según advierte el investigador israelí Reuven Paz, la red Al Qaeda publicó un libro sobre la "yihad" en Iraq en diciembre del año 2003 donde se dedican ocho páginas a amenazar explícitamente a España. Los atentados de Madrid han cumplido sobradamente esos nefastos deseos.

La ausencia del componente suicida tiene también su explicación. Aunque Al Qaeda reconoce la eficacia de dicha técnica, su empleo le priva de cuadros selectos. Es decir, de aquellos miembros de la red que saben moverse con soltura en Occidente y que en algunos casos gozan de esa nacionalidad, con lo que ello supone de libertad de movimientos. En el 11 de septiembre el suicidio era un elemento imprescindible para el éxito de la misión, pero en atentados como los perpetrados en Madrid resulta más conveniente la supervivencia de las células para su empleo en operaciones posteriores.

¿Qué consecuencias pueden tener los atentados de Al Qaeda? Al margen de la influencia sobre la política nacional y exterior, las consecuencias más graves están relacionadas con la convivencia social. Nuestro país alberga (si contamos las estimaciones sobre inmigración irregular) a más de medio millón de personas procedentes de Marruecos y otros países de mayoría musulmana. Los efectos de los atentados pueden perjudicar gravemente la presunción de inocencia de muchos de ellos. La generalización del pánico, la desconfianza mutua y el rechazo recíproco pueden convertirse entonces en nuestros peores enemigos.