El dilema del desapalancamiento de la Europa emergente

Tigar Corporation de Serbia, un fabricante privatizado de neumáticos y cámaras para automóviles, fue un ícono de las transformaciones corporativas en las economías en transición. Luego entró en funcionamiento el desapalancamiento de la eurozona y ahora el niño modelo está en serios problemas.

Cuando Tigar vendió su división de neumáticos a la francesa Michelin, invirtió todo el rédito de la operación en nuevos negocios. Tal vez los gastos de capital fueron excesivamente ambiciosos, pero dieron lugar a un rápido crecimiento de las exportaciones y se crearon más de 2.000 puestos de trabajo en la pequeña ciudad de Pirot para fabricar botas para los pescadores europeos y los bomberos de la ciudad de Nueva York, así como productos de caucho técnicos. La expansión, a falta de otras opciones, estuvo financiada en gran medida a través de préstamos de corto plazo.

Muchos bancos en Serbia y otros países en transición en Europa dependen sustancialmente del financiamiento de sus casas matrices en la eurozona. Pero, desde el estallido de la crisis financiera global, las filiales de los bancos de la eurozona con sede en la Europa emergente han reducido su exposición en la región. En 2009-2010, la Iniciativa de Coordinación Bancaria Europea -conocida informalmente como la "Iniciativa de Viena"- permitió que se evitara una crisis sistémica en la Europa en desarrollo al impedir que las casas matrices de los bancos de propiedad extranjera emprendieran una salida en una estampida catastrófica.

Sin embargo, en la segunda mitad de 2011, las casas matrices de los bancos de la eurozona que dominan el sector bancario en la Europa emergente volvieron a recibir una renovada presión para aplicar un desapalancamiento. Muchos hoy están cambiando radicalmente sus modelos de negocios para reducir el riesgo.

En el transcurso del pasado año, se retiró financiamiento por un equivalente del 4% del PBI de la región -porcentaje que, en algunos países, llegó al 15% del PBI-. Cada vez más, las filiales de los bancos tendrán que financiar los préstamos locales con depósitos locales y otro tipo de financiamiento local.

Sin poner en tela de juicio la necesidad de cierto desapalancamiento, una nueva encarnación de la Iniciativa de Viena -Viena 2.0- intenta lograr que el proceso sea más ordenado. Después de todo, un desapalancamiento excesivo y caótico por parte de las entidades de préstamo en la Europa emergente -y la consiguiente restricción crediticia- desestabilizaría esta región económica e institucionalmente frágil.

Para Tigar, el desapalancamiento implicó que los bancos que habían procurado involucrarse en su actividad comercial hace apenas un par de años, de repente interrumpieron el crédito -aunque la compañía nunca incumplió en el pago de su deuda-. Los préstamos anteriores vencieron, mientras que aumentaron las necesidades de un flujo de efectivo. A pesar de sus buenos márgenes operativos, el crecimiento de los mercados y los clientes internacionales de primer nivel, la compañía experimentó una caída en la liquidez, lo que requirió una seria reestructuración de los balances. Tigar saldrá adelante, no así muchas compañías prometedoras que carecen de su sólida posición financiera.

Por supuesto, después de varios años de expansión irrestricta del crédito, cierto recorte era necesario y deseable, y Tigar probablemente se haya extralimitado. Pero varios factores -la mayoría de ellos no vinculados a la región- están ejerciendo presión sobre los bancos para que implementen un desapalancamiento más veloz que lo deseable.

Por empezar, el paquete de reformas bancarias globales de Basilea III y la correspondiente regla Directivas de requerimientos de capital IV de la Unión Europea crean desincentivos para el financiamiento internacional. Sin duda, ayudarán a impedir que los bancos utilicen instrumentos similares a las obligaciones de deuda colateralizada (que los bancos usan para reempaquetar préstamos individuales para su colocación en mercados secundarios) para reducir su exposición. Pero la nueva regulación también penaliza seriamente el financiamiento de las filiales en los nuevos países miembro de la UE y aquellos candidatos a la adhesión. De hecho, en muchos países, se pueden emitir garantías bancarias sólo en base al capital de la filial local, sin respaldo del balance de la casa matriz.

Es más, se seguirán degradando las garantías -especialmente los activos inmobiliarios-. Cualquier resultado financiero corporativo deficiente en 2012 minará aún más las calificaciones crediticias. Cada vez menos compañías cumplirán con los criterios de riesgo básicos. Mientras que los gobiernos podrían ofrecer instrumentos de liquidez atractivos, los bancos no podrán prestar los fondos. Y el efecto derrame de lo sucedido en Grecia seguirá afectando a los mercados bancarios de los Balcanes y otras regiones de la Europa emergente.

De hecho, varios grupos financieros occidentales están considerando salidas parciales o totales de la región -sin ningún reemplazo estratégico claro a la vista-. La potencial crisis sistémica amenaza con acelerar aún más el desapalancamiento, con serias consecuencias para la Europa emergente.

Es por este motivo que la Iniciativa de Viena debe convertirse en una "voz" efectiva para los países anfitriones en el debate a nivel europeo sobre la resolución de la deuda y la unión bancaria. Se deben hacer todos los esfuerzos posibles por impedir la creación de nuevas barreras dentro del sistema financiero de Europa.

Se hicieron ciertos progresos en cuanto a salvaguardar el sistema bancario de la Europa emergente. El Banco Europeo de Inversiones, el Banco Mundial y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo acordaron implementar un nuevo Plan de acción conjunta, que incluye una inversión por un total de 30.000 millones de euros (39.000 millones de dólares) en los próximos dos años, así como brindar asesoramiento en materia de políticas, para respaldar la recuperación económica y el crecimiento sostenido en la región. Ahora deben cumplir con lo prometido.

La Comisión Europea y las entidades de crédito multilaterales deberían colaborar para facilitar el cambio estructural en curso en el sector bancario, incluso las adquisiciones bancarias y la reestructuración de los balances en el caso de compañías exportadoras viables. A cambio, los bancos privados deben estar a la altura de su responsabilidad colectiva para suavizar el proceso de desapalancamiento y limitar el impacto sistémico de sus acciones. En estas condiciones, el desapalancamiento podría colocar a la Europa emergente en un sendero de crecimiento más sustentable.

Erik Berglof is Chief Economist of the European Bank for Reconstruction and Development. Božidar Đelić was Deputy Prime Minister of Serbia.

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