El presidente de la 'generación Y'

El próximo 4 de noviembre, millones de norteamericanos elegirán a Barack Obama o a John McCain como futuro inquilino de la Casa Blanca. La batalla se centra ya en muy pocos estados, todavía indecisos y de resultado abierto e incierto debido a las características del sistema electoral norteamericano. En los estados clave, los electores que pueden ser determinantes son, precisamente, los nuevos y jóvenes votantes que van a decidir su futuro y, con él, el de su país. También, en buena medida, el del mundo entero. Nunca mejor dicho: ¡vaya papeleta que tienen!

Cada voto será, realmente, decisivo y ambos candidatos lo saben bien. El sistema norteamericano es muy exigente. El que gana en votos populares, aunque sea por un solo voto, se lleva todo el valor político y electoral de los votos de cada estado. Por eso la presidencia puede decidirse por unos centenares de votos. Al Gore no alcanzó la presidencia en el 2000 después de que las autoridades electorales y los tribunales de justicia desestimaran el recuento de unas papeletas imprescindibles para su victoria en Florida. Perdió por muy pocos votos. Da vértigo. Tras aquellos votos mal contados, llegaron los ocho años de Bush.

En esta ocasión más de seis millones de ciudadanos afroamericanos y alrededor de 5,6 millones de latinos, ambos grupos entre 18 y 29 años, tendrán la posibilidad de votar en las próximas elecciones. Según datos del censo estadounidense, 50.000 jóvenes latinos alcanzan la mayoría de edad todos los meses y eso les convierte en el grupo de potenciales electores que crece más rápido, representando el 17% del electorado juvenil.

Pero en Estados Unidos no basta con aparecer en las listas del censo de población para poder ejercer el derecho a voto. Los ciudadanos deben registrarse previamente y este hecho dificulta enormemente el aumento de la participación en las elecciones. El trámite, aunque sencillo, se convierte en una barrera que muchos ciudadanos deciden no superar. Es por ello que, cada cuatro años, estrategas y políticos diseñan iniciativas que motiven a la ciudadanía, concienciándola de la importancia crucial que tiene su derecho al voto.

La creatividad y la calidad de estas campañas es espectacular. Los demócratas intuyen, además, que la movilización del electorado joven les favorece especialmente, con un candidato que conecta emocionalmente y culturalmente con la mayoría de ellos. Por eso, han movilizado a los artistas comprometidos con Obama, y con gran influencia entre la generación Y, a colaborar en diversas iniciativas para promover la participación electoral. Conozcamos algunas de ellas:

1. Declare yourself, donde intervienen cantantes y actores como Christina Aguilera, Jessica Alba o algunos protagonistas de la exitosa película de Disney High School Musical. Un fenómeno de masas que garantiza, como mínimo, la atención en la campaña. A través de imágenes impactantes (amordazados, desnudos, con la boca tapada, los labios cosidos, o lágrimas en los ojos), pretenden promover el voto joven con el mensaje: Solo tú puedes silenciarte.

2. Slacker Uprising. Michael Moore, director de Fahrenheit 9/11 y del polémico documental Shicko, sobre el sistema de salud norteamericano, estrenaba en internet su nueva película antes de hacerlo en las salas comerciales. El objetivo de tal iniciativa es trasladar el mensaje central del filme a los jóvenes norteamericanos. Y este es claro: que vayan a votar masivamente a un candidato, que espera que sea Barack Obama.

3. Countdown to Youth Vote. La industria del cable junto a Comcast Corporation, uno de los proveedores de productos y servicios de entretenimiento, información y comunicaciones líder en Estados Unidos, lanzaba también su propia campaña, con anuncios televisivos y recursos de información on line las 24 horas, dirigida a la juventud multicultural: Cuenta atrás para el voto juvenil, continuación de la campaña Nuestro turno de votar.

Estas iniciativas utilizan las nuevas tecnologías, el cine, la música, con el objetivo único de implicar a los más jóvenes en la política, consiguiendo que se registren y tomen conciencia de la importancia de su voto para cambiar el país. Como por ejemplo hace la reciente campaña Por favor, no votes, donde un irónico Leonardo Di Caprio junto a Dustin Hoffman, Jennifer Aniston, Benicio del Toro y Eva Longoria, entre muchos otros, interpelan a los jóvenes con un lenguaje audiovisual de gran impacto.

Si Obama consigue finalmente la oportunidad de liderar este cambio, parte de su éxito tendrá que ver con la química generada entre él y los jóvenes norteamericanos. Busca identificarse con ellos y lo hace a través de sus referentes e iconos musicales y artísticos. Si le votan, ganará en los estados más poblados, con fuertes concentraciones urbanas, con minorías afroamericanas e hispanas decisivas y con un desarrollo de la sociedad de la comunicación muy interiorizado en su vida cotidiana. Obama, el candidato de las redes sociales, es el candidato joven de los jóvenes. Ellos, con sus papeletas, decidirán el próximo presidente. Para esta generación, la mayoría de las cosas que valen la pena empiezan con un play o un clic. Ahora pueden conectarse al futuro con un vota.

Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación.