Intencionalidad

Intencionalidad

En filosofía de la mente, la intencionalidad es la propiedad de la mente que hace que los estados mentales siempre (o casi siempre) estén dirigidos a algo (interno o externo). Es decir, los estados mentales tienen un carácter deliberado a la hora de realizar una acción.

¿Qué es un algoritmo inteligente? Es un algoritmo ejecutado por un sistema artificial, que se comporta de tal manera que, si esa tarea fuese realizada por seres humanos, se diría que para ejecutarla se requeriría inteligencia (Kurzweil, 1990). Un ejemplo es un coche que conduce solo. ¿Han visto a algún ser vivo diferente de los seres humanos capaz de conducir un coche? La respuesta es no. Por lo tanto, para conducir un coche el conductor debe ser inteligente. Si el coche funciona sin un ser humano al volante, entonces se dice que ese coche dispone de ‘inteligencia artificial’ (IA) a la hora de realizar esa tarea. Pero dicho esto, no se alarmen, lo normal es que el algoritmo de ese coche sea incapaz de jugar al ajedrez o de invertir en la bolsa, para ello son necesarios otros tipos de algoritmos.

Para muchas personas, la paradoja de todo este tipo de posibilidades informáticas surge de la mala interpretación del lenguaje, de la falta de conocimiento concreto y de que vemos actuando a un sistema artificial que no tiene ni idea de lo que está haciendo, pero que sabe ejecutar las instrucciones que seres humanos inteligentes le han dado para resolver un determinado tipo de problema, por lo que, una vez puesto en marcha el algoritmo, siempre podrá llegar al resultado buscado.

Ahora prosigamos el discurso en relación con noticias como la experiencia del Partido Sintético de Dinamarca, para el que un programa de inteligencia artificial elaboró un manifiesto electoral coincidiendo con sus comicios del pasado noviembre del 2022. A primer golpe de vista, puede parecer sorprendente y casi mágico. Pero la existencia de ese tipo de logros informáticos se basa en la recopilación, etiquetado y aprendizaje de mucho de lo que hay en bibliotecas e Internet. Lo difícil ha sido enseñarle a leer semánticamente y a escribir gramaticalmente bien, luego redactar algo a partir de la información aprendida no es magia, es cuestión de entrenamiento y potencia de cálculo. El resultado todavía no es perfecto, se requiere un proceso de mejora. Pero piense que, para llegar a nuestros coches actuales, fue necesario partir de los antecesores del Ford-T. Nunca nada surge perfecto, pero gracias a sucesivas mejoras progresan nuestros artefactos y nuestros conocimientos.

Para experimentar con lo que digo, ábranse una cuenta y jueguen con una herramienta como Chat GPT y verán algo relacionado con textos que normalmente les sorprenderá. Y también les aconsejo que hagan lo mismo pero Dall-E 2, que les permitirá jugar con la generación de imágenes a partir de descripciones textuales.

Es muy común que la capacidad de sorpresa de las mentes que no entienden cómo se hacen ese tipo de herramientas las lleve a fantasear sobre la evolución de esa tecnología, generando afirmaciones usualmente amenazantes como que "esos avances permiten vislumbrar una futura inteligencia artificial capaz de gobernarnos". Estas personas olvidan que para gobernar es necesaria la intencionalidad para querer interpretar el mundo y para resolver los problemas sociales desde algún punto de vista, ya que éstos nunca tienen solución única.

Por lo tanto, todos tranquilos, no existen algoritmos con capacidad intencional intrínseca, de hecho, no sabemos muy bien cómo surge esa propiedad emergente de la mente en nuestro cerebro y hasta que no la entendamos, si es que llegamos a entenderla, mal vamos a poder explicárselo a una máquina.

Mientras, se intuye que las herramientas de IA nos facilitarán la vida, nos potenciarán la creatividad, nos ayudarán en la toma de decisiones difíciles y nos modificarán el mercado de trabajo, siempre y cuando se sepan o se quieran usar.

Francisco José Serón Arbeloa, Catedrático de Universidad en Universidad de Zaragoza .

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