La secesión asesinó a Miguel Ángel Blanco

Hace quince años ETA secuestró y asesinó a Miguel Ángel Blanco Garrido. No debemos olvidar nunca el sufrimiento de las víctimas del terrorismo porque su sacrificio y su ejemplo deben ser los pilares de la vida en democracia. En estas líneas me voy a referir al alcance y sentido del asesinato de mi compañero Miguel Ángel Blanco, pero lo hago desde el reconocimiento de todas y cada una de las víctimas, las haya conocido en vida, como al edil popular, o no.

Los responsables de aquel crimen intentaron eliminar físicamente al Partido Popular en el País Vasco y someter a la ciudadanía a sus postulados. Dieron un paso más en su estrategia totalitaria atacando al escalafón más bajo y expuesto de la política, a los que éramos concejales, y confirmaron el camino iniciado dos años antes en San Sebastián robándole la vida a Gregorio Ordóñez.

El primero de los propósitos de ETA con aquel atentado no lo ha conseguido. Sí provocó un dolor infinito a una familia, temor en sus propios compañeros y un fuerte impacto al conjunto de la sociedad. Pero aquí seguimos. Es verdad que para los que éramos concejales de base comenzó una época muy dura en la que hemos llorado y pasado mucho miedo. Pero aquí estamos. Quince años después, el Partido Popular gobierna directamente a más vascos que nunca en la historia, a través de la Diputación Foral de Álava o ayuntamientos como los de Vitoria u Oyon.

El resumen gráfico del fracaso de ETA en la liquidación del centro-derecha vasco y español es una fotografía obtenida en 1995 bajo el árbol de Gernika en la que aparecen retratadas unas nuevas generaciones de concejales, entre los que se puede ver a Iñaki Oyarzabal, ahora secretario general del PP Vasco y secretario de Libertades del PP; Arantza Quiroga, actualmente presidenta del Parlamento; Borja Semper, presidente en Guipúzcoa; nuestros portavoces en Bilbao y San Sebastián; además de concejales y responsables políticos actuales, así como el que escribe. En la foto también estaba el Miguel Ángel Blanco que nos arrebataron, pero su generación está defendiendo sus ideas junto a su hermana Marimar. Evidentemente, el primero de los propósitos de ETA de ejecutar al PP Vasco no lo ha conseguido, gracias también a la encomiable labor de quienes dirigieron nuestra formación en tiempos dramáticos, Jaime Mayor, Carlos Iturgaiz y María San Gil. En la segunda de sus intenciones están ahora, en la de conseguir la independencia y la secesión por la que han asesinado a casi 900 personas, y dejado miles de heridos, familias destrozadas y cuantiosos daños.

Para entender correctamente la amenaza y poder abordarla es importante ser conscientes de la pretensión etarra. Los terroristas de ETA son delincuentes y además fanáticos que hacen y han hecho todo para intentar imponer su meta de separación de España y división entre vascos. A Miguel Ángel Blanco, como al resto de víctimas, le asesinaron con una intencionalidad que ahora pretenden alcanzar por el hecho de haber delinquido. Por eso puedo afirmar que a mi compañero le asesinó el intento de la banda de secesionar al País Vasco del conjunto de España El Estado de Derecho le está ganando una importante batalla a ETA, la contienda de los comandos y de las bombas. Si la banda ha hecho público un comunicado en el que aseguraba que abandonaba los atentados, es porque las fuerzas de seguridad, la Justicia y la sociedad han puesto contra las cuerdas a los pistoleros. Por ello, la amenaza ahora no es tanto el disparo como lo que les ha motivado a disparar, la autodeterminación de un País Vasco imaginario que jamás en la historia estuvo compuesto por Navarra ni por el sur de Francia.

Los que metieron en un coche a Miguel Ángel en Éibar y le pegaron un tiro en la nuca en Lasarte están en la cárcel, pero las ideas que les motivaron a hacerlo están buscando legitimidad y respaldo electoral. Los que arrebataron materialmente la vida a Miguel Ángel Blanco están vencidos, pero el totalitarismo independentista que cargó aquella pistola está vivo y nuestra obligación nos tiene que llevar a ganarle también. La batalla de ahora es la independencia, la autodeterminacion, la dictadura o la España constitucional. La reacción tras el crimen de mi compañero espoleó a la Democracia con una rebelión ciudadana llamada «espíritu de Ermua», que con el tiempo ha supuesto la derrota de los comandos apoyada en cambios legislativos, como la Ley de Partidos, una mayor determinación judicial y eficacia policial. Ahora tiene que haber otra rebelión pacífica y exigente hacia la derrota de la imposición de la secesión.

Ermua unió a la izquierda y la derecha por encima de partidismos y corrientes para acabar con ETA. Debemos recuperar esa filosofía de unir a gentes y grupos de distinta condición que alejados de sectarismos y familias políticas nos unamos en una rebelión democrática por la libertad en el País Vasco y por la unidad de España. Ermua enseñó un camino eficaz y decente para acabar con el asesinato, y esa ruta tiene que ser ahora la que nos lleve a ganar también al nacionalismo obligatorio.

No hay que desfallecer ni rendirse. Tras Miguel Ángel Blanco aprendimos que se puede ganar por muy difícil que nos lo pongan o por muy duro que parezca, y los comandos están hoy prácticamente acabados. Quince años después hay que recordar que, por mucho que hayan sembrado la semilla del totalitarismo y ganado apoyos, se les puede ganar con constancia, valores e inteligencia, como bien afirma el ministro del Interior, Jorge Fernández.

En este aniversario de Ermua tenemos que ser capaces de reverdecer aquel espíritu y fijar en el tiempo un nuevo antes y después. Tenemos que ser capaces de movilizar a la sociedad en favor de la victoria sobre el fanatismo independentista. Y sé que lo vamos a lograr. Quince años después tampoco hemos olvidado que la memoria de Miguel Ángel Blanco es un País Vasco dentro de España.

Antonio Basagoiti,  presidente del Partido Popular en el País Vasco.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *