Más allá de Mas

Por Carlos Sentís (LA VANGUARDIA, 21/11/03):

Los seguidores de los medios de comunicación quizá estén todavía confusos bajo el alud de propuestas y especulaciones sobre cómo constituir el nuevo Gobierno de la Generalitat. Sin embargo, antes de lo que algunos se han figurado van desprendiéndose de las quinielas las diferentes propuestas. Algunas están prácticamente eliminadas, como la de un Gobierno de unidad, presidido por Carod-Rovira, en el cual no entraban –ya no sería de unidad– los diputados del PP. Tampoco quieren entrar los de ICV. También se puede dar por descartada la posibilidad de un Gobierno tripartito, presidido por Maragall, y formado por PSC-ERC-ICV. El PSOE ya ha condenado un enganche con ERC, al que llaman independentista, justo cuando faltan pocos meses para las elecciones generales. Existe la opción de un Gobierno CiUPSC que casi se podría dar por imposible antes de un desmentimiento formal. Queda, pues, como probable un Gobierno de CiU con ERC. Constituirían una mayoría "natural" puesto que las urnas han primado la pertenencia "nacionalista" sobre cualquier otro adjetivo. Es lo "natural" que abarca todo el abanico desde la moderación de CiU al radicalismo de ERC. Por supuesto, bajo la presidencia de Artur Mas. Y tanto es así, que el vuelco de votos hacia ERC que le ha valido la posición actual se debe no solamente a los electores jóvenes, sino al trasvase de votos de CiU a ERC. Un elemento visible de ello es el paso de Pere Esteve, hace poco tiempo secretario general de Convergència, a tercero en la lista de Carod. Como Esteve, ha habido cierto número de electores que han considerado la gestión de CiU demasiado "tibia" y sin válidas compensaciones durante el largo periodo de colaboración con el PP.

La colaboración de CiU con ERC no haría más que reponer las cosas un poco en su sitio, puesto que ya desde 1980 Convergència ha tenido bajo su capa una fracción más o menos radical e incluso independentista y otra abiertamente moderada. El quid de la cuestión será saber qué exige Carod-Rovira para apoyar un gobierno presidido por Artur Mas, quien –no debe olvidarse– es el vencedor de la contienda por cuatro escaños. El actual líder de ERC, que a menudo evoca los presidentes que tuvo antaño su partido, puede recordar que uno de ellos –Josep Tarradellas–, que se independizó ya en el exilio para poder ser president de todos los catalanes, tomó el camino de la moderación que le valió restaurar la Generalitat de Catalunya. Más de una vez –lo pueden atestiguar quienes andaban cerca de él– dijo: "Todo menos un 6 de octubre". El 6 de octubre de 1934 Tarradellas estuvo en contra de la "salida" –salida al balcón de la Generalitat– del president Lluís Companys para proclamar la República Catalana, "Dentro del conjunto de pueblos de España". Fue una inesperada toma de posesión que duró, como es sabido, solamente horas. El capitán general Batet, nada dudoso puesto que moriría en defensa de la República, mandó la tropa a tomar la Generalitat. Si se llevan las cosas demasiado allá, se topa con una montaña. La primera vez que esto ocurrió fue tras la proclamación por parte de Macià – también desde el balcón– de la República Catalana.

A las pocas horas fue visitado por líderes políticos de la República, entre ellos Fernando de los Ríos, y le convencieron de rebajar la apuesta y plantarse en la Generalitat para evitar perder la posibilidad autonómica y quizá la vida de la propia República, que acababa de proclamarse. Hay aspiraciones que pueden quedar si no como utopías, como fondo de reserva para pasar a trabajar ajustándose a lo existente en el terreno de la política inmediata. Es muy probable que Carod-Rovira compruebe que lo primero que necesita Catalunya es mantener la estabilidad actual, que ha permitido una tan positiva etapa en lo económico y en lo social. No se olvide que el nuevo Estatut debe ser aprobado por el Parlamento español. Si por una parte ha de evitar que cualquier gobierno de Madrid decida recortar facultades, por otra no puede alejarse del encuadre de la Constitución, que a todos nos ampara. No debería existir el aznarista recorte de facultades y el trato hostil en muy diversas manifestaciones, especialmente sensible en el campo de la economía. Como por ejemplo la falta de infraestructuras y sobre todo la deficiente financiación que, sin disponer lo bastante de los ingresos propios, obliga a la Generalitat a soportar los intereses de un déficit que tanto dificulta la marcha de una auténtica autonomía. Se ha dicho y repetido que Carod es el árbitro de la situación. Creo que Carod tiene una gran responsabilidad y, al mismo tiempo, un gran poder político, pero totalmente árbitro no lo es porque Artur Mas puede formar Gobierno, aunque sea en minoría.

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