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A esta estatua, prácticamente tridimensional,
aunque de gran frontalidad, y originariamente fijada en un nicho mural, le
falta la cabeza, el pulgar de la mano derecha y una parte de la pierna
izquierda, por debajo de la rodilla, además de la base con los pies.. Esta
estatua es similar a las grandes figuras situadas en los nichos del
«Santuario de Anahita» (núm. cat. 152);
también se han encontrado restos de una pieza igual a ésta. Lleva una túnica
con mangas llena de pliegues, como si de un tejido fino y vaporoso se
tratara, muy ajustada al cuerpo, lo que permite reconocer claramente la
silueta corporal. El fino cinturón, con dos cintas acanaladas colgando, se
cierra delante mediante dos discos. Alrededor del cuello lleva un collar de
perlas. En el brazo derecho, algo más arriba del codo, puede verse una cinta
delgada, o quizás un brazalete. La mano derecha reposa sobre el muslo de la
pierna derecha, ligeramente inclinada, como si sujetara la túnica, mientras
que con la otra mano rodea el pecho izquierdo. En la base, los pliegues de
la túnica están ahuecados hacia arriba de forma simétrica, dando la
sensación de un movimiento hacia delante. Azarnoush ha relacionado
acertadamente esta característica pose —una mano sujetando el pecho— con el
aspecto de la fertilidad de la Anahita irania (Azarnoush 1994, 161-163).
Sobre este tema también nos remitimos al relieve de terracota arsácida de
Susa, que muestra el busto de una diosa que de su pecho desnudo derrama
leche en un recipiente (¿) (Ringbom 1957, 7, il. 3; Ghirsham 1962 a1, il.
117 B). No obstante, el tipo de la divinidad o mujer que sustenta sus pechos
es mucho más antiguo y se remonta a la época babilonia antigua (Blocher
1987). En el Yahst 5 del Avesta, el libro sagrado de los
zoroastrianos, se elogia a Ardvi Sura Anahita del siguiente modo: El nombre de Ardvi Sura Anahita se relaciona con los adjetivos «húmedo, poderoso, inmaculado» (Boyce 1985 a). Además del aspecto dominante de la fertilidad, a Anahita también se la venera por su sabiduría y su fuerza en la lucha. Los griegos la llamaban Anaitis y la identificaron con Artemisa, aunque también en algunas ocasiones con Afrodita o Atenea (Boyce 1985 b). Asimismo, se relaciona con la Ishtar babilonia, que gozaba de gran veneración como diosa del amor y de la guerra. Bajo los aqueménidas, Anahita fue acogida en el panteón zoroástrico; Artajerjes II (404-359 a.C.) mandó construir las primeras imágenes de culto y los primeros templos dedicados a ella (Chaumont 1985). No hay duda de que Anahita también fue muy adorada bajo los sasánidas, si bien es difícil identificar de forma clara los templos y las imágenes del legado arqueológico relacionados con ella (Bier 1985). (M. A.) |
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