Comunicado bomba

Por Xavier Bru de Sala (LA VANGUARDIA, 21/02/04):

Al acudir a la entrevista trampa con ETA, Carod se llevó pegada una bomba lapa, y entregó un mando a distancia a los terroristas. Lo entregó sin querer y se la llevó sin darse cuenta, a saber qué es peor. Cuando menos lo esperaba, alguien desde el poder central enfocó el encuentro, pensando que el flash bastaba para derrumbar al tripartito catalán, y de paso dejar malherido al PSOE. Al no poder sufrir el fracaso del PP, ETA hizo estallar el miércoles la carga explosiva, que es de enorme magnitud. Tal vez el Govern que Maragall preside resista las gravísimas quemaduras –en el momento de escribir estamos en plena onda expansiva, por lo que aún no pueden evaluarse todos los daños–, pero parece muy pero muy difícil que una deflagración de tal calibre no se cobre más víctimas políticas que muertos hubo en Hipercor. A diferencia de ellos, que lo perdieron todo con la vida, los políticos caídos sólo son despojados de algo tan efímero, y en estas circunstancias tan poco recomendable, como el manto del poder.

La primera víctima es el propio Josep Lluís Carod-Rovira. Si con su dimisión y el anuncio de presentarse a las elecciones escurrió parte del bulto, parece imposible que ahora pueda sobrevivir (salvo que tenga más vidas que siete gatos y más capacidad de devolver el golpe a ETA y dañarla que todos los cuerpos y fuerzas de seguridad de Francia y España). Suponiendo que desde las inmediaciones de Aznar se hiciera algo tan inaceptable como filtrar una información reservada con finalidades partidistas, lo que ha hecho ahora ETA con Carod es de una perversidad política no superada ni por la imaginación ni el recuerdo. Todas las víctimas del terror son inocentes por igual, pero Carod ha caído porque la cúpula de ETA ha querido poner en pública evidencia su ingenuidad y su candor, y así fragilizar al nacionalismo catalán, en especial el inconformista, ahora que empezaba a levantar cabeza. La imagen de la senyera junto al emblema de ETA es la peor y más hiriente burla que jamás se ha hecho a los sentimientos catalanistas. Y no está fechada y firmada en Madrid.

No basta con que tomen nota los que se habían negado a hacerlo a pesar de mil avisos y evidencias. No sirve de nada recordar que Carod está contra la violencia o que todo es interpretable como si el mundo fuera una lábil partitura. El mal ya está hecho, y es preciso ponerse a trabajar, no en la vana pretensión de minimizar la extraordinaria gravedad de la explosión, de perdurables efectos nefastos sobre la imagen de Catalunya en España y Europa, y por lo tanto sobre las pretensiones de los catalanes, sino en la fortificación de lo que ETA pretende destruir. Cuando se cree en un proyecto, éste debe tener mucha más importancia que las personas. Quien lleva la bomba lapa de ETA pegada al cuerpo es Carod. Y, ya que sacó pecho en vez de intentar quitársela con el disolvente de la contrición, debe ahora saltar lo más lejos posible de los suyos –la renuncia de volver a ser conseller en cap es insuficiente– si es que estima en algo la continuidad de Esquerra Republicana y lo que representa como fuerza política tranquila y de Govern. De lo contrario, lo más probable es que acabe saltando el tripartito, y con él la oportunidad de reformular la estructura territorial de España por la izquierda.

Así como los carteles de la cocaína se hundirían al legalizarse su comercio, hasta el más mentecato de los asesinos de ETA sabe que su criminal organización no tiene sentido, ni siquiera ante su propio y deformado espejo, en el momento en el que sea creíble una vía alternativa, y por lo tanto democrática y pacífica, para cambiar España. No temen a la confrontación sino al juego democrático cuando es capaz de dar cabida, y por lo tanto salida, a cualquier reivindicación que no rompa sus reglas. El enemigo de ETA es España. Pero el mayor peligro para su subsistencia, demostrar falsa la creencia en sus repugnantes métodos como los únicos para mantener vivos sus objetivos, proviene de Catalunya, en concreto de la izquierda catalanista y sus capacidades oblicuas de incidencia. El pujolismo no les asustó porque no conseguía nada significativo. Ibarretxe les va bien en cuanto une a PP y PSOE contra todo el nacionalismo vasco. Pero la incidencia del tripartito en el PSOE es un hecho. Y más que podría serlo de proseguir las tendencias avanzadas por el sondeo de "La Vanguardia".

Si la bomba política que han hecho explotar en Catalunya no surte el efecto deseado de acabar con la vía catalana, que despojaría a sus asesinados de su propia justificación argumental, es posible que ETA intente algo de mayor y aún mas nefasto calibre contra el principal apoyo del PSC dentro del PSOE. La respuesta constructiva debe ser de unidad. Con el tripartito –Esquerra anunciando el relevo de Carod como secretario general– y con CiU apoyando las actuales aspiraciones mayoritarias de los catalanes, tan comprensibles y bienintencionadas como imprescindibles para una España en equilibrio y concordia.

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