De Damasco a Teherán

Un año después del inicio de la revuelta siria, la situación en Oriente Próximo es más compleja que nunca. A la incapacidad internacional para detener la violencia del régimen de Bashar el Asad se añade la amenaza de Israel de bombardear las instalaciones nucleares de Irán. En el primer caso, el veto de Rusia y de China en el Consejo de Seguridad de la ONU impide cualquier resolución de condena contundente del régimen de Damasco. En el segundo, el ataque aéreo puede derivar en un fiasco similar al que sufrió Jimmy Carter en 1980.

A diferencia de Libia, donde el régimen de Muamar el Gadafi estaba aislado internacionalmente, el régimen de Asad dispone de un Ejército más numeroso y mejor preparado, cuenta con aliados en la región (Irán, Hizbulá y, hasta cierto punto, Hamás) y, sobre todo, tiene el apoyo de Rusia. El papel de Moscú es capital, porque Siria es la última pieza que le resta en el tablero de ajedrez de la zona para hacer frente a la influencia norteamericana y europea y el puerto Tartus es la última base naval rusa en la Mediterráneo.

SEGÚN EL Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, Rusia es el principal proveedor de armas de Siria: entre el 2007 y el 2011 las importaciones de armamento ruso se han incrementado un 580% ascendiendo a un total de 630 millones de euros, lo que supone el 72% de las compras de Damasco, que van desde misiles y sistemas de defensa antiaéreos a aviones militares y barcos. Paralelamente, la experiencia de Libia, donde el Consejo Nacional de Transición no ha reconocido los contratos de Gadafi con Moscú, fortalece la posición rusa de impedir la caída del régimen de Asad.

En el caso de China, con una política exterior más pragmática, el apoyo al régimen sirio puede ser menos contundente. Pekín comparte con Moscú el temor a una hegemonía occidental en la región de Oriente Próximo, pero, sobre todo, tiene la necesidad de no menospreciar a Teherán. Al menos de momento. Irán es el tercer suministrador de petróleo de China, que el año pasado aumentó sus compras un 30%. Los 557.000 barriles diarios adquiridos por Pekín representaron el 20% del total de las exportaciones de crudo iraní. La república islámica constituye un mercado no despreciable para las exportaciones chinas. Pero las sanciones impuestas a Teherán están afectando este comercio y, ya en este año, Pekín ha reducido a poco más de la mitad las importaciones de petróleo iraní (285.000 barriles diarios), mientras busca mercados alternativos (Rusia, África Occidental, Australia ) para sustituirlas.

En cuanto a la amenaza de Tel-Aviv de atacar las instalaciones nucleares iranís hay que apuntar que la eficacia militar de la operación es, como mínimo, dudosa. Son instalaciones enterradas capaces de resistir las bombas más potentes. Incluso olas masivas y seguidas de bombardeos podrían ser insuficientes para anularlo completamente. Israel dispone de suficientes aviones de bombardeo y de cazas para hacerlo, pero no así de suficientes aviones cisterna para reponer en vuelo las escuadrillas del ataque. Olas espaciadas de ocho o diez aviones harían las escuadrillas muy vulnerables y la operación ineficaz. Solo la participación de la Quinta Flota de EEUU, con base en Bahréin, podría compensar las deficiencias israelís, pero, en un año electoral y después de las experiencias de Afganistán e Irak, este es un riesgo que el presidente Barack Obama no puede asumir. La propuesta de Binyamin Netanyahu es una huida hacia delante, porque no parece haber previsto las consecuencias: misiles lanzados desde Irán, más desestabilización regional... Pero los miedos de Tel-Aviv coinciden con los de Riad, que teme verse rodeado de regímenes chiís hostiles: la población chií representa en torno al 90% en Irán, más del 60% en Bahréin e Irak, más del 30% en el Líbano, en torno al 15% en Kuwait y en Siria, en la variante alauí en este último caso. En el resto de países de la península arábiga también se registran porcentajes significativos. Un temor que viene de lejos, cuando en 1979 el ayatolá Jomeini acusó el régimen de los Saud de corrupto y de ser unos malos musulmanes que no estaban legitimados para ser los guardianes de los lugares sagrados del islam.

PERO LA situación es insostenible. El Ejército Sirio Libre (ESL), formado por unos pocos desertores del Ejército sin armamento y poco coordinados, se bate en retirada o es exterminado en las principales ciudades, mientras la oposición política exiliada no consigue formar un organismo unitario. Al mismo tiempo, atentados indiscriminados de dudosa responsabilidad pueden abrir la puerta -si no lo han hecho ya- al terrorismo internacional, mientras Asad sigue masacrando a su pueblo y no se sabe muy bien a quién quiere convencer buscando conexiones entre las genialidades de Messi y la ruta de entrada de armas para el ESL. Paralelamente, Tel-Aviv persiste en la ocupación de los territorios palestinos y el conflicto amenaza con desbocarse a poco que triunfe la primavera árabe, el Líbano continúa en su crónica inestabilidad y en Irak la situación va de mal en peor. En suma, un escenario dantesco e inquietante, mientras la izquierda europea guarda silencio ante los crímenes de guerra de Asad y los tambores de guerra de Tel-Aviv.

Por Antoni Segura, catedrático de Historia Contemporánea UB.

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