Ironías británicas

Theresa May ha firmado la carta para activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa. El proceso de la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) ha empezado. Pero ¿cómo estará Reino Unido fuera de la UE? ¿Cúal es el plan? La verdad es que no había un plan porque nadie, incluso los más favorables al Brexit, pensaba que los británicos iban a votar el abandono de la UE. Theresa May lo está inventando sobre la marcha.

Parece que Reino Unido vuelve a una política exterior más tradicional. En el siglo XIX Lord Palmerston explicó que Inglaterra no tiene amigos ni enemigos permanentes, sólo intereses permanentes. Reino Unido fuera de la UE perseguirá una política exterior centrada más en los intereses que en los valores o las amistades. Cuando May visitó Washington en enero, su enfoque en sus conversaciones con Trump fue resucitar la relación especial entre Reino Unido y Estados Unidos. Sobre todo, planteó un acuerdo bilateral de libre comercio entre ambos países. Trump lo prometió como una prioridad (a ver si cumple). Inmediatamente después May se fue a Turquía para negociar con Erdogan la venta de armas. De nuevo, las conversaciones incluyeron seguramente la propuesta de un acuerdo de libre comercio.

Hay dos implicaciones en esta estrategia. Primera, que los intereses británicos son más importantes que sus amigos. Parece que a May le importan poco los problemas que sus todavía socios europeos tienen con Trump y con Erdogan. Segunda, que la política exterior británica se centrará en una serie de acuerdos bilaterales de libre comercio. Como socio comercial, el área de la libra es una zona menos atractiva que la UE, pero sigue siendo un mercado importante.

Europa seguirá siendo importante para Reino Unido y Reino Unido para Europa, tanto en términos económicos como de seguridad. Pero la política internacional del país fuera de la UE tendrá que ir más allá de Europa. Se pueden apreciar tres elementos clave en esta política: renovar la relación especial con Estados Unidos; volver a la Commonwealth y reforzar las relaciones con los países asiáticos, sobre todo con China. Ninguna de estas líneas estratégicas está libre de problemas. La relación especial con EE UU siempre ha importado más en Londres que en Washington. Los diplomáticos americanos tienden a mencionarla sólo cuando necesitan algún apoyo de Londres. La élite política americana considera que el Brexit debilita una Unión Europea que para ellos es una pieza clave del orden mundial. Un Reino Unido fuera de la UE, según esta percepción, tiene menos influencia y es menos relevante para los intereses de Washington. En contraste, parece que el presidente Trump es anglófilo y abiertamente contrario a la UE. May intentará resucitar la relación especial a través de su proximidad a Trump (como hizo Thatcher con Reagan). Pero depender de un personaje tan volátil como Trump es una táctica muy arriesgada. Las tensiones que el nuevo presidente está provocando con Beijing también podrían dañar los esfuerzos de May para reforzar las relaciones comerciales entre Reino Unido y China.

La entrada de Londres en la Unión implicó un cierto abandono de sus excolonias en la Commonwealth. Ahora, Reino Unido intentará renovar las relaciones con los miembros de la Commonwealth. Pero no es nada seguro que los países de la Commonwealth vayan a recibir bien este interés renovado por parte del expoder imperialista.

Esto hace aún más importante el desarrollo de las relaciones económicas con los países asiáticos. Corea del Sur ya ha propuesto un acuerdo de comercio libre. Pero la clave, sobre todo para la City londinense, será China. El poder financiero de Londres no desaparecerá aunque una parte de sus funciones y funcionarios se traslade a centros europeos; y la competencia entre unas ciudades para atraer el negocio de la City asegurará que ningún centro financiero rival emerja en Europa. Más importante para la City será el mercado que tiene en el Renminbi; pero el negocio en la divisa china apenas compensará la pérdida del negocio europeo. En todo caso, depende tanto de lo que pasa en China como de las acciones y los tuits de Trump. May se podría encontrar desgarrada entre las demandas contrarias desde Beijing y Washington.

La ironía es que los británicos votaron a favor del Brexit para retomar el control de su destino y podrían terminar aún más dependientes de las decisiones de los demás.

Shaun Riordan es presidente de BideDao Consulting.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *