La primera crisis seria de Zapatero

La filtración de la crisis de Gobierno tapó ayer el encuentro con Obama. Pero la foto tendrá larga vida porque muestra la complicidad del PSOE con la nueva Administración americana de centro-izquierda. Por contra, la crisis de Gobierno es una apuesta comprometida. Pretende remontar la debilitada imagen de Zapatero, que ha hecho incluso que en algunos sondeos el PP tenga una ligera ventaja sobre el PSOE.
Pero el cambio es todavía difícil de juzgar, ya que solo sabemos sus grandes ejes. Por lo que sabemos, es la primera crisis seria de Zapatero. En la anterior legislatura, la salida de Bono de Defensa, su sustitución por Alonso y la entrada de Rubalcaba fueron movimientos de envergadura. Pero ahora no estamos ante un relevo de piezas ---por importantes que sean--, sino ante un auténtico cambio en la inclinación y la estructura del Gobierno, ya que se transforman las vicepresidencias.

Lo más relevante es la entrada de Manuel Chaves como vicepresidente para las relaciones con las comunidades autónomas. El engarce autonómico es, sin duda, el gran problema político. Y está bastante envenenado. Y no solo por el Estatut y la financiación. Para afrontarlo, Zapatero llama a nada menos que el presidente del PSOE y presidente durante 19 años de Andalucía, la comunidad emblemática socialista. Aunque Chaves no debía aspirar a un nuevo mandato en el 2012, podía seguir. Pero Zapatero le llama a Madrid porque tiene peso político y cree que puede lograr la pax autonómica logrando la síntesis de los barones socialistas. El propio PSC venía reclamando desde hace tiempo un interlocutor del máximo nivel para pactar el desarrollo del Estatut y la financiación.

Es verdad que alguien puede temer que Chaves pretenda recentralizar España, pero tanto el nuevo Estatuto de Andalucía como la necesidad parlamentaria del pacto con los nacionalistas permiten despejar la cuestión. La incógnita es más bien la convivencia entre Zapatero y dos vicepresidentes políticos, Chaves y Fernández de la Vega. Puede resultar un matrimonio a tres, tan excesivo como el de Lady Di. Hay, pues, quien cree que Fernández de la Vega saldrá del Ejecutivo, aunque la opinión dominante es que la vicepresidenta se centrará en su labor de portavoz (está bien valorada) y en la presidencia de la Comisión de Subsecretarios. Pero ello representa un cambio sustancial en el equilibrio del Gobierno. El partido toma mayor protagonismo, lo que también confirma la entrada del vicesecretario socialista José Blanco.
El segundo cambio es el relevo al frente del área económica de Pedro Solbes, que paga la dureza de una crisis que nadie había previsto tan fuerte. Pero, además, en los últimos meses la política económica era poco resolutiva y surgían diferencias entre el dinamismo (algo improvisado) del presidente y la excesiva cautela del vicepresidente. Y la crisis explota antes de las elecciones europeas seguramente porque el área económica no podía seguir igual. Ahí está la torpe resolución del caso de la Caja Castilla La Mancha.

¿Por qué Elena Salgado? Es mujer (dato a retener), eficaz, con carácter --ahí están sus campañas contra el tabaco y el alcohol, resueltas con desigual fortuna--, con larga práctica en los ministerios económicos y próxima a Rubalcaba. Pero no es una experta en economía. ¿Entonces? Era difícil encontrar un profesional de la economía con un currículo que aguantara el de Solbes. Y más tras el papel poco brillante de Miguel Sebastián en Industria.

Salgado es otra cosa. Su perfil es más el de chairman del área económica que el de cerebro de la política económica. Zapatero busca en Salgado el equilibrio, la experiencia en el Gobierno y la unidad entre la Moncloa y Alcalá, donde está el Banco de España. Y en el diseño de la política económica habrá mas voces. Una, y clave, será la del secretario de Estado (o ministro) de Economía. ¿Quién? Es posible que siga el catalán David Vegara, de gran nivel intelectual y con buena relación con Zapatero. Aunque hay otros nombres: Octavio Granados, secretario de Estado de la Seguridad Social y de la Ejecutiva socialista, o incluso David Taguas, antiguo director de estudios de Presidencia.

Pero la gran incógnita de Salgado es el recibimiento que tendrá por parte del empresariado (debe inspirar confianza) y, todavía más, de Bruselas y los mercados internacionales. En este sentido, Vegara es una baza buena. Y automática.

La tercera pata del cambio es la entrada de José Blanco, como ministro de Fomento. Blanco es inteligente y hábil, y, al sustituir a Magdalena Álvarez, encarnación del "ordeno y mando" (que debía haber dimitido hace tiempo), dará sutilidad a un ministerio de mucho relieve político potencial e impacto territorial por su gran capacidad inversora. Y Blanco da también más perfil político al mantener su cargo en el partido.

Pero solo conocemos parte de la solución. Quedan muchas incógnitas: el papel final de Fernández de la Vega, la posibilidad de que Alonso vuelva al Gobierno, la continuidad de ministros sin relieve como César Antonio Molina y Beatriz Corredor... e incluso el papel futuro (menos discutido) de Moratinos y Miguel Sebastián. Lo único seguro es que es la primera crisis seria de Zapatero y que será clave para el futuro de la legislatura.

Joan Tapia, periodista.