Afganistán, guerra y paz

No hay duda de que el anuncio de la tregua en la provincia de Badghis, al oeste de Afganistán, es una buena noticia para nuestras tropas desplegadas en la zona y sobre todo para la población local. Sin embargo, la cautela se impone en un escenario que ha demostrado ser crítico y volátil.

Como siempre el diablo está en los detalles: Según medios afganos, el consejo de ancianos de Balamurghab acordó con los talibanes el cese de las hostilidades durante el periodo previo a las elecciones presidenciales del próximo 20 de agosto, la apertura de una oficina de la Comisión Electoral Independiente en el municipio, y el compromiso de permitir la constitución de consejos de desarrollo y la construcción del tramo de la carretera entre las provincias de Badghis y Faryab que cruza el distrito de Balamurghab y que es sin duda un proyecto crítico.

El acuerdo anunciado por el Gobierno afgano, y del que ya hay informes de ruptura por parte de los talibanes, apunta pues hacia una tregua dentro de un marco temporal y geográfico limitado, sin mención alguna al periodo post electoral ni a la totalidad del territorio de Badghis, si bien se centra en la zona más conflictiva, el distrito de Balamurghab, centro neurálgico de la insurgencia en la provincia. A esto se suma la cuestión de la legitimidad y capacidad de los interlocutores de la insurgencia de firmar un acuerdo y garantizar su cumplimiento. El movimiento Talibán del sector oeste se compone de una multitud de grupúsculos liderados por señores de la guerra que en los últimos años se han enfrentado por el liderazgo en la zona.

La tregua en Badghis se produce en un momento crucial en el que Estados Unidos y sus aliados han tomado la iniciativa en la campaña de verano. La Operación Khanjar lanzada a principios de julio en Helmand al sur de Afganistán, no sólo constituye la mayor operación del cuerpo de marines desde la invasión de Fallujah en 2004 sino también y sobre todo la primera gran batalla de las tropas de Estados Unidos dentro del marco de la nueva estrategia de contrainsurgencia liderada por el general McChrystal e inspirada por los resultados obtenidos en Irak. Así, objetivo principal de las operaciones en curso no es tanto acabar con los talibanes sino tomar el control de zonas estratégicas y crear un espacio de seguridad para las poblaciones locales, durante y más allá de las elecciones del 20 de agosto, que permita eventualmente la mejora de sus condiciones de vida y el desarrollo de nuevas infraestructuras.

El fin temporal de las hostilidades en Badghis mitiga y previene sólo en parte los posibles efectos del conocido como efecto globo según el cual el aumento de la presión militar en las provincias del sur y el este del país tiende a desplazar el frente hacia el oeste. El riesgo de que la insurgencia aproveche la calma en Badghis para reubicar en el sector oeste parte de sus efectivos sigue siendo real.

La reactivación del frente oeste no es una cuestión menor. Su importancia estratégica quedó demostrada en 1996 en la campaña que emprendieron los talibanes en su avance hacia Mazar e Sharif. El aumento considerable de la presencia y violencia insurgente en el sector oeste en los últimos dos años muestra la importancia estratégica de la zona para los talibanes -se estima que en la provincia de Badghis el número de ataques se ha incrementado cerca de un 300% en los últimos tres años y que el número de insurgentes ha pasa

-do de 200 a algo más de 1.500 entre 2007 y 2008-. Tropas afganas, estadounidenses y españolas lanzaron a finales de mayo una ofensiva contra los talibanes en el distrito de Balamurghab para consolidar su posición en la recientemente construida Base de Apoyo Avanzado Columbus cuyo objetivo es, entre otros, proteger la autopista nacional, la conocida como Ring Road, que cruza la provincia y que sin duda será el proyecto prioritario en los próximos meses.

Más allá del interés estratégico obvio, esta carretera circular de 3.000 kilómetros que pretende conectar las principales ciudades de Afganistán representa la apertura del país a las provincias de China Occidental y Asia Central, y es sin duda un proyecto crítico y un objetivo prioritario de los talibanes. La comunidad internacional ha invertido cerca de 3.000 millones de dólares desde la caída de los talibanes en un proyecto de alto riesgo que comenzó en los años 60 y que en la actualidad tan sólo los ingenieros de la Corporación de ferrocarriles china están dispuestos a llevar a cabo (el proyecto se ha detenido en 11 ocasiones en los últimos dos años y medio debido a las amenazas, ataques). La finalización y protección del último tramo de la Ring Road seguirá siendo por todo ello un objetivo prioritario para Estados Unidos y la ISAF, más aún dentro del marco de la nueva estrategia de contrainsurgencia que pretende poner el énfasis en la mejora de las condiciones de vida de la población. El alto el fuego temporal en la provincia de Badghis, sin duda ofrece la oportunidad de avanzar en esta línea.

Estados Unidos planea enviar refuerzos a Badghis en septiembre para consolidar la estabilidad de la zona, frenar un posible avance talibán hacia el norte y permitir la finalización del tramo de la Ring Road. Si las tropas estadounidenses, afganas y de la ISAF -incluido el contingente español- consiguen capear con éxito la tradicional campaña de verano y crear un espacio de seguridad lo suficientemente estable como para permitir la finalización del tramo oeste de la autopista, habrán logrado un objetivo de gran valor simbólico y de considerable importancia estratégica que podría cambiar las tornas a favor de las tropas internacionales y el Gobierno afgano en la zona. Son proyectos como el de la Ring Road los que ganan las batallas contra los talibanes, aunque para asegurarse el éxito, también serán necesarias operaciones bélicas como la que estos días libran los estadounidenses en Helmand.

"Prepararse para lo peor y esperar lo mejor" dice un viejo adagio militar. No hay duda de que la campaña de verano será larga y dura en todos los frentes. La tregua de Badghis reaviva la esperanza de una solución negociada al conflicto afgano, pero sigue imponiéndose la cautela en un escenario en el que históricamente la paz ha sido un objetivo escurridizo.

El desarrollo de una estrategia sólida, y no sólo militar, para el sector oeste que complemente la ya emprendida en el sur y en el este será vital para el futuro de la campaña de contrainsurgencia en Afganistán. Las tropas españolas, italianas y estadounidenses desplegadas en el sector oeste seguirán jugando, junto a sus homólogos afganos, un papel clave en la reconstrucción del país y la lucha contra los talibanes que no dejarán pasar ninguna oportunidad de avanzar hacia el norte en su intento de repetir una historia que todos quieren dejar atrás.

Gabriel Reyes Leguen, coordinador de proyectos en el Programa de Oriente Medio y del Mediterráneo del Centro Internacional de Toledo para la Paz.