Armas y contaminación mediática

Después de las masacres de Alemania y Alabama y del crimen de Murcia, podemos preguntarnos cuáles son las causas que están provocando una americanización de Europa en este sentido y no una europeización de América.

Hasta ahora, nadie cuestionaba que Europa disponía de un modelo contrapuesto al americano que nos ofrecía más seguridad y mucha menos violencia. Ello se explica porque en EEUU es un derecho constitucional que los ciudadanos posean un arma libremente, con lo cual, de 300 millones de habitantes, casi 100 millones disponen de armas, sobre todo cortas (revólveres y pistolas) o incluso las peligrosas armas de asalto (M16 o AK47), permitidas en la época de Bush. Sin embargo, en Europa, de 300 millones de habitantes solo disponen de armas alrededor de 15 millones, la mayoría de las cuales son largas (escopetas y carabinas).

Aunque parezca que tenemos las mismas víctimas que en América a causa de los trágicos sucesos de estos días, y que nos estamos homologando al modelo americano, la diferencia es el goteo constante de muertos causados por arma de fuego que tienen al otro lado del Atlántico y que ya no es noticia por habitual: diez veces más homicidios y asesinatos que en Europa.

En EEUU, durante estos años, las administraciones locales y los estados han llevado a cabo políticas de reducción de la posesión libre de armas, con la oposición de los republicanos y de la NRA (Asociación Nacional del Rifle), que iban ofreciendo una reducción progresiva de la criminalidad violenta hasta ahora.

Ya el atentado fallido contra Ronald Reagan propició una tímida ley de control de armas, la ley Brady, que lleva el nombre del portavoz de la Casa Blanca que quedó paralítico en ese magnicidio. Esta ley obligaba a las tiendas a esperar cinco días antes de entregar un arma para comprobar los antecedentes penales y otros impedimentos del comprador. Solo esta medida ya propició una drástica bajada de la criminalidad. Sin embargo, en junio del 2008 el movimiento conservador proarmas ganó una gran batalla, ya que el Tribunal Supremo (conservador, en su mayoría) dictó la sentencia Heller, consolidando un derecho constitucional amplio a poseer armas en casa. Esta polémica sentencia, criticada incluso por el juez conservador Posner (padre de la Escuela de Derecho y Economía de Chicago), puede impedir las imperiosas medidas legales para restringir las armas, y ya se pronostica un incremento de la violencia. Pese a todo, Barack Obama no puede tomar medidas legales, pues debería reformar la segunda enmienda de una constitución muy rígida.
Este año, el Tribunal Supremo, con la Sentencia Hayes, ha corregido algo su anterior postura, ya que ha señalado que es delito la posesión de armas en manos de una persona que haya sido condenada años antes, incluso por leve falta de violencia doméstica. Nadie desea otra muerte anunciada de otro presidente de los EEUU, pero el riesgo de atentado contra Obama no es pura especulación, sino una realidad. La prensa norteamericana alerta de que, durante el pasado mes de noviembre, más de 100.000 personas compraron armas en EEUU, y ayer mismo el Washington Post anunciaba la detención de un sujeto con un rifle de gran potencia.

Lo que sí es una realidad es que el modelo europeo de seguridad --con más policía pública, más políticas de prevención, sociales y de sanidad-- hace que aquí haya más seguridad y un número mucho menor de asesinatos y homicidios que en Estados Unidos. Pero cabe especular sobre qué es lo que nos está igualando a América cuando un joven de 17 años, de buena familia, asesina a 15 personas en Alemania, ayer, o en Finlandia, hace unos meses.

La conclusión de los estudios es que hay una intoxicación mediática, tanto a través de películas como a través de videojuegos, en lo que se ha denominado ya "contaminación en violencia". Ciertamente, se está banalizando la violencia, se están identificando los valores de masculinidad y valentía con las armas, así como aumenta la tendencia a la resolución de cualquier conflicto a través del recurso a éstas.
Europa, que está creando modelos alternativos a los de Hollywood, debería presentar un modelo mediático contrapuesto a este modelo de inseguridad americano. Del mismo modo que en el libre comercio mundial podemos impedir la entrada de productos tóxicos procedentes de otros países, Europa debería poner impedimentos a la entrada de todos estos productos nocivos y peligrosos que están condicionando las mentes de nuestros jóvenes.

Por mucho que la industria defienda que los niños y jóvenes saben identificar la realidad y la ficción de los contenidos de los videojuegos y las películas, lo cierto es que nos están ametrallando con imágenes que fomentan la agresividad y la violencia como forma de vida. El libro de los profesores Anderson, Gentile y Buckley Violent Video Game Effects on Children and Adolescents (Efectos violentos de los videojuegos en niños y adolescentes) alerta de ello y señala que "es una evidencia científica que la exposición a los videojuegos violentos tiene una relación causal con el comportamiento violento".

En la época de Bill Clinton ya se emitió un informe sobre el fin de la autorregulación en temas de violencia. Esperemos que, con la nueva presidencia, el modelo mediático que se imponga ofrezca a nuestra sociedad una tendencia hacia formas alternativas a la resolución de conflictos. Y es que las soluciones legales, y mediáticas, para garantizar la seguridad basadas en la generalización de la cultura de la violencia se demuestran ineficaces y comportan trágicos resultados. Europa debe tenerlo en cuenta e intentar frenar tal contaminación.

Roser Martínez, profesora de Derecho de la Universitat Autònoma de Barcelona y autora de Armas: ¿libertad americana o prevención europea?