Presente y futuro del euro digital

El acelerado progreso tecnológico de los últimos años, así como la caída del uso de efectivo por los particulares, ha hecho que los debates y análisis sobre la posible introducción de monedas digitales por los Bancos Centrales hayan irrumpido con fuerza. De hecho, según datos del Banco Internacional de Pagos, el 90% de los Bancos Centrales está explorando la posibilidad de emitir sus propias monedas digitales e incluso ya hay algunos países como Las Bahamas,que han adoptado su propia moneda digital.

Pero al hablar de dinero digital de Flancos Centrales, hay una serie de preguntas bastante frecuentes ¿que función cumpliría una moneda digital de un Banco Central si los medios digitales para la realización de pagos están va muy extendidos y funcionan bien? ¿Realmente es necesario? ¿No se trata más bien de una solución en busca de un problema?

Para responder a estas preguntas es necesario explicar las diferencias entre el dinero público y el dinero privado. La estabilidad de nuestro sistema monetario reposa sobre la idea de que el dinero privado es convertible 1:1 en dinero público. Por ejemplo, los usuarios bancarios confían en que sus depósitos bancarios pueden convertirse cuando lo deseen en efectivo. Para que esto siga siendo así, es necesario que el dinero público, es decir, el dinero emitido por el Banco Central siga jugando un mi fundamental en nuestro sistema monetario. Para los economistas, se trata básicamente de que el agregado monetario MO (efectivo y reservas del Banco Central) siga siendo relevante.

Según un estudio del BCE, en 2022, el 59% de las transacciones en punto de venta en la zona euro se hicieron con efectivo, frente al 72% en 201M. Por tanto, el uso de medios electrónicos para el pago se está acelerando. Además hay países de la zona euro donde las cifras de uso de medios electrónicos son aún más acusadas: por ejemplo, en Finlandia y Holanda sólo el 20% de las transacciones en punto de venta se liquidaron con efectivo.

Por ello, la zona euro no se está quedando atrás en el análisis sobre la posible emisión de un euro digital. A debatir sobre esta cuestión se dedicó una sesión el pasado 14 de abril en la sede de postrado de la Universidad de Navarra en el marco del máster de Banca y Regulación Financiera. Dcsde el lanzamiento de la fase de investigación en octubre de 2021, el Consejo de Gobierno del BCE ha ido tomando decisiones acerca de su diseño, apoyándose en aportaciones tanto de participantes de mercado como de instituciones europeas (Parlamento Europeo, Eurogrupo/Consejo de la UE y Comisión Europea). Se espera que la fase de investigación concluya en octubre de 2023. En ese momento, el Consejo de Gobierno del BCE decidirá si se inicia la fase de implementación. En cualquier caso, el inicio de la fase de implementación no implica que finalmente se vaya a emitir un euro digital. En paralelo, hay determinadas decisiones de naturaleza política que requieren que la Comisión Europea presente una propuesta legislativa para que sea debatida y acordada por el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea. Se espera que la Comisión Europea presente su propuesta normativa en el segundo trimestre de 2023.

Tal y como está concebido en estos momentos, el euro digital seria dinero público electrónico, es decir, seria un pasivo del Banco Central que ofrecería a los usuarios un medio de pago seguro y fácil de utilizar, como es el efectivo en la actualidad. Es relevante tener en cuenta que el euro digital no pretende reemplazar el dinero efectiva El objetivo principal del euro digital es reforzar al papel del dinero público como ancla del sistema monetario. Se trata de que la confianza que el Banco Central otorga al dinero fiat siga yendo de la mano de los últimos desarrollos tecnológicos. De este modo, se concibe como una opción adicional para los usuarios, no como una forma de invitarles a sustituir dinero efectivo por dinero digital.

El euro digital tampoco busca reemplazar los depósitos de los bancos comerciales ni se concibe como instrumento de política monetaria. En este sentido, el euro digital cumpliría más una función de medio de pago que de depósito de valor. Para garantizarlo, se están considerando distintos mecanismos. En primer lugar, se está contemplando el uso de herramientas para prevenir un uso excesivo de Euros Digitales, como los límites a las tenencias (entre 3.000 y 4.000 euros por persona) o un sistema de remuneración negativa que penalice las tenencias excesivas de Euros Digitales. En segundo lugar, se está considerando mantener el sistema de dos capas en la distribución del dinero público, por lo que los intermediarios financieros supervisados, como los bancos comerciales, estarían encargados de la distribución de los Euros Digitales, de la misma manera que se encargan ahora de distribuir efectivo. Podrían asumir también tareas de alta e identificación de clientes y prevención del blanqueo de capitales. Esta aproximación tiene todo el sentido desde la perspectiva de la estabilidad financiera, en la medida en que en el cuarto trimestre de 2022, los depósitos minoristas representaron el 48% de la financiación disponible estable de los bancos en la Unión Europea. Si los bancos se vieran privados de esta crucial fuente de financiación, la concesión de crédito a la economía podría verse severamente encanecida o restringida, con el consiguiente impacto económico negativo.

De este modo, de acuerdo con los análisis realizados hasta el momento. en ningún caso consistiría el euro digital en que los ciudadanos puedan disponer de depósitos directamente en el Banco Central. El euro digital persigue otorgar un nuevo medio de pago electrónico a los ciudadanos, distribuido a través de los intermediarios financieros supervisados.

Analizar y desarrollar

Dada la envergadura del proyecto, el Consejo de Gobierno del BCE ha decidido priorizar los casos de uso a analizar y desarrollar. Así, los esfuerzos se están concentrando en los casos minoristas de comercio electrónico, pagos en punto de venta, pagos persona a persona y pagos al/del Gobierno. A pesar de que se se ha avanzado mucho en el análisis sobre el euro digital, aún quedan múltiples cuestiones pendientes de decisión, tanto de naturaleza política como técnica.

Desde ta perspectiva política, una de las principales cuestiones pendientes de resolución es la relacionada con la privacidad de las transacciones. En este extremo, existe una disyuntiva entre el interés privado de protección de la privacidad y el interés público de prevención de posibles conductas ilícitas. En cualquier caso, la propia presidenta del BCE ha indicado que incluso en transacciones offline, el anonimato en el uso del euro digital no será pleno. Otras cuestiones de naturaleza política abierta son el otorgamiento al euro digital de la consideración de moneda de curso legal o la posible obligación para los intermediarios financieros de distribución del euro digital, del mismo modo que en estos momentos cuentan con la obligación de distribuir dinero efectivo.

También hay numerosas cuestiones técnicas en las que es necesario invertir más trabajo que facilite la toma de decisiones. Por ejemplo, hay que perfilar todos los detalles de los límites a las tenencias excesivas de Euros Digitales o de la tecnología en la que se apoyaría el sistema (el esta do actual de la tecnología de registro distribuido no parece contar con la suficiente escalabilidad para un proyecto de esta envergadura).

En definitiva las autoridades públicas han invertido mucho trabajo para analizar y perfilar las posibles características de un euro digital. Pero aún queda mucho camino por recorrer y la decisión sobre su eventual lanzamiento se tomará aún dentro de unos años. Sea como sea, aquí estaremos para seguir explicando el presente y (quién sabe sí) el futuro del euro digital.

Judith Arnal es Doctora en Economía por la Universidad de Navarra y técnico comercial y economista del Estado.

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