Qué tenemos que aprender de la COVID-19

Qué tenemos que aprender de la COVID-19
Photo by Jeff J Mitchell - Pool /Getty Images

Las penurias, crisis, desgracias y errores a menudo nos ofrecen el saber más valioso. La COVID-19 es un claro ejemplo: el virus causó muchísimo sufrimiento, pero también puso de relieve los pasos que deben seguir los países, tanto individual como conjuntamente, para prepararse para las futuras emergencias de salud pública. Ahora que la pandemia parece haber quedado atrás, la pregunta es si los líderes políticos de todo el mundo se tomarán sus lecciones en serio.

No es una cuestión trivial, en las últimas décadas los brotes de enfermedades dispararon un ciclo recurrente de pánico y abandono en los responsables de las políticas; pero, a la luz de la devastación humana, económica y social que causó la COVID-19, podemos interrumpir este patrón… y debemos hacerlo.

Si algo nos enseñó la COVID-19 es que factores como el cambio climático, la invasión humana de los hábitats salvajes, el crecimiento poblacional, la urbanización y los viajes de bajo costo aumentan en gran medida la probabilidad de que nos veamos obligados a enfrentar más pandemias devastadoras en un futuro no tan distante. Según un estudio de 2021 la «probabilidad anual» de epidemias extremas «podría llegar a triplicarse» en las próximas décadas. Sería extremadamente irresponsable que no actuamos ahora para mitigar este peligro inminente.

Otra de las lecciones fundamentales que nos dejó la COVID-19 es que todos los países deben contar con sistemas sanitarios robustos, capaces de responder rápida y eficazmente ante las emergencias mientras siguen ocupándose de la atención sanitaria continua. Incluso los países con buena disponibilidad de recursos se vieron en dificultades para mantener ese complejo equilibrio durante la pandemia, lo que causó millones de muertes y graves perjuicios económicos.

Los gobiernos en todo el mundo tienen la obligación para con los ciudadanos de invertir de manera significativa y sostenida en áreas como la vigilancia de enfermedades, la capacidad de respuesta a sus brotes, los servicios de atención primaria de la salud y la capacitación de los trabajadores de atención sanitaria. Esas inversiones no solo son necesarias en los países más ricos, sino también en aquellos con menores ingresos que no pueden afrontarlas por sí solos.

Todo esto resalta la obligación de los países ricos de intervenir y brindar asistencia crítica. Durante la pandemia, los gobiernos de esos países, reconociendo que los agentes patógenos mortales no prestan atención a las fronteras nacionales, adoptaron como mantra que «nadie está seguro a menos que todos lo estemos». Sin embargo, a pesar de esa noble retórica, los países con bajos ingresos quedaron últimos en las filas de los diagnósticos, vacunas, tratamientos y otros insumos fundamentales. Gavi, la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización (cuyo directorio presido) tuvo que esperar varios meses antes de que el fondo COVAX, que creó en 2020, lograra superar el acaparamiento de vacunas y las restricciones a las exportaciones para comenzar a despachar cantidades significativas a los países que más necesitados.

La buena noticia es que garantizar el acceso a las vacunas y a otras intervenciones cruciales es una meta alcanzable. Los gobiernos pueden dar varios pasos para prepararse para la próxima pandemia y garantizar que todos los países, independientemente de su riqueza, cuenten con los recursos necesarios para gestionar la crisis.

En primer lugar, en vez de recaudar dinero durante una emergencia, se podría garantizar el financiamiento por adelantado mediante herramientas innovadoras y garantizar su disponibilidad inmediata. Además, la crisis de la COVID-19 demostró que concentrar una gran parte de la fabricación de vacunas del mundo en el Norte Global puede dificultar significativamente el acceso equitativo a ellas. Con eso en mente, la Comisión de la Unión Africana y Gavi anunciaron recientemente una campaña conjunta para establecer instalaciones de fabricación de vacunas en decenas de sitios por toda África. Esta red de producción podría minimizar los potenciales cuellos de botella y ampliar la disponibilidad de otras vacunas vitales —por ejemplo, la del cólera— cuya producción actual no logra cubrir la demanda.

Iniciativas como el acuerdo sobre pandemias, que los estados miembros de la Organización Mundial de la Salud están debatiendo, prometen fomentar una mayor equidad y eficacia en la prevención de pandemias, y en la respuesta ante ellas. Si bien las negociaciones sobre los detalles aún están en curso y muy probablemente continúen hasta que se vote el acuerdo en la Asamblea Mundial de la Salud 2024, los gobiernos podrían beneficiarse si participan en el proceso, y debieran comprometerse a cumplir el acuerdo cuando se apruebe.

Aunque la COVID-19 ya no domina los titulares en la prensa mundial, es fundamental que mantengamos la voluntad política para establecer el acceso equitativo a las vacunas y no volvamos a la complacencia prepandemia. Los líderes políticos actuales tienen la oportunidad histórica de promover un orden global más inclusivo... y la responsabilidad de actuar con audacia antes de la próxima emergencia de salud pública. Si no lo hacen nos estarán condenando a todos a revivir los traumas de los últimos tres años.

José Manuel Barroso, a former president of the European Commission and prime minister of Portugal, is Chair of the Board of Gavi, the Vaccine Alliance. Traducción al español por Ant-Translation.

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