Todos a favor del buen uso

El buen uso de los medicamentos aporta beneficios sobre la salud de las personas. No podemos dudar que los medicamentos han curado, curan y curarán a muchos pacientes con patologías diversas, y en esta situación tenemos ejemplos como los antibióticos para las infecciones o los fármacos para el cáncer. Y es más, muchos fármacos, aun no teniendo un efecto de curación, mejoran los síntomas y dan calidad de vida; por ejemplo, un analgésico para el dolor o un antitérmico para la fiebre. Esta es la parte beneficiosa de los fármacos, pero como es conocido no hay ningún medicamento inocuo, es decir, que no tenga algún efecto secundario. Es aquí en el uso de los medicamentos donde debemos diferenciar conceptos como la automedicación, la autoprescripción o el hiperconsumo.

Los objetivos de la OMS, al proponer la automedicación responsable, son prevenir y tratar síntomas y problemas menores de salud que no requieran consulta médica; reducir la continua presión que tienen los servicios médicos para el alivio de esos problemas. Hay una serie de factores que deben cumplirse para que la automedicación sea positiva. El papel del médico en orientar y explicar en qué patologías consideradas menores podemos utilizar la automedicación, el del farmacéutico orientando sobre el cuidado de la salud y en la cadena de provisión de medicamentos, y la administración sanitaria difundiendo cómo y cuándo una persona debe saber responsabilizarse de su salud y si es preciso automedicarse.

Ahora bien, ¿quién no ha acudido alguna vez a la farmacia a adquirir un medicamento recomendado por un familiar o amigo? ¿Y quién no ha comprado un medicamento recetado en anteriores ocasiones para esa dolencia leve, como el dolor de garganta o un resfriado, que padece invierno tras invierno pero se cura con fármacos que no precisan receta? En el primer caso, estamos ante una persona que opta por la autoprescripción. En el segundo caso, tenemos a un usuario que, reconociendo los síntomas de la enfermedad y sabiendo cómo combatirlos, se inclina por la automedicación responsable. Ésta se refiere al uso de medicamentos de libre acceso (no requieren receta médica) para el autocuidado y se contrapone a la autoprescripción, o uso indiscriminado de fármacos sin indicación ni supervisión facultativa. Las consecuencias pueden ser importantes: enmascaramiento de la enfermedad, aparición de efectos adversos, prolongación o agravamiento de la enfermedad, propensión o resistencia a los medicamentos empleados y fomento de la farmaco dependencia.

En el hiperconsumo de medicamentos tenemos diferentes ejemplos, como los medicamentos para el insomnio, las benzodiacepinas y similares. Estos fármacos son útiles para el insomnio en un proceso agudo, pero muchos pacientes pasan a tomarlos de por vida,haciendo un mal uso de ellos. Esto es debido a que crean mucha dependencia, es decir, necesitan más dosis para su eficacia y al dejarlos J. M. COTS YAGO, médicode familia. Centro de Salud La Marina. Profesor de la facultad de Medicina, Universitat de Barcelo-producen efecto rebote del insomnio. Otro ejemplo preocupante son los antibióticos. No hay ninguna duda de que los antibióticos son útiles y curan las infecciones bacterianas, pero se ha pasado a un uso masivo e indiscriminado para cualquier proceso febril. Y digo febril asociándolo a infección porque la mayoría de los procesos febriles son causados por virus, no por bacterias. Esta diferenciación es importante, ya que los antibióticos son eficaces frente a las bacterias, pero no frente a los virus, por lo que en pocas situaciones para una fiebre está indicado tomar un antibiótico. Y por último los analgésicos, cuyo hiperconsumo conlleva efectos secundarios como los trastornos gástricos, aumento de la tensión arterial o la cefalea por abuso de analgésicos, efecto contrario al buscado.

Todos los agentes implicados en el uso de los medicamentos, médicos, farmacéuticos, la administración sanitaria y la industria farmacéutica, debemos apoyar el buen uso de los medicamentos. La profesión médica debe utilizar los medicamentos con cautela y en situaciones indispensables, debemos evitar la medicalización con fármacos tan generalizada en nuestra sociedad, que lo quiere todo y rápido. Los farmacéuticos son claves para la información, ya que en muchas ocasiones el paciente va directamente a consultar síntomas menores a la farmacia y el farmacéutico debe ser el que indique si precisa o no un fármaco, y, si es así, cuál es el óptimo, y además explicar que si estos síntomas no mejoran debe acudir a su médico.

Y también la administración sanitaria debe implicarse en el uso racional del medicamento con campañas a favor del buen uso; por otro lado, como ya ocurre en otros países europeos, no todo fármaco comercializado es financiado por el Estado si no aporta algo nuevo y más beneficioso que el fármaco de referencia. Y la industria farmacéutica debe apoyar un uso del medicamento como y cuando sean necesarios.

Josep M. Cots Yago