La inteligente diplomacia de vacunas de la India

La inteligente diplomacia de vacunas de la India
Erika Santelices/Safp/AFP via Getty Images

En tanto los países se pelean para asegurarse vacunas contra el COVID-19, expresiones desagradables como “carrera de vacunas” y “nacionalismo de vacunas” se han incorporado al léxico global. Pero, en un momento en el que la cooperación global a la hora de compartir vacunas es mínima, y cuando los planes de distribución de vacunas de la Organización Mundial de la Salud todavía no se han puesto en funcionamiento, la India ha tomado un camino diferente, promoviendo silenciosamente una “diplomacia de vacunas”. Su campaña “Vaccine Maitri” (amistad de vacunas) ha enviado cientos de miles de vacunas Covishield fabricadas en la India bajo licencia de Oxford-AstraZeneca a unos 60 países.

La India es un gigante farmacéutico global, que fabrica alrededor del 20% de todos los remedios genéricos y que representa el 62% de la producción global de vacunas, de manera que actuó con celeridad cuando estalló la pandemia. Antes de que se desarrollaran las vacunas contra el COVID-19, la India les suministraba hidroxicloroquina y paracetamol a unos 100 países, y envió productos farmacéuticos, kits de testeo y otros equipos a unos 90 países. Más tarde, inclusive antes de que se aprobara la vacuna de Oxford-AstraZeneca, Adar Poonawalla, el director de 40 años del Instituto Serum de la India, de capital privado, audazmente decidió fabricarla –una apuesta de miles de millones de dólares-. Cuando llegaron las aprobaciones, el instituto pudo producir millones de dosis, poniéndolas a disposición del gobierno para su uso doméstico y para exportar.

Las vacunas indias se han enviado a la mayoría de los vecinos del país, entre ellos Afganistán, Bangladesh, Bután, Sri Lanka, las Maldivas, Myanmar y Nepal, y también más lejos, a las Seychelles, Camboya, Mongolia, y a países insulares del Pacífico, del Caribe y de África. Las vacunas sirvieron para enmendar las relaciones tensas con Bangladesh y cimentaron lazos de amistad con las Maldivas.

Sin duda, China y Rusia están promoviendo sus propias vacunas, y las compañías farmacéuticas occidentales están embolsando una bonanza de publicidad (junto con una disparada extraordinaria del precio de las acciones). Pero en el desarrollo de vacunas para su propio uso, el Norte Global pasó por alto el costo prohibitivo de las vacunas de Pfizer-BioNTech, Moderna y Johnson & Johnson para los países más pobres. Por otro lado, según se reportó, las vacunas fabricadas en la India son seguras, costo-efectivas y –a diferencia de algunas otras- no exigen almacenamiento y transporte a temperaturas muy bajas.

La diplomacia de vacunas de la India, por supuesto, no es puramente altruista. Cuando el primer premier del país, Jawaharlal Nehru, sentó las bases de la infraestructura de ciencia y tecnología de la India, sus intenciones se expresaron en términos nobles, humanistas y universalistas. Pero hace mucho tiempo que sus sucesores reconocieron de qué manera la India puede apalancar sus capacidades científicas y médicas para mejorar su posición geopolítica. En un momento en que la mayoría de los países más ricos son criticados por acaparar dosis de vacunas, la India se destaca por haber enviado 33 millones a países más pobres, con millones más por ser despachadas.

También existe un subtexto implícito: la rivalidad con China, con la cual las tensiones se han intensificado luego de enfrentamientos en la frontera del Himalaya. La India no sólo eclipsó a China como proveedor de vacunas baratas y accesibles al Sur Global; ha sido más rápida y más efectiva. Por ejemplo, China ha anunciado 300.000 dosis para Myanmar, pero todavía no ha entregado ninguna, mientras que la India rápidamente suministró 1,7 millones. De la misma manera, las vacunas indias superan a las de China en Camboya y Afganistán.

Cuando una crisis de credibilidad consumió las vacunas de China en un Brasil azotado por la pandemia, donde las encuestas demostraban que el 50% de los brasileños encuestados no estaban dispuestos a recibir la vacuna Sinovac, el presidente Jair Bolsonaro recurrió a la India, que respondió con premura. En sus tuits en señal de agradecimiento, Bolsonaro ilustró su gratitud con una imagen de la épica Ramayana de la India, que muestra a Lord Hanuman cargando una montaña entera para proporcionar la hierba Sanjeevani booti que le salvaría la vida a Lanka.

Las vacunas indias están llegando inclusive a países más ricos. El Reino Unido ha ordenado diez millones de dosis al Instituto Serum de la India. Canadá, cuyo primer ministro, Justin Trudeau, ha provocado más de una vez a su par indio, Narendra Modi, lo telefoneó para pedirle dos millones de vacunas; las primeras 500.000 fueron entregadas a los pocos días. Trudeau declaró efusivamente que la victoria del mundo sobre el COVID-19 sería “gracias a la enorme capacidad farmacéutica de la India, y al liderazgo del primer ministro Modi al compartir esta capacidad con el mundo”.

La India está utilizando la capacidad del país en este sector de manera sutil para promocionar una alternativa al predominio económico y geopolítico de China. Mientras que China ha sido reservada a la hora de divulgar datos sobre sus vacunas, lo que llevó a controversias sobre su eficacia, la India organizó viajes para que embajadores extranjeros pudieran visitar fábricas farmacéuticas en Pune y Hyderabad.

El contraste con el comportamiento de los países más adinerados es no menos llamativo. Según el Instituto Global de Salud de la Universidad de Duke, los países desarrollados con el 16% de la población mundial –entre ellos, Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido, cada uno de los cuales se garantizó suficientes suministros como para vacunar a sus poblaciones varias veces- se han asegurado para ellos mismos el 60% de los suministros de vacunas globales. Otros países que se abastecen de suministros que superan sus necesidades domésticas incluyen a Australia, Chile y varios miembros de la Unión Europea.

El mundo le está prestando atención a la India mientras comparte sus suministros disponibles de vacunas, en lugar de elegir el curso nacionalista de bloquear las exportaciones. La India también ha ofrecido 1.100 millones de dosis de vacunas al programa COVAX de la OMS para distribuir vacunas contra el COVID-19 a países más pobres. Como ha tuiteado Modi, “Estamos todos juntos en la lucha contra esta pandemia. La India está comprometida a compartir recursos, experiencias y conocimiento para el bien global”.

Si existe un temor, es que la India haya exportado tres veces más dosis de las que le ha administrado a su propio pueblo. El país está retrasado en su objetivo de inmunizar a 300 millones de personas en agosto, después de vacunar a unos tres millones de trabajadores de la salud en una campaña que comenzó el 16 de enero. Y un creciente temor sobre una mayor cantidad de casos, la aparición de variantes del COVID-19 que tal vez no respondan a las vacunas existentes y una economía que todavía no se ha recuperado plenamente intensificarán el desafío que enfrenta la India de cumplir con sus obligaciones con los países en desarrollo satisfaciendo al mismo tiempo la demanda doméstica.

Cumplir con ese desafío es un interés nacional vital. La diplomacia de vacunas de la India ha sido un impulso para las aspiraciones del país de ser reconocido como una potencia global. Al combatir la pandemia, ha ido mucho más allá de la provisión de rutina de atención médica o el suministro de drogas genéricas. Sin duda, no se sabe con certeza si promover el poder blando a través de exportaciones de insumos sanitarios impulsa de manera significativa la posición de un país en el orden global. Pero si alguna vez se reasignan las bancas permanentes en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, los gobiernos agradecidos sabrán quién ha hecho más para salvar a un mundo que se tambalea como consecuencia de la embestida de un patógeno mortal.

Shashi Tharoor, a former UN under-secretary-general and former Indian Minister of State for External Affairs and Minister of State for Human Resource Development, is an MP for the Indian National Congress. He is the author of Pax Indica: India and the World of the 21st Century.

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