Los libdem y Europa

Llegará al poder el Partido Liberal Demócrata en Gran Bretaña gracias a las elecciones de mañana? La pregunta no es una hipótesis que se pueda descartar de inmediato como ha venido sucediendo en los últimos decenios. Nick Clegg, el líder del partido, tiene un carisma que sobrepasa al de sus rivales directos. Los electores británicos, por muy cansados que estén de los laboristas - que siguen marcados al rojo vivo por su apoyo a la guerra de Iraq-,pueden estar también asustados ante el programa social y fiscal de los conservadores que lidera David Cameron.

Nick Clegg juega hábilmente esa carta presentándose como el candidato antisistema, pese a mantener los rasgos de la respetabilidad. Desde una perspectiva realista, puede hablarse de la eventualidad de una coalición. Sería una excelente noticia para los británicos pero también para todos quienes desean ver que Europa se convierte al fin en un actor global en la escena internacional.

La prioridad número uno del Partido Liberal Demócrata es la lucha contra el calentamiento climático y llegar al objetivo sin carbono en el año 2050; Gran Bretaña de este modo se convertiría en uno de los países líderes de la lucha contra el calentamiento global en el seno de la Unión Europea. Los liberaldemócratas proponen negociar con los países en vías de desarrollo la reducción de sus emisiones de dióxido de carbono a cambio de un apoyo financiero y que la Unión Europea tenga un papel clave en el seno de los distintos organismos internacionales, para poder vincular de esta manera la lucha contra el calentamiento climático y la ayuda al desarrollo.

Los liberaldemócratas (libdems) proponen también gravar con un impuesto las transacciones financieras así como el tráfico aéreo para financiar de este modo el desarrollo. Sin discutir la presencia británica en Afganistán, Nick Clegg considera que los soldados han sido enviados sin la equipación necesaria. Propone una vasta revisión estratégica de la política de defensa británica, anular la última serie 3 del caza Eurofighter y no reemplazar la totalidad de los misiles nucleares Trident. No se trata, como rápidamente se ha dicho, de desnuclearizar Gran Bretaña, sino de reducir el número de cabezas atómicas.

Los liberaldemócratas hablan de reforzar la cooperación de la defensa francobritánica y, más generalmente, de la cooperación europea, especialmente para reducir los elevados costos de la compra de material de defensa.

Rompiendo con la habitual posición británica al respecto, proponen una nueva reglamentación del sistema financiero y bancario, así como la adopción a medio plazo del euro por parte del gobierno de Londres. Consideran que el Reino Unido debe ser favorable a la idea de una Europa como actor global, especialmente para afrontar la concurrencia de las nuevas potencias emergentes. Su ambición es dar un papel de líder en Europa a Gran Bretaña, en lugar de frenarlo. La redinamización de la política exterior británica dará un impulso bienvenido a la política exterior europea.

Desde el punto de vista francés, algunas propuestas de los liberaldemócratas pueden, a priori, asustar, especialmente la revisión de la Política Agrícola Común (PAC). Pero cualquiera que sea la configuración de su mapa político, Francia deberá hacer frente de modo tajante a los ataques contra la PAC.

Algunos espíritus frioleros podrían temer que una reducción del número de armas nucleares británicas pudiera suponer una obligación indirecta sobre Francia para hacer lo propio. Sería olvidar la principal ventaja de tener una Gran Bretaña que podría unirse a una Alemania desembarazada de sus inhibiciones de la guerra fría y a Francia para que los tres países principales de la Unión Europea den un impulso a una Europa más activa, más autónoma en la escena internacional.

Podrán formar con otros países que comparten esta misma ambición (España, Bélgica, Grecia) un núcleo duro que permita a Europa ser ella misma y tener más peso en el ámbito internacional. Eso acabaría con la maldición según la cual una Europa poderosa no es realizable sin el Reino Unido pero es imposible con él.

Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), y Fabio Liberti, responsable del master Estudios Europeos del IRIS.