En Colombia, las consultas interpartidistas son el antídoto contra las malas costumbres de la vieja política

El electorado en Colombia tendrá una gran oportunidad, este 13 de marzo, no solo de renovar el Congreso, sino también de escoger a los candidatos presidenciales de tres coaliciones, las cuales suman las aspiraciones de 16 precandidatos a las presidenciales del próximo 29 de mayo. Aunque esta consulta interpartidista está en la Constitución desde 2009, en esta ocasión aparece como una especie de primaria presidencial: una oportunidad entre los electores, debido a la diversidad de candidatos, de poder votar por su favorito y que realmente signifique algo en los resultados.

El establecimiento de coaliciones políticas ha fortalecido la participación de partidos minoritarios, quienes solos no tendrían posibilidades de ganar la presidencia. Al unirse con otras fuerzas, en torno a posiciones ideológicas afines, sus oportunidades son reales pues suelen acordarse mecanismos para que los perdedores acompañen al ganador de la consulta.

Así ocurrió en 2018, cuando un virtual desconocido Iván Duque se convirtió en presidente de Colombia. El actual mandatario fue seleccionado por el Centro Democrático por medio de encuestas. Sin embargo, Duque sabía que no podría ganar solamente con los votos de su partido. Fue cuando se inscribió en la coalición de la derecha y ofreció la vicepresidencia de su potencial gobierno a quien llegara en segundo puesto. El 11 de marzo de ese año, venció a Marta Lucía Ramírez, del Partido Conservador, y tras esa consulta la convirtió en candidata a la vicepresidencia. Reunidas estas dos colectividades, logró un holgado triunfo, con más de 10 millones de votos.

Se demostró entonces que las consultas interpartidistas para seleccionar a candidatos son una herramienta eficaz para convocar a los electores. Tanto que hoy son una especie de primera vuelta, como sucedió en 2018, dado que posicionan a los ganadores desde antes del inicio de la campaña presidencial.

Actualmente en Colombia el conservatismo, el Partido de la U, el liberalismo y Cambio Radical están atomizados. Incluso el partido de gobierno, el Centro Democrático, que tiene candidato presidencial propio (Óscar Iván Zuluaga), no ha logrado mantenerse unido. En buena parte por el estruendoso fracaso de Duque como presidente, quien cuenta con 70% de desaprobación, de acuerdo con la última encuesta Invamer.

Unirse a la ola ganadora ha sido una buena alternativa tanto para los políticos tradicionales como para los movimientos independientes, pues los precandidatos han podido exponer sus propuestas en foros y manifestaciones a cantidades de personas a quienes de otro modo sería difícil llegar. Por otra parte, la ciudadanía ha podido conocer de antemano sus ideas y personalidades; la procedencia regional y étnica de algunos; su desempeño si fueron alcaldes o gobernadores; y, en general, su concepción de nación y de progreso social. Este conocimiento es de gran importancia para que el voto sea responsable, una de las cualidades de un buen ejercicio democrático.

Las y los electores tienen claridad también sobre la orientación política de quienes integran las coaliciones, que cubren todo el espectro, desde la derecha hasta la izquierda más progresista.

Con cinco precandidatos, la derecha se mueve entre numerosos escándalos de corrupción y la sombra del expresidente Álvaro Uribe, quien es mencionado siempre como el inspirador de muchas de las ideas que los aspirantes de la coalición ‘Equipo por Colombia’ exponen. Entre ellas, no desarrollar los compromisos derivados del Pacto de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), no negociar con organizaciones ilegales y mantener los privilegios tributarios para los grandes capitales.

A su vez, en el Pacto Histórico, Gustavo Petro competirá con cuatro precandidatos que no le harán mella. Además de ser, desde hace más de dos años, el puntero en todas las encuestas, está llenando plazas. Durante las últimas semanas, esta coalición —que comenzó agrupando a los cuatro partidos de la izquierda: Colombia Humana, Unión Patriótica, Polo Democrático Alternativo y Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS)— ha ganado importantes adeptos, entre ellos dirigentes liberales, cristianos y, hace cuatro días, la sorpresiva adhesión de 500 oficiales y soldados retirados, agrupados en una de las dos organizaciones de militares jubilados, Veteranos por Colombia. Este respaldo causó sorpresa, pues como exguerrillero del M-19, Petro tenía una franca distancia con el estamento militar que combatió a esa organización revolucionaria durante sus 16 años de existencia. Así, polos opuestos comienzan a acercarse en una contienda muy interesante, que podría marcar el inicio de un buen ejercicio de reconciliación entre contrarios.

En la coalición de centro, las luchas intestinas son el pan de cada día y podrían afectar sus resultados del próximo domingo. Los precandidatos que sobrevivieron al estrepitoso retiro de la excongresista Ingrid Betancourt —recordada por el largo secuestro que sufrió entre 2002 y 2008 en manos de la extinta guerrilla de las FARC— no han logrado recomponerse. Y recientes alianzas de uno de ellos, el exministro Alejandro Gaviria, con sectores relacionados con manejos politiqueros, han aumentado la fragilidad de este grupo, que hoy se percibe más como una agrupación de egos personalistas, que como un movimiento con ideas sólidas y novedosas para mejorar las condiciones en las que quedará sumida Colombia al final del gobierno de Duque.

Colombia vivirá, en la práctica, tres vueltas presidenciales, pues a las dos reglamentarias (29 de mayo y 19 de junio) se suma la oportunidad que tendrá el electorado, el próximo 13 de marzo, de votar por la coalición de su preferencia. Es el pueblo el que tiene, con su voto, la llave para seleccionar a candidatos, sin la imposición de los jefes de los partidos políticos, con la opción de que uno de ellos pueda convertirse en presidente de Colombia.

Con esta suerte de prólogo, la participación ciudadana le devuelve cierta confianza a la maltrecha democracia colombiana, brindando a las y los ciudadanos una herramienta eficaz para dinamizarla, con un voto más libre, por la gran cantidad de opciones que encontrarán en los tarjetones electorales.

Olga Behar es periodista, politóloga y escritora colombiana. Por más de 30 años ha investigado el conflicto armado y político de Colombia. Autora de una veintena de libros.

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