Segundo asalto por Irán

Por Hans Blix, ex jefe de la comisión de inspección de la ONU en Irak. Traducción de Toni Tobella (EL PERIÓDICO, 09/05/06):

A mediados de la década de los 90, durante mi presidencia de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), existían sospechas de que Irán disponía de un programa secreto para el enriquecimiento de uranio, pero no pudimos confirmarlo nunca en las inspecciones que llevamos a cabo. Ha sido en estos últimos años que partes significativas de dicho programa han salido a la luz y han conducido a una tensa controversia acerca de la finalidad y la continuidad de dicho programa.
En marzo de este año, el Consejo de Seguridad de la ONU apremió a Irán a que diera cumplimiento a un requerimiento del comité de gobierno del OIEA en el que se le instaba, entre otras cosas, a suspender el programa de enriquecimiento. La respuesta iraní fue limitar las inspecciones de la OIEA a lo estrictamente legal y desdecirse de unas inspecciones de tipo más molesto que fueron aceptadas en su momento de forma voluntaria. Más adelante, Irán declaró que se había subido al tren nuclear. Lo cual, por lo que parece, no indicaba que hubiese fabricado 25 kilos de uranio altamente enriquecido para un arma nuclear, sino que un número limitado de centrifugadoras se habían conectado con éxito a una cascada para producir algunos gramos de uranio enriquecido de baja calidad, que es el combustible de las plantas eléctricas nucleares (que necesitan toneladas).
Mohamed el Baradei, mi sucesor en la OIEA, ha informado de que Irán no ha cumplido con los requerimientos de la organización y del Consejo de Seguridad. Aunque la totalidad del material nuclear declarado por Irán ha sido verificado, este organismo no puede garantizar la ausencia de material nuclear no declarado ni las actividades de Irán.
Parece probable que EEUU, Reino Unido y Francia propongan que el Consejo de Seguridad obligue a Irán a suspender su programa de enriquecimiento de uranio. A diferencia del comité de gobierno de la OIEA, el Consejo ostenta la autoridad, según el artículo 7 de los estatutos de la ONU, para tomar medidas que pueden incluir sanciones económicas y militares, y que son vinculantes para los miembros. Pero solo si el Consejo decide que hay amenaza para la paz o se ha dado una agresión.

EEUU asegura que la finalidad del programa de enriquecimiento iraní es construir armas nucleares para amenazar a otros estados (en especial a Israel). Muchos observadores creen que esto es posible, pero se preguntan si la producción de un gramo de uranio enriquecido de baja calidad, que posiblemente desemboque en el desarrollo de algún arma nuclear dentro de 5 o 10 años, puede calificarse hoy como una amenaza para la paz, dando autoridad al Consejo para imponer sanciones económicas y militares.
El escenario más probable es que el Consejo adopte una resolución crítica con Irán en la que inste a los estados miembros a intentar individual o conjuntamente hacer que Irán deje de enriquecer uranio. EEUU y una alianza de estados dispuestos a ello podrían a partir de ahí adoptar medidas económicas o de otro tipo para ejercer presión sobre Irán. Muchos estados, incluyendo Rusia y China, nunca abonarían tales medidas. Por su parte, Irán podría escalar el conflicto abandonando --o amenazando con hacerlo-- el Tratado de No Proliferación y detener las inspecciones de la OIEA. Ciertamente, algo poco prometedor. Pero ¿existe alguna alternativa?
Quizá llega la hora de preguntarse por qué hay grupos en Irán dispuestos a desarrollar armas nucleares, o por lo menos acercarse a dicha opción, y por qué procuramos eliminar sus razones. El programa de enriquecimiento se inició en los años 80, cuando Irán andaba preocupado --y con motivo, por lo que se vio después-- con el programa de armamento nuclear iraquí. Hoy la preocupación es que EEUU tiene fuerzas militares y bases cercanas a Irán, y habla de la posibilidad de bombardear este país, e incluso de utilizar armas nucleares.

JUNTO CON Reino Unido, Francia y Alemania, pero también con Rusia y China, EEUU debería buscar algún lugar para hablar directamente con Irán. Está en juego no solo su seguridad, sino también su prestigio. Hostigar y aporrear puede ser contraproducente a la hora de conseguir que Irán deje de enriquecer uranio.
Si Irán garantizara que se abstiene de dar apoyo a grupos terroristas en el extranjero, debería en justa reciprocidad obtener la garantía de otros países de que no ayudarán a la subversión dentro de Irán. Más. Si se pudiera persuadir a Israel y a otros países de Oriente Próximo, como Irán, para que se abstuvieran de cualquier futuro intento de enriquecer uranio y de producir plutonio, toda la región daría un gran paso adelante hacia un orden más pacífico y se reduciría el riesgo de un aumento de la proliferación de las armas nucleares, incluidas las israelís.