José de Madrazo (Santander, 1781 - Madrid, 1859): La beata princesa Pignatelli, 1825.
Óleo sobre lienzo, 41,30 x 32 cm.
Museo Colección Madrazo. Comunidad de Madrid (Inventario Madrazo-02).
Retrato de señora, de medio cuerpo, de riguroso luto con cofia también negra; viste traje de talle alto y mangas anchas en los hombros que se estrechan en los brazos. Está sentada en un sillón estilo imperio, de realización tal vez española, de perfiles rectilíneos, salvo el remate curvo del respaldo, con los brazos afianzados por unas aves de metal dorado, tal vez unas águilas poco logradas. De rostro beatífico, casi ingenuo, con la cabeza ligeramente inclinada y graciosos tirabuzones en la frente, muy de moda en aquellos años, sostiene en la mano izquierda un libro de rezos con sus cierres metálicos apoyado en el regazo del vestido, que corresponde a modelos franceses muy extendidos hacia 1815-1818, que llegaron a España con cierto retraso en la década de 1820. A su lado, sobre una especie de cómoda, se distinguen un crucifijo, un rosario y apoyada la imagen de un santo enmarcada que completan el ambiente de fervor religioso que respira el cuadro.
Tradicionalmente se ha venido identificando con la beata Princesa Pignatelli, perteneciente a una familia oriunda de Palermo. Cabe preguntarse por el sentido de que este cuadro se mantuviera en la colección de la familia Madrazo, puesto que ninguna relación conocida mantenían con los Pignatelli. Tampoco podemos relacionar este retrato, de tamaño «pussinesco», es decir de un tercio del natural, con ninguna de las pinturas registradas por José de Madrazo en su «Lista de los retratos y cuadros de Historia que lleva executados D. José de Madrazo hasta el día de hoy, 9 de Diciembre de 1835». Tal vez el carácter íntimo de este cuadro le haya mantenido al margen de un listado de obras públicas, como tampoco quedaron registrados los retratos de familiares realizados para un uso privado e íntimo.