Un lugar, una imagen: Parque de la Villette

Si nos asomamos a las calles de París desde el cielo, resulta evidente que, como en cualquier otra gran ciudad, las zonas verdes son importantísimas. El Parque de la Villette es un claro ejemplo del urbanismo verde de finales del siglo XX.

En 1978, tras un primer intento fallido en 1976, se celebró un segundo concurso para renovar el área de La Villete, una zona de París en la que antiguamente estaban el matadero de la ciudad y el mercado de ganado (cerrados ambos en 1974). Dicha área está situada en el XIX Distrito de París, en la margen derecha del Sena.

El jurado, presidido por el arquitecto Roberto Burle Marx, estuvo formado por los también arquitectos Renzo Piano, Arata Isozaki y Vittorio Gregotti, y los paisajistas Paul Friederberg y Jacques Simón. Se presentaron 472 proyectos, de los que el jurado seleccionó 9 para la votación final.

En marzo de 1983, el jurado declaró ganador el proyecto de Bernard Tschumi. El diseño ganador rompió la secular tradición del jardín parisino y transformó radicalmente el paisaje original donde solo se conservó el Grande Halle y el canal de l’Ourcq. El parque abarca 55 hectáreas y está salpicado por una trama de edificios rojos llamados «Folies», que ponen una nota de color al parque y ofrecen numerosos servicios.

Al presentar su proyecto sobre La Villette, Bernard Tschumi escribió:

«El concurso para el Parque de La Villette fue el primero en la historia reciente de la arquitectura en proponer un nuevo programa, el de un parque urbano que plantea que la yuxtaposición y la combinación de varias actividades, promoverá nuevas actitudes y perspectivas. Este programa representa una importante ruptura. La década de 1970 fue testigo de un periodo de renovado interés en la constitución formal de la ciudad, sus tipologías y morfologías. Mientras los análisis que se desarrollaron se enfocaban en la historia de la ciudad, ésta estuvo completamente carente de justificaciones programáticas. Ningún análisis dictaminó la cuestión de cuáles actividades ocurrirían en la ciudad. Tampoco ayudó en dicho dictamen el hecho de que la organización de funciones y eventos fue de un problema arquitectónico tanto como lo fue la postulación de formas y estilos. El Parque de La Villette, por el contrario, representa una política programática alentadora e integrada, relacionada tanto con las necesidades de la ciudad como con sus limitaciones».
Tabet M., La Terrifiante Beauté de la Beauté, naturalisme et abstraction dans l’architecture de Jean Nouvel et Rem Koolhaas, Paris, 1996.

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