Ecología (Continuación)

  • La agricultura sostenible, mucho más que una tendencia: El objetivo de alcanzar un planeta sostenible, capaz de acomodar los menesteres básicos de sus habitantes, conservando a su vez los recursos que permitirán la supervivencia de las generaciones, es más que una tendencia que disfruta de la aceptación general. Es una necesidad perentoria.
  • Cambios catastróficos en los ecosistemas: La dinámica de los ecosistemas suele alternarse entre dos estados estables. Variaciones en la disponibilidad de recursos o en las poblaciones de consumidores de estos recursos inducen la transición entre un estado u otro, pero los sistemas de gestión basados en esta bioestabilidad no siempre funcionan.
  • Los moluscos como indicadores: Un estudio demuestra que algunos organismos utilizados como bioindicadores de la concentración de metales pesados no pueden predecir con fiabilidad la calidad alimentaria de otros organismos. La concentración de metales en los moluscos, por ejemplo, depende de las características de cada especie que, a su vez, varían con el metal analizado.

Durante el último siglo el paisaje ha sufrido profundas alteraciones. El crecimiento de ciudades, industrias, infraestructuras de todo tipo y el cambio en los usos del suelo han sido los principales motores de esta alteración que se ha manifestado en todos los niveles de los ecosistemas. Las aves también han sufrido las consecuencias de estos cambios. La construcción de carreteras, líneas de alta tensión, antenas de radio y televisión o los parques eólicos están provocando una creciente mortalidad sobre ciertas poblaciones de pájaros. La preocupación por este efecto ha motivado que los científicos evaluen el daño que pueden provocar ciertas actividades humanas sobre las poblaciones de aves. [Seguir leyendo en Ecotropía]

No deja de sorprender que a estas alturas sigan apareciendo en Europa nuevas especies de vertebrados. Pero lo cierto es que nuestro continente, cuyos rincones parecen haber sido escudriñados cientos de veces por los científicos, sigue encerrando innumerables tesoros biológicos aún por descubrir. Eso es justamente lo que sucedió a finales del verano de 1990 en el entorno del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en Huesca. Jordi Serra, doctor en biología del Instituto Pirenaico de Ecología, perteneciente al CSIC, descubrió una nueva especie de anfibio que fue descrita tres años después y bautizada con el nombre de rana pirenaica (Rana pyrenaica). Se trata de una especie endémica de las zonas central y occidental de los Pirineos que vive en los torrentes de aguas frías y bien oxigenadas. De forma ocasional también se han hallado ejemplares en charcas donde se produce una renovación constante del agua. Este anfibio presenta estrictas exigencias ecológicas y gran adaptación a las duras condiciones de la alta montaña. De hecho, las hembras realizan la puesta a finales de febrero. La rana pirenaica es un anuro de talla mediana, de unos 5 cm de longitud. Su piel es lisa, fina y muy viscosa, de un color entre canela crema y gris oliváceo, con discretas manchas verdosas.
Rana pirenaica

Fuente: National Geographic (marzo, 2003)

Cambios en la distribución de las especies: el bioma mediterráneo gana terreno. Los regímenes climáticos son determinantes en la distribución de las especies. Un ejemplo más de los efectos complejos del calentamiento global es el desplazamiento progresivo de los biomas mediterráneos hacia zonas típicamente ocupadas por especies de ecosistemas templados.

Enlaces : Hans Thewissen Laboratory - Museum of Paleontology, Universidad de Berkeley - Whale and Dolphin Conservation Society.

Sobre otras cuestiones relacionadas con estos animales, pueden visitar la página del Instituto de Conservación de Ballenas donde encontrarán un excelente directorio de recursos tanto en español como en inglés (sección «educación» y en ella apartado «links»)