Fotografía: Miguel Moliné. Localización: altar principal de la Catedral de Alejandro Nevski (Tallin, Estonia). Fecha: 26/09/2019. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 18 mm - Diafragma: f/3.5 - Velocidad de obturación: 1/5s - Sensibilidad ISO: 400.
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: altar principal de la Catedral de Alejandro Nevski (Tallin, Estonia). Fecha: 26/09/2019. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 18 mm - Diafragma: f/3.5 - Velocidad de obturación: 1/5s - Sensibilidad ISO: 400.

No encontramos ante el altar principal de una iglesia ortodoxa construida en honor a Alejandro Nevski (1220-1263), líder ruso de Nóvgorod que fue canonizado en 1547. Destacó como guerrero —derrotó a suecos y teutones— y como político ya que fue capaz de preservar su principado al ponerlo bajo la tutela de los mongoles, la potencia dominadora en aquella época.

Sin embargo, nada de ello guarda relación con Estonia. El mencionado santo es ruso y tradicionalmente los estonios profesan el luteranismo. La catedral se construye entre 1894 y 1900, y se decide levantar una iglesia de este tipo porque en ese momento la actual Estonia formaba parte del Imperio Ruso donde la religión oficial era la ortodoxa.

Durante la ocupación soviética (1944-1991), muchas iglesias, incluida esta catedral, quedaron en ruinas. Tras recuperar su independencia, tanto el edificio como su interior fueron restaurados casi en su totalidad. En cualquier caso, la catedral destaca por su grandiosidad así como por las obras de arte, mosaicos y decoración interior. Podéis contemplar su belleza en esta visita virtual.

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Ryan Stalker, “Ocean Drifter”. British Wildlife Photographer of the Year 2024.
Ryan Stalker, “Ocean Drifter”. British Wildlife Photographer of the Year 2024.

La fotografía ganadora fue tomada en Dorset (Inglaterra) por Ryan Stalker y en ella podemos observar un balón de fútbol al que se ha adherido un grupo de percebes. Es imposible saber donde se inicio el viaje y cuanto tiempo, quizá años, ha transcurrido hasta llegar a la costas inglesas.

Al acceder a la página donde se muestran los ganadores, fijaros en el nombre que le dan a nuestros sabrosos percebes: Goose barnacles (percebes ganso). Tal denominación procede de un mito del S. XII según el cual existían pequeños gansos que surgían de un árbol que crecía a orillas del mar. Los frutos del aquél eran conchas marinas donde los gansos estaban encerrados. Se liberaban cuando les salían las alas: unos salían volando y otros caían al mar.

Elvis Presley on stage in 1956 © Michael Ochs Archives
Elvis Presley on stage in 1956 © Michael Ochs Archives

Era la primera pista de la cara A del álbum homónimo con el que debutó Elvis Presley en 1956. Naturalmente, muchos melómanos han asumido desde entonces que Blue Suede Shoes era original de Elvis. Sin embargo, la canción fue obra de un pionero del rock and roll menos conocido, y tuvo una génesis compleja y extrañamente cómica.

«Blue Suede Shoes» fue escrita, a regañadientes, por el cantautor de Tennessee Carl Perkins. En sus inicios, fue un cantante de country, pero las enérgicas fusiones de rock and roll y la salvaje música tradicional que salía de sus Apalaches natales pronto le valieron el apodo de Rey del Rockabilly.

Perkins firmó con Sun Records en 1954 y, al año siguiente, actuó en Arkansas con Presley y Johnny Cash. Entre bastidores, en un concierto en Parkin, Cash le contó a Perkins historias de un excéntrico personaje que había conocido en Alemania durante su servicio militar.

Cash recordaba a un sargento negro llamado CV White, cuyas iniciales significaban «Champagne Velvet». En sus noches de descanso en Múnich, White solía fantasear con que sus botas negras reglamentarias eran unos elegantes zapatos de ante azul, y advertía a todos los que se acercaban que no las pisaran.

«Deberías escribir una canción sobre eso», sugirió Cash a Perkins.

«¡Pero yo no sé nada de zapatos!», replicó Perkins.

Sin embargo, Cash había plantado una semilla. Unas semanas más tarde, tocando en un baile universitario, Perkins oyó una voz alzada: «¡Eh, no me pises los zapatos de ante!» —y vio a un estudiante iracundo amonestando a su acompañante por rozarle el calzado. Esa noche empezó a escribir «Blue Suede Shoes» en un práctico saco de patatas marrón.

Perkins empezó con una canción infantil estadounidense: «¡Uno por el dinero, dos por el espectáculo!» antes de enumerar los destinos que preferiría soportar antes de que alguien le pisara los zapatos: «Pueden derribarme, pisarme la cara...». Estas frases cómicas fueron a más: »¡Puedes quemar mi casa, robarme el coche, beberte mi licor de un viejo tarro de fruta!».

«Blue Suede Shoes» era muy divertida y fue un gran éxito. Lanzada el día de Año Nuevo de 1956, se colocó en las listas de country y Rhythm and blues, y alcanzó el número dos en la principal lista de pop de Billboard en marzo. Pero entonces la tragedia golpeó a Carl Perkins.

Cuando iba a interpretar «Blue Suede Shoes» en el programa de televisión de Perry Como, Perkins sufrió un terrible accidente de tráfico. Murió un camionero y él resultó gravemente herido. Mientras Perkins estaba en el hospital, incapaz de promocionar su sencillo, éste fue adelantado en el número uno por Elvis con el sencillo «Heartbreak Hotel».

Carl Perkins in Memphis, Tennessee, c1956 © Michael Ochs Archives/Getty Images
Carl Perkins in Memphis, Tennessee, c1956 © Michael Ochs Archives/Getty Images

Ese mismo mes, Presley incluyó «Blue Suede Shoes» en su álbum y su discográfica quiso lanzarla como sencillo. Al principio se resistió a competir con su amigo por las ventas, pero cedió cuando se dio cuenta de que los derechos de autor ayudarían a Perkins a recuperarse. La versión de Elvis, muy similar, alcanzó el número 20.

Inevitablemente siguieron otras versiones. Los Beatles eran grandes fans de Perkins; Paul McCartney afirmó que «si no hubiera existido Carl Perkins, no habrían existido los Beatles». John Lennon, antes de alcanzar la fama, tocó «Blue Suede Shoes» en su banda de skiffle, The Quarrymen; y en The Beatles; como solista; y con Yoko Ono en la Plastic Ono Band. Lennon también fue la voz principal en una versión improvisada de la canción durante las sesiones de «The Beatles’ Let It Be», como se muestra en el documental de Peter Jackson de 2021.

Dave Clark Five le añadió rellenos de piano maníacos. Uriah Heep la convirtió en un lúgubre delirio de rock progresivo. Motörhead se desmelenó, y el cantante Lemmy parecía hacer gárgaras con arena. Black Sabbath subió el tempo desde su habitual sopor y provocó la agradable imagen mental del cantante Ozzy Osbourne con zapatos de ante azul.

Ry Cooder le dio un toque funky a «Blue Suede Shoes» y la convirtió en uno de sus característicos alardes de destreza con la técnica slide de guitarra. La estrella francesa Johnny Hallyday puso su toque galo. Y en 2014, el acólito británico de Elvis, Cliff Richard, hizo un dueto con la voz de Presley de su éxito de 1956.

«Blue Suede Shoes» fue la primera canción de una estrella del country que vendió un millón de copias y pasó al gran público, pero siempre se asociará a Elvis Presley. Perkins reconocía estoicamente que Elvis tenía el atractivo sexual y el factor «X» de las superestrellas que él, con sus orígenes humildes, simplemente no poseía.

«Elvis lo tenía todo», dijo en entrevistas. «Tenía el aspecto, los movimientos, el manager y el talento. Elvis los impacto con las patillas, los movimientos llamativos y sin anillo en el dedo. Tenía tres hijos».

Pero al menos aprendió algo sobre zapatos.

By Ian Gittins.

La edición de bolsillo de The Life of a Song: The stories behind 100 of the world's best-loved songs, editada por David Cheal y Jan Dalley, ha sido publicada por Chambers. Music credits: Sony; Grand Avenue; Yoko Ono Lennon; Dave Clark/BMG; Warner; White Heat; Vox Rock/Sony

Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Tallin (Estonia). Fecha: 26/09/2019. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 70 mm - Diafragma: f/4.5 - Velocidad de obturación: 1/80s - Sensibilidad ISO: 400.
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Tallin (Estonia). Fecha: 26/09/2019. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 70 mm - Diafragma: f/4.5 - Velocidad de obturación: 1/80s - Sensibilidad ISO: 400.

Ajena por completo a los turistas que se afanan en captar con su móviles una panorámica de la ciudad de Tallin (Estonia), una joven gaviota argéntea espera paciente su recompensa. Como todas las de su especie, es una oportunista capaz de adaptarse a casi cualquier tipo de dieta.

Anónimo: La casa de Nazaret, hacia 1655.
Museo Nacional de Escultura (Inventario CE2843)
Materia/Soporte: tejido, madera y cera.
Técnicas: tallado, modelado, encolado [Tejido], policromado
Dimensiones
Grupo escultórico: Altura = 24,50 cm; Anchura = 52,50 cm; Profundidad = 25,50 cm
Urna: Altura = 56 cm; Anchura = 63 cm; Profundidad = 30 cm


A comienzos del siglo XVI en Italia, la cera, material dúctil utilizado hasta entonces por los escultores casi exclusivamente para labrar los modelos amortizados tras la ejecución de la obra final, se convierte en un medio adecuado para la realización de obras de reducido formato —relieves y escenas— elaboradas con un alto grado de virtuosismo y que en ocasiones se incorporan a elementos singulares de mobiliario; artistas como los Abondio, Azzolino, Zumbo o Julianis, activos en Florencia y Nápoles, llevan al arte de la ceroplástica a sus cotas mas altas entre los siglos XVI y XVIII, con abundantes obras exportadas a España, aún poco conocidas. La tendencia se intensificará con la llegada al trono español de Carlos III y la presencia en España de obras de cera realizadas en el entorno de la corte napolitana, como las de Giovanni Francesco Pieri (1699-1773), conservadas en las residencias reales e incluso en este museo.

Ante la llegada de piezas importadas ya desde finales del siglo XVI, en España su contrapartida va a ser las producciones de artistas locales formados en dicha especialidad, aún poco valorados y escasamente conocidos. Entre ellos destacan los granadinos hermanos García, el caballero zaragozano Juan de Revenga (entre 1614 y 1684) y en la corte José Calleja (activo a finales del XVII), quien se supone discípulo del gran ceroplasta hispano, el fraile mercedario Juan Gutiérrez de Torices (1625-1709), autor de complejas escenas solventadas con un portentoso detallismo. Tanto en Italia como en España durante todo el siglo XVII estas escenas, reflejadas en los inventarios como escaparates, son el formato preferido, un reducido espacio cercado de maderas finas y aplicaciones de bronce, al interior del cual se figura un fondo arquitectónico o paisajístico en el que pequeñas figurillas representan temas profanos y, más habitualmente, religiosos.

Ambos temas, profano y religioso, se combinan de modo sorprendente en este escaparate, cuya procedencia original desconocemos y que fue adquirido en el comercio del arte en 2003. Como si del argumento de un entremés o un auto sacramental barroco se tratara, un grupo de cazadores junto con un noble a caballo vestidos a la moda del siglo XVII, irrumpen desde la espesura a un espacio doméstico —el taller de Nazaret— donde la Sagrada Familia se afana en sus quehaceres.

Sobre su autoría hay que señalar que la inscripción con las siglas RS o JS entrelazadas y la fecha de 1655 han resultado apócrifas, a pesar de que su supuesta datación cuadra bien con la indumentaria del jinete. Si bien, como ha señalado Urrea, presenta ciertas analogías con el escaparate conservado en el Victoria & Albert Museum de Londres de la Visión de San Eustaquio, obra napolitana de fray Ilario de Rossi datada entre 1666 y 1672 y realizada para el virrey don Pedro de Aragón, no se le puede adscribir con seguridad; quizás podría relacionarse con la aún desconocida producción de Juan Revenga, que según Palomino hacía urnas, cajones y escaparates en cera, de tan extremado primor que desmentía el natural.

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Irma Thomas in 1964 © Alamy Stock Photo
Irma Thomas in 1964 © Alamy Stock Photo

Cuando diferentes artistas interpretan la misma canción, a menudo surge la pregunta: ¿a quién «pertenece»? Otis Redding, al escuchar la versión de Aretha Franklin de su «Respect», dijo al público con aprobación: «Una amiga mía, esta chica, ¡acaba de apropiarse de esta canción!». Pero Richard Rodgers, al escuchar la versión de Janis Joplin de su «Little Girl Blue», se horrorizó y dijo que no podía imaginar a nadie disfrutando al escucharla.

Una canción que sigue siendo discutida es «Time Is on My Side», cuya plémica revela tensiones de raza, género y nacionalidad. Nada de esto se preveía en 1963, cuando Jerry Ragovoy, de 33 años y natural de Filadelfia, que causaba sensación como compositor y arreglista, respondió a una petición de una canción «comercial» para el popular trombonista de jazz danés-estadounidense Kai Winding.

Ragovoy ideó una melodía y el título/estribillo de la canción, pero poco más; contrató a sus tres cantantes de sesión favoritas (Dee Dee Warwick, Dionne Warwick y Cissy Houston), que cantaban repetidamente «Time is on my side - you'll come running back» con el fervor gospel necesario mientras Winding tocaba la característica melodía dahhh-dahhh-dahdahdah con el trombón. Publicado en octubre de 1963, el disco de Winding tuvo cierta repercusión en la radio estadounidense, pero no alcanzó las listas de éxitos.

En abril de 1964, la cantante de R&B de Nueva Orleans Irma Thomas entró en el estudio para grabar su sencillo «Anyone Who Knows What Love Is (Will Understand)». El arreglista de la sesión, HB Barnum, sugirió a Thomas que grabara «Time Is on My Side» como cara B. Ella aceptó, pero dijo que necesitaba una letra. Barnum pidió al cantante de sesión Jimmy Norman que escribiera una, y lo hizo en el acto. Seguir leyendo ...

Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Garachico (Tenerife, España). Fecha: 24/05/2019. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 50 mm - Diafragma: f/10 - Velocidad de obturación: 1/250s - Sensibilidad ISO: 180.
Fotografía: Miguel Moliné. Localización: Garachico (Tenerife, España). Fecha: 24/05/2019. Cámara: Nikon D80 - Distancia focal (DX): 50 mm - Diafragma: f/10 - Velocidad de obturación: 1/250s - Sensibilidad ISO: 180.

Tras la conquista de Tenerife por las tropas de los Reyes Católicos dirigidas por Alonso Fernández de Lugo (finales del siglo XV), Garachico se convirtió en el principal puerto pesquero y comercial de la isla. En 1706, la erupción del Volcán de Garachico (de Arenas Negras o Trevejo) arrasó buena parte de la Villa y sobre todo el puerto que quedó totalmente cubierto por la lava.

Después de este desastre natural, el comercio se desvió hacia el puerto Puerto de la Cruz y Garachico, aunque reconstruido, ya nunca volvió a tener la importancia de antaño. No obstante, el pueblo conserva un rico patrimonio arquitectónico de los siglos XVI y XVII, y otros encantos naturales dignos de visitar.

Francisco de Goya (Fuendetodos, Zaragoza, 30/03/1746 - Burdeos, Francia, 16/04/1828): Retrato de Martín Zapater, 1797Francisco de Goya (Fuendetodos, Zaragoza, 30/03/1746 - Burdeos, Francia, 16/04/1828): Retrato de Martín Zapater, 1797.
Óleo sobre lienzo, 83 x 65 cm.
Museo de Bellas Artes de Bilbao


En 1797, Goya había dejado atrás la gravísima enfermedad que le había dejado como secuela la sordera, la cual le hizo cambiar la percepción de todo cuanto le rodeaba mientras desarrollaba en su interior un mundo de fantasía e invención sin límites reflejado en la serie de grabados de los Caprichos. Era ya un pintor de éxito con dotes excepcionales para el retrato y pintó por tercera vez a Zapater, al que ya había representado en dos ocasiones anteriores, en 1780 y 1790. Su amigo viajó ese año a Madrid, donde acostumbraba a hospedarse en casa de Goya, y allí pudo ser retratado. Nos ofrece aquí la imagen de un Zapater maduro, de unos cincuenta años, de aspecto saludable y resolutivo que, mientras posa, esboza una leve sonrisa y fija su franca e inteligente mirada en el pintor. Una potente fuente de luz entra por la izquierda e ilumina al personaje que se recorta sobre el fondo verdoso. Vuelto ligeramente hacia la izquierda, viste una elegante y sobria casaca marrón con botonadura de plata y corbatín blanco animado por ligeras pinceladas azules, a la moda romántica. Tal y como acostumbraba a hacer en sus retratos, Goya centra su atención en el rostro, meticulosamente trabajado y cargado de matices, en el que destacan las pobladas cejas y la potente nariz, rasgos que caracterizaban la fisonomía de su íntimo amigo, al que no en vano llamaba con desparpajo «narigón de m.». Es especialmente en la mirada donde consigue captar toda la expresividad y la marcada y abierta personalidad de Zapater, mientras que, para plasmar la casaca y el corbatín, utiliza con gran soltura pinceladas más amplias, cargadas de pasta en algunos puntos y que permiten entrever la preparación amarillenta. Es el retrato sincero de un amigo para un amigo, hecho con libertad, sin mediar el compromiso del encargo.

Esta obra, conservada en buenas condiciones, era en origen de formato rectangular, de mayor tamaño y pintada en un óvalo, tal y como menciona Desparmet Fitz-Gerald cuando la vio en 1903 en casa del litógrafo Portabella de Zaragoza. Años más tarde, se recortó perdiendo los cuatro ángulos. En el antepecho gris claro de la parte inferior, el pintor escribió la dedicatoria destinada a su mejor y más entrañable compañero: "Goya. A su Amigo Martñ Zapater. 1797.". [Ana Sánchez-Lassa]