Febrero de 2019 (Continuación)

Correfocs en Badalona. Foto: José Manuel García
Correfocs en Badalona. Foto: José Manuel García

Encontramos en el siglo XII las primeras anotaciones sobre el llamado Ball de Diables, una tradición que ha evolucionado hacia otras manifestaciones donde aparecen no solo diablos sino también dragones, y todo ello aderezado con fuegos artificiales. Son los llamados correfocs.

Dicen los barceloneses que ese espectáculo nació durante las Fiestas de La Mercè de 1978 de una forma totalmente espontánea. Varias agrupaciones culturales pretendieron organizar un baile de diablos clásico acompañado de fuegos artificiales, pero el público decidió participar dotando a esa vieja tradición de un sentido nuevo. El caso es que el correfoc se ha convertido en una tradición mediterránea muy popular.

Diego Velázquez (1599-1660): Doña Mariana de Austria, ca. 1652-1653Diego Velázquez (1599-1660): Doña Mariana de Austria, ca. 1652-1653.
Óleo sobre lienzo, 234 x 131,5 cm
Madrid, Museo Nacional del Prado, P-1191


Mariana de Austria (1634-1696) era hija de los emperadores Fernando III y María de Hungría, hermana esta última de Felipe IV. La joven se casó con su tío carnal en 1649 sin haber cumplido los quince años de edad, para paliar los reveses familiares de 1644 y 1646, cuando murieron Isabel de Francia y el príncipe Baltasar Carlos. La reina dio en 1661 un descendiente masculino para el trono español, un niño que reinaría con el nombre de Carlos II. Este manifestó muy pronto sus numerosos problemas físicos y alguna minusvalía psíquica, convirtiéndose en un personaje siempre tutelado por su madre, quien ocuparía la regencia del reino en 1665, tras la muerte de Felipe IV; momento en que se inicia un decenio turbulento tanto para España como para la propia Mariana.

Este retrato de cuerpo entero, y fiel a la tradición retratística habsbúrgica, fue pintado por Velázquez tras su regreso de su segundo viaje a Italia, en junio de 1651, respondiendo a una petición del emperador Fernando, que deseaba contar con una imagen de su hija, aunque finalmente le fue enviada una versión de taller (Viena, Kunsthistorisches Museum). El pintor hubo de ocuparse de retratar a una adolescente que se encontraba entonces en un momento de salud delicado, tras el parto de la princesa Margarita, la primera de sus hijos. La reina, embutida en un aparatoso vestido con guardainfante, de color negro y guarnecido con una rica pasamanería de plata, ofrece la estatuaria actitud de sus apariciones en público. Apoyada en un sillón frailero que servía para manifestar la alta condición de la dama, y sosteniendo un amplio pañuelo de hilo blanco, la apariencia distante e inmutable de Mariana entronca con las efigies de las mujeres de la dinastía. También se mantiene fiel a la tradición la inclusión del cortinaje, en opinión de Gállego algo más que un signo de grandeza, «un elemento utilísimo para crear las alternativas de luz y sombra», un efecto algo desvirtuado por el añadido en la parte superior del lienzo original. Más novedosa es la presencia del reloj de torre, situado en el fondo sobre una mesa, y que haría alusión a la templanza y prudencia como virtudes del gobernante y, en este caso y por extensión, a su familia.

La contención de este tipo de imágenes se vislumbra también en el tratamiento cromático, «limitado» a una armoniosa relación de negros, blancos, grises y carmines, animando estos últimos el frágil rostro de la reina Mariana; todo ello realizado con la característica técnica pictórica de Velázquez en su producción más tardía, suelta y variada, con pequeños toques de pincel aplicados sobre manchas amplias de color, produciendo un extraordinario efecto de aprehensión de las distintas calidades y texturas. Un detalle de interés es la elaboración de este rostro serio, circunspecto y poco atractivo de la joven reina, pintado, como ha podido verse en el estudio radiográfico, sobre un lienzo donde se había abocetado la cabeza de Felipe IV. El pintor, buscó en esta ocasión mitigar esos rasgos poco agraciados haciendo hincapié en el envoltorio regio, especialmente el vestido y el peinado, tan aparatosos como armoniosos en lo formal y en lo cromático. Velázquez prefiere en esta ocasión «dignificar» a la reina difuminando su rostro en la admirable belleza de su pintura, en opinión del profesor Julián Gállego, «Velázquez, con la discreción habitual, conservando el esquema tradicional del retrato de la casa de Austria, está destrozando el principio mismo del retrato».

En 1700 la obra es citada en el monasterio del Escorial, haciendo pareja con el retrato de Felipe IV, armado y con un león a sus pies (Madrid, Museo del Prado, P-1219), una obra de taller, de mayor tamaño que provocó la ampliación de este retrato de la reina, aumentando en altura unos veintiocho centímetros, una solución que desde luego ha perjudicado al conjunto de la obra.

Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.

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Sinfonía nº 8 en si menor, Incompleta, de Franz Schubert

Hace unos días, la prensa informó de que Huawei había completado la misteriosa ‘Sinfonía inacabada’ de Schubert mediante un algoritmo. No han faltado, y con razón, voces no en contra de este tipo de prácticas más publicitarias que otra cosa sino alertando sobre la imposibilidad de que un programa informático pueda tener en cuanta los aspectos consustanciales a la mente de un creador.

Por otra parte, la famosa “Incompleta” de Schubert, con independencia de las causas que impidieron su total composición, se nos muestra en realidad como un producto perfectamente terminado, acabado y perfecto. Es probable que el compositor, que proyectaba desde hacía años una gran sinfonía –que más tarde tendría su traducción en la Novena-, comprendiera que no cabía nada más después de los dos teóricos primeros movimientos, que se complementan y completan de manera ideal y constituyen un todo de potencia expresiva e intensidad trágica inigualables.

La obra nació en 1822, el mismo año de la “Fantasía del Caminante” para piano. En esta partitura, y superando precedentes limitaciones de sinfonías anteriores, en las que el tratamiento rítmico y modulatorio era más importante que la relevancia temática, encontramos, quizá por primera vez en el músico, que cada uno de los elementos melódicos fundamentales parecen acabar en sí mismos y están tan perfectamente modelados y terminados que no necesitan ningún otro tratamiento. Por eso, un estudioso como Stefan Kunze opina que “la transformación del material melódico y armónico, en lugar del clásico tratamiento de los temas y motivos, constituye claramente el principio constructivo de esta sinfonía”. En todo caso, y esto lo considera fundamental Harold Truscott, en esta obra se dan cita todas las tendencias schubertianas orientadas a reducir la rapidez del pulso de la música. No hay ya mezclas de “tempi”. De lo que no cabe duda es que la “Incompleta” es una maravillosa síntesis de espíritu romántico y forma clásica en la que por momentos asoma, entre luces y sombras, la tragedia.

Los dos únicos movimientos que la configuran mantienen bastantes similitudes entre sí, aunque en ciertos aspectos pueden considerarse –en brillante teoría de José Luis Téllez- el uno el negativo del otro. Ambos son de compás ternario, 3/4 y 3/8 respectivamente, aunque el primero, Allegro moderato, sea más elocuente en su dramatismo, y el segundo, Andante con moto, más sencillo de estructura y de contenido, eminentemente lideristico.

Tres elementos esenciales, de claro perfil melódico, se dan cita al comienzo de la obra: lo que podría considerarse el primer tema, que va a aparecer en numerosas ocasiones a lo largo del movimiento, a cargo de violonchelos y contrabajos, un pasaje de transición, con hechuras de segundo motivo o subtema, de carácter inquieto y desasosegado, y el segundo tema, propiamente dicho, una hermosa frase en Sol mayor a cargo también de la cuerda grave y que incorpora un expresivo acompañamiento de notas repetidas a contratiempo entonadas por clarinetes y violas. Es la primera idea la que se enseñorea de toda la página y la que soporta el peso principal en el desarrollo. Sobre ella recae la gran tensión que anima toda la sección central. El segundo tema, en luminoso contraste, aparece en Re mayor en la reexposición. Es su paso de esta tonalidad a la de la tónica, si menor, la que determina el exacerbado dramatismo y la consiguiente catástrofe.

El Andante con moto está edificado sobre otros tres motivos que, unidos, forman una idea fundamental. Resulta evidentemente curioso que Schubert utilice para este movimiento la, en principio, extraña tonalidad de Mi mayor. El primer motivo, que enuncian las trompas al comienzo, es hábilmente desarrollado con posterioridad. Diversos clímax aparecen a lo largo del movimiento, construido por episodios, ofreciendo de manera variada los motivos básicos. Pero es el lirismo schubertiano más puro, aquel que se contiene en su producción de lieder, el que enmarca todo momento esta música en la que, sin embargo, aletea constantemente la tragedia.

Esta sinfonía, que para muchos abrió en su día una nueva dimensión de la música, y que nos introduce en el mundo más íntimo y personal de Schubert, que es el de los tríos para piano, los últimos cuartetos y el extraordinario Quinteto en Do mayor, fue estrenada después de la muerte de su autor, tras haber sido descubierta en casa de Anselm Hüttenbrenner, en Graz, por Johann Herbeck, director de la Orquesta de la Corte de Viena. La primera ejecución tuvo lugar el 17 de diciembre de 1865 en la citada ciudad” .

Fuente texto: Clásica 2: Franz Schubert. Sinfonía nº 8 en si menor, Incompleta

sidebar

Las plantillas nos suelen ofrecer diversas áreas de widgtet que van más allá de la barra lateral (sidebar) propiamente dichas (figura superior izquierda) y que pueden colocarse a la izquierda, derecha o incluso en la parte inferior. Hay ocasiones en que nuestra barra lateral contiene solo uno o dos elementos y nos gustaría que el texto fluyera por debajo de aquélla, tal y como podemos ver en la figura superior (derecha). Aunque puede haber otros motivos, lo importante es ver cómo insertar uno o varios widgets o un área completa de widgets (barra lateral) en una página o entrada utilizando un shortcode.

Para ello vamos a utilizar the widget, add_shortcode, register_widget, register_sidebar, dynamic_sidebar, ob_start y ob_get_clean.

1) Insertar uno o varios widgtes

Si el widgtet no dispone de opciones, el método es sencillo. Añadimos el siguiente código en nuestro plugin de funciones o en el archivo functions.php del tema:

function show_custom_widget( $atts, $content = null ) {
extract(shortcode_atts(array('name' => ''), $atts));
ob_start();
the_widget( $name );
$content = ob_get_clean();
return $content;
}
add_shortcode( 'widget-fluido', 'show_custom_widget' );

Después, en nuestra entrada o página simplemente escribimos el shortcode: [widget-fluido name=WP_Widget_Archives]. Como podéis ver, tenemos que indicar el nombre de clase PHP del widget (The widget's PHP class name). Si se trata de un widget incluido por defecto en WordPress, tenemos ese valor en el codex. En caso contrario, buscaremos en los archivos del plugin que ha añadido el widgtet la función register_widget ya que esta función necesita indicar el valor que nosotros buscamos.

En caso de que el widget disponga de opciones, habría que añadir los argumentos justo antes de the_widget( $name ):

$args = array(
	'opcion-1' => 'opcion',
	'opcion-2' => 'opcion'
);

y después sustituir the_widget( $name ); por the_widget( $name, $args );

Ahora bien, en la mayoría de las ocasiones será difícil determinar sus opciones y sus correspondientes valores. Por ese motivo, cuando se trate de widgtes con posibilidad de configurar, es preferible utilizar el método que explicamos a continuación.

2) Insertar área completa de widgets (barra lateral)

El primer paso consiste en crear una nueva área de widgets en nuestro plugin de funciones o archivo functions.php del tema. El ejemplo que aparece es válido para cualquiera. Tan solo cambiar name, descripction e ID (tened cuidado de no usar uno que ya utilice el tema). Los campos relacionados con los estilos también podéis cambiarlos a vuestro gusto.

Ahora bien, muchos temas usan funciones especiales para realizar esta tarea. El registro de estas áreas suele estar en el archivo functions.php del tema. Buscad register_sidebar o register_sidebars. Podemos aprovechar para añadir nuestra área de la misma forma y así asegurarnos la compatibilidad del tema.

En la plantilla que yo uso, por ejemplo, definen primero la función function hybrid_register_sidebar( $args ) en el archivo functions-sidebars.php y luego la utilizan en el archivo functions.php para registrar las áreas. Yo solo he tenido que añadir dentro de la función el siguiente código:

hybrid_register_sidebar(
array(
	'id' => 'sidebar-personalizado',
	'name' => _x( 'Sidebar personalizado', 'sidebar', 'stargazer' ),
	'description' => __( 'Sidebar para shortcode', 'stargazer' ),
)
);

Además, de esta forma podremos tomar nota del ID de todas las áreas (sidebar) que crea el tema por si luego las queremos usar con nuestro shortcode.

El segundo paso será ir a Apariencia > Widgets e introducir en nuestra nueva área "Sidebar personalizado" los widgtes que queramos y por supuesto configurarlos.

El tercer paso es añadir el siguiente código en nuestro plugin de funciones o en el archivo functions.php del tema:

function sidebar_shortcode( $atts, $content = null ) {
	extract(shortcode_atts(array('id' => ''), $atts));
	ob_start();
	// echo '<div class="widget sidebar-fluido">';
	dynamic_sidebar( 'sidebar-personalizado' );
	// echo '<div>';
	$content = ob_get_clean();
	return $content;
}
add_shortcode('sidebar-fluido', 'sidebar_shortcode');
// Nota: descomentar los dos "echo" para añadir estilos propios. Para ello crear un nueva DIV llamada "sidebar-fluido" y darle los estilos que queráis.

Ahora nuestro shortcode queda así: [sidebar-fluido].

Diego Velázquez (1599-1660): Felipe IV anciano, ca. 1653Diego Velázquez (1599-1660): Felipe IV anciano, ca. 1653.
Oleo sobre lienzo, 69 x 56 cm.
Madrid, Museo Nacional del Prado, P-1185


En la década de los cincuenta, el natural declinar biológico de Felipe IV se vio agudizado por los avatares personales y políticos que desde finales de la década anterior sufrieron el monarca y el reino. Además de los graves conflictos sociales y políticos por los que atravesó el país, Felipe IV había perdido a su primera mujer, a su hijo Baltasar Carlos, y también al diseñador de su otrora feliz corte madrileña, el conde-duque de Olivares. El «rey planeta» (Brown y Elliot 1980, cap. Il) que había brillado con refinamiento y elegancia durante casi treinta años, era ahora un hombre abatido y derrotado, inmerso en sentimientos de pecado y culpa, que buscaba en la religión el refugio y la expiación de sus desdichas.

En ese período, los retratos que del rey nos proporciona Velázquez son más escasos pero intensamente cercanos, como muestra esta imagen de busto pintada con una economía de medios tan reseñable como la esencialidad que propone de la persona de Felipe IV; una sencilla propuesta en donde los rasgos del rostro centran la aprehensión misma del retrato, sin más recursos que informen sobre la categoría social o alcurnia del personaje. Ni siquiera se ha representado el Toisón que aparece en la versión algo más tardía de Londres (The National Gallery). Con ello, las facciones del rey alcanzan el valor máximo de representación habsbúrgica desde que Tiziano trazara en el rostro de mandíbula marcada y ojos caídos de Carlos V el modelo dinástico que se convertiría en expresión de la regia belleza, y a la que ha hecho alusión Julián Gállego: «Estos rostros largos, esas narices caídas, esas mandíbulas prognatas, esos belfos, ese tipo de fisonomía que hay quienes ven en nuestro tiempo como denuncia de la decadencia de una dinastía y de una familia determinada, la de los Habsburgo, fueron en el Seiscientos la encarnación de la idea de majestad en una cara humana» (Gállego 1972, p. 276). Pero al mismo tiempo, la poderosa carga de humanidad que del rostro del rey se desprende, y la sobriedad pictórica con que el sevillano ha trazado esta cabeza, para unos, cercana al derrumbe, para otros de expresión lejana y algo adormecida, indiferente a las contingencias, está más allá de las convenciones del retrato de corte.

La realización del retrato se sitúa después de 1653, cuando el rey escribe a la monja sor Luisa Magdalena de Jesús a propósito del tiempo transcurrido desde que Velázquez le hubiera retratado: «A nueve años que no se a hecho ninguno y no me inclino a pasar por la flema de Velázquez assí por ella como por no verme ir envejeciendo». En 1657, el grabador Pedro de Villafranca abrió una plancha tomada del ejemplar de Londres, algo posterior, para la portada del libro Descripción breve del monasterio de San Lorenzo el Real del Escorial.

Fuente texto: Catálogo exposición El retrato español. Del Greco a Picasso.

Sardar Vallabhbhai Patel Road and SS Maharaj Marg, Kamathipura, Mumbai, India
Sardar Vallabhbhai Patel Road and SS Maharaj Marg, Kamathipura, Mumbai, India

Hace poco más de un siglo el 13% del mundo era urbano. Las Naciones Unidas pronostican que se espera que el 75 por ciento de la población mundial, cerca de seis mil millones de personas, se concentre en las ciudades para el año 2050. La ONU también ha señalado que 28 de estas ciudades ya cumplen con la definción de "megaciudad", es decir, ciudades con más de 10 millones de habitantes.

En el mundo, uno de cada ocho de nosotros vivimos en una megaciudad y para 2030, se prevé que habrá cuarenta y una de estas megaciudades en todo el mundo. Fascinado por la sensación de energía positiva en medio del caos en estos centros de población en explosión, Martin Roemers creó su serie espectacular Metrópolis, viajando a 22 megaciudades, a través de los cinco continentes, observando el sentido de la ciudad como un espectáculo.

Roemers no solo captura la escala, el ritmo y la inmediatez de esta nueva realidad urbana, sino que también nos brinda una visión de las infraestructuras masivas necesarias para mantener en movimiento a estos centros colosales de la humanidad en movimiento. Sus imágenes revelan complejidades acerca de cómo funcionan y prosperan las poblaciones enormes. Roemers no solo transmite la energía de estas megaciudades, sino que también revela a los individuos que viven allí a través de sus composiciones atmosféricas tomadas con largos tiempos de exposición.

Trabajando minuciosamente con una cámara analógica, Roemers emplea el don del tiempo y la paciencia, estudiando cuidadosamente cada composición para ilustrar la resiliencia humana y el ingenio requerido para combatir problemas interminablemente complejos, como la cantidad cada vez menor de espacio disponible por persona, las vastas necesidades económicas de estas grandes poblaciones, sin mencionar el acceso vital a agua limpia y saneamiento, o cómo mantener las infraestructuras de transporte en funcionamiento en estos centros en expansión y, en última instancia, cómo alimentar a todos estos millones de personas y educarlos. Roemers nos permite ver estas megaciudades como son, metabolismos complejos y frágiles que apoyan y sostienen todos los aspectos de la vida humana.

Metropolis comprende 85 fotografías de 22 megaciudades en Asia, América, África y Europa: Beijing, Buenos Aires, El Cairo, Dhaka, Guangzhou, Estambul, Yakarta, Karachi, Calcuta, Lagos, Londres, Los Ángeles, Manila, Ciudad de México, Moscú, Mumbai, Nueva York, París, Río de Janeiro. Janeiro, Sao Paulo, Shanghai y Tokio.

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10. Venezuela: ¿Por qué Nicolás Maduro sigue en el poder pese al colapso de Venezuela?. Melissa Salmerón, doctora en Relaciones Internacionales, Universitat Autònoma de Barcelona y Carlos Salmerón, sociólogo, profesor de la Universidad de Oriente, Venezuela.

WRONG TURN

Nestled on the eastern slopes of the West Dart river stands a wood of dwarf oak trees. Once you walk into the tangled web of trees you are transported into a mystical world of moss carpeted boulders, lichens of all descript, finger like oak branches, all engulfed in a wonderful smell of earth and age. For millennia this small, mystical, stunted woodland has been held in awe and for many fear. Tales of Druids, ghosts, the Devil and a host of other supernatural creatures abound, some dating back to the long lost ages before man could write. Many writers have described the wood as being “the most haunted place on Dartmoor”, others warn that every rocky crevice is filled with writhing adders who spawn their young amidst the moss and leaf strewn tree roots. Locals will never venture near once the sun begins it slow descent over the nearby granite outcrops for it is when the dark mantle of night draws tight that the heinous denizens of the wood stalk the moor in search of their human victims. So be afraid, very afraid, as the wagging finger of fate warns you to stay clear and risk not your mortal soul in the ‘Wood of the Wisemen’. — Tim Sandles

Fotografía correspondiente a la serie Mystical del fotógrafo Neil Burnell. En su página web podéis ver tanto esa serie como otras más.