En defensa de las acreditaciones
Decía Max Weber que la vida académica es puro azar y que incluso él mismo debía agradecer a “algunas casualidades absolutas” que le nombraran muy joven profesor de una especialidad en la que otros colegas de mayor edad acumulaban más méritos. Obviamente las casualidades de ese tipo no han existido nunca y menos en estructuras organizativa y culturalmente tan cerradas como la universidad. En realidad, su temprana promoción fue una cuestión de poder y no de azar. El poder entendido como la capacidad de hacer lo que uno quiere —en este caso el padrino académico de Weber— en contra de la opinión de los demás.… Seguir leyendo »