Bueno, nadie es perfecto
Mi abuelo fue un hombre importante. Se lo he oído decir a muchas personas. Yo solo tengo un recuerdo de él, esos recuerdos de infancia con los que Freud me hubiera diagnosticado alguna represión o neurosis: su risa y las escaleras de nuestra casa, en Francia, en las que lo esperaba sentada con mis primos y hermanos. Yo tenía tres años. Él volvía de esquiar. Era el año 1975.
Fue ingeniero. Inventor. Nació en un pequeño pueblo del departamento del Yonne, y estudió con becas y ayudas, siempre apoyado por profesores que vieron en él su talento precoz. Se pasó la vida estudiando, aprendiendo y enseñando, y supongo que siguió su instinto de hombre inteligente.… Seguir leyendo »