Manuel Ruiz Zamora (Continuación)

Camus y el terrorismo

"¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no”. Pocos ensayos de reflexión filosófica comienzan con la contundencia con la que lo hace El hombre rebelde, de Albert Camus. Y pocos han capturado en una fórmula tan precisa la esencia de su contenido. Imaginemos, por ejemplo, a una directora de instituto en Cataluña que, ante la convocatoria de una consulta ilegal, se niega a someterse a las presiones del poder político. De entre los miles de funcionarios que ostentan ese cargo, solo ella dice no. Como ya demostró Antígona, más de dos mil años atrás, la rebeldía en absoluto es un atributo genérico.…  Seguir leyendo »

Una de las consecuencias más interesantes de las últimas elecciones autonómicas y municipales es que, por fin, las almas bellas van a verse obligadas a enfangarse en el noble cenagal de la política. Le debemos a Goethe, en sus Confesiones de una alma bella, la reintroducción del término en la historia moderna, si bien es Hegel quien nos entrega, desde una perspectiva radicalmente crítica, los caracteres esenciales de esa figura romántica de la conciencia: “Es conciencia que, con el fin de mantener la pureza de los principios en su máxima universalidad […]o en su pura intencionalidad, termina renunciando a la acción, o mostrando un desapego y desinterés por los modos en que la universalidad se puede materializar o encarnar”.…  Seguir leyendo »

En una de las escenas políticamente más impactantes del Espartaco de Stanley Kubrick, el inolvidable senador republicano que interpreta Charles Laugthon, a la proclama de uno de los miembros del Senado afirmando que “Craso es el único hombre de Roma que no se ha doblegado ante la corrupción republicana”, responde con rotundidad: “Yo tolero una República corrompida que asegure la libertad al pueblo, pero no toleraré la dictadura que pretende imponer Craso sin ninguna libertad”. La corrupción, nos dicen los estudios demoscópicos, se ha encaramado a una de las posiciones de honor entre las preocupaciones de los españoles. El espectáculo de esos pícaros de alto copete que, con una rapacidad tan sólo comparable a su ordinariez estética, han arramblado con todo cuanto han encontrado a su paso es, ciertamente, difícil de soportar para cualquier sociedad con un mínimo sentido de la autoestima.…  Seguir leyendo »

Cuenta Gore Vidal en sus memorias que, en cierta ocasión, un famoso crítico literario le confesó que Santayana le había enviado un ensayo desde Roma y que se lo había devuelto, porque “¿Qué es lo que tiene que contarnos ahora?”. A lo que Vidal contestó: “Todo, y más”. No parecen opinar lo mismo las instituciones académicas y la industria editorial de nuestro país que, en este año en el que se conmemora el 150º aniversario del nacimiento del pensador, están brillando, tan clamorosa como injustificadamente, por su ausencia. En un panorama editorial en el que predominan las bagatelas literarias y seudofilosóficas, uno no se plantea ni remotamente la posibilidad de una edición crítica de las obras completas del pensador de la ejemplaridad de la que está llevando a cabo la Universidad de Indiana en los Estados Unidos, pero ¿no habría sido una aventura de poco riesgo una digna reedición, por ejemplo, de su espléndida novela El último puritano o de esa obra maestra del género memorístico que es Personas y lugares?…  Seguir leyendo »

En una de sus últimas intervenciones en esta Tribuna (Sobre la identidad democrática), Fernando Savater dibujaba magistralmente las diferencias entre una "cultura de la identidad", caracterizada por formas de adhesión primarias a lo que ya somos, y la identidad democrática, que definía como "una manera de estar junto a otros, para convivir y emprender tareas comunes, pese a las diferencias de lo que cada uno es o pretende ser". Extremos destacados de la cultura de la pertenencia serían las identidades religiosas, las idiosincrasias nacionalistas y las perspectivas "llamadas de género". Ahora bien, mientras que la idiosincrasia nacionalista es difícilmente conjugable con el concepto moderno de ciudadanía, el imperante feminismo de la diferencia constituiría una especie de perversión identitaria con respecto a las aspiraciones cívicas que inspiraron al feminismo clásico.…  Seguir leyendo »

El fraude ha acompañado como una sombra al arte desde al menos los inicios de la modernidad. Toda proposición inédita ha implicado automáticamente la impresión más o menos consciente de fraude, hasta el punto de que no parece demasiado aventurado afirmar que no puede comprenderse el arte contemporáneo si no se asume ese componente, por así decirlo, dialéctico del mismo. Existen, sin embargo, diferencias importantes en los significados de este concepto. Hay un fraude que podríamos considerar inmanente al fenómeno, y que consiste en hacer pasar un objeto por lo que no es, aprovechándose de supersticiones culturales como la autoría, la irrepetibilidad, etcétera.…  Seguir leyendo »