No hay plan B
Estamos asistiendo aún creciente aumento de la preocupación entre nuestros juristas más prudentes y moderados. O, más bien, de la exteriorización de una preocupación que, aunque largamente madurada, probablemente una mañana amaneció transmutada en un genio imposible ya de ser contenido en la lámpara segura de la privacidad.
Se sugiere así en los titulares y en los tanteos iniciales de columnas y entrevistas la existencia de un estado de excepción disimulado bajo la apariencia de un estado de alarma, en el que no se limitan, sino que directamente se suspenden derechos fundamentales de los ciudadanos. Y, además, con una vocación indisimulada de casi eternidad y proclamando a voz en grito la consigna de que no hay más plan que parar el mundo.… Seguir leyendo »