Patxi Nuestro
Cadáveres podridos de palomas obturan algunas de las cañerías que descienden del tejado de Ajuria Enea, sorteando los pináculos del alero de la cubierta y los arbotantes de los esquinales cilíndricos de la planta superior. En los días calurosos del verano, o según como soplara el viento, un hedor mefítico envolvía determinadas zonas de la residencia del nuevo lehendakari, recordándole que allí habían pasado muchas cosas antes de que llegara él. No es una metáfora, ni siquiera un brote tardío de justicia poética destinado a evocar la descomposición y el olor a cadaverina que exhalaban todos los planes y «procesos de paz» alentados por el anterior inquilino del palacio.… Seguir leyendo »