¿Adiós al derecho de asilo?
Apenas supe la noticia de que la policía ecuatoriana había asaltado brutalmente la Embajada de México en Quito, deteniendo al exvicepresidente Jorge Glas, quien gozaba de asilo diplomático, me sentí transportado a ese día distante, hace más de 50 años, cuando yo mismo logré refugiarme en la Embajada argentina en Santiago de Chile, la única opción de que disponía para que no me matara la dictadura de Pinochet después del golpe de septiembre de 1973.
Tanto yo como Glas ahora e innumerables latinoamericanos en el pasado teníamos la certeza de que esos recintos diplomáticos donde buscábamos amparo eran inviolables, puesto que constituían el territorio sagrado de un país soberano.… Seguir leyendo »