Bipartidismo que no invita a votar
Acúsenme, si quieren, de ser irresponsable o indeciso, o de carecer de espíritu cívico, o de tener valores poco demócratas. No suelo votar. Voté una vez en mi vida, en las elecciones británicas de 1979, cuando Margaret Thatcher llegó a ser primera ministra e inició una nueva fase de la historia del país. En aquel momento, al cabo de una década de miseria, de parálisis industrial y de estancamiento económico, los ingleses instalaron a una mujer fuerte –el único político, como se decía entonces, «con cojones»– en Downing Street. «Esta vez –me dijo el otro día mi mujer, que ya no toleraba más mi distanciamiento del proceso electoral– vas a votar.… Seguir leyendo »