¡Ay de los príncipes de la paz!
Con el discurrir del tiempo, como los buenos caldos, la figura carismática de Josep Tarradellas, primer presidente de Cataluña tras la restauración democrática, se agiganta comparada con algunos de los pigmeos que le sucedieron en el cargo. A ello contribuyeron sus indudables dotes de estadista -lo demostró a la salida de su crispada entrevista con Suárez en La Moncloa en octubre de 1977-, su sentido institucional y su visión integradora desde la intuición certera de que Pujol emprendería el camino de la ruptura con España.
Ello le granjeó respeto y estima dentro y fuera de Cataluña. Nunca olvidaría el día en el que, acompañado de su mujer, entró en un restaurante de Segovia y los comensales le dispensaron, puestos en pie, una ovación de aúpa a quien tenía bien claro que, en política, se podía hacer todo menos el ridículo.… Seguir leyendo »