La revolución permanente
Cuando la revolución parece imposible, todo se disfraza de revolucionario. Basta hojear la prensa para advertir que hasta el peinado de un influencer o el último disco de un conjunto pop lo son. ¿Acaso hoy, cuando ni siquiera hay revolucionarios de salón (queda, todo lo más, algún antifascista de mesa camilla), vivimos aquello que Marx y Engels denominaron «revolución permanente»?
Revolucionario es, según Wittgenstein, lo que se revoluciona a sí mismo. No en vano, la revolución postrera fue la que el capitalismo operó en su propio seno al calor de Mayo del 68. Toda vez que la explosión consumista alcanzó todos los ámbitos de la vida, la revolución pasó de ser la catalización transformadora de un descontento a una mera convención social, rayana en la mercancía publicitaria.… Seguir leyendo »