Podemos combatir la corrupción, pero no a los dictadores
Si en Brasil tuviéramos una democracia funcional y estable, el Partido de los Trabajadores (PT) no merecería regresar al poder tan pronto. Su figura principal, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien gestionó el mayor crecimiento económico y social del país, se encuentra en la cárcel cumpliendo una pena de doce años por corrupción y Dilma Rousseff, su sucesora, fue destituida por recurrir a maniobras contables para ocultar déficits en el presupuesto nacional, una práctica que ha sido utilizada también por otros presidentes. Que estos castigos sean controversiales porque se dieron en medio de una guerra jurídica y política en su contra, no exime al PT de su participación en la corrupción institucionalizada y en el estancamiento de la economía en el gobierno de Rousseff.… Seguir leyendo »