Nueva Bohemia
(texto impreso en Huesca en 1919. Firmán: Ramón Acín, Vicente Campo, MIguel Frago, José Jarne, Eulogio Lergurburu, Felipe Ascaso, Lorenzo Avellanas, Jacinto Biarge...)
JÓVENES OSCENSES. A vosotros principalmente nos dirigimos en este manifiesto para que, si estáis conformes con su contenido ideológico, prestéis apoyo y colaboración a la obra que nos proponemos realizar. Somos también jóvenes los que estampamos nuestra firma al pie de este escrito y esta circunstancia nos da motivo para pensar y creer que nuestras ideas habéis de verlas desde el mismo plano en que nosotros estamos colocados, y por tanto, es más fácil y posible la coincidencia. El que nos dirijamos a los jóvenes no quiere decir que excluyamos a los viejos de nuestra obra; hay viejos que conservan su espíritu con reciedumbre de joven, que tienen energías y virilidad más que suficientes para luchar contra todo lo que no sea justo, noble y elevado, que este es precisamente nuestro programa, y a éstos, a éstos sí los recibiremos en nuestra agrupación con los brazos abiertos y dispuestos a tener muy e cuenta sus consejos y su experiencia para luchar con más fe y para tener más seguridad en los medios que han de ponerse en práctica para llegar al fin que no proponemos.
Está en la conciencia de todos vosotros que nuestra patria tiene actualmente que afrontar resolver problemas político-sociales de extrema gravedad e importancia, cuya resolución lo exigen imperiosamente las circunstancias creadas por la gran guerra y los nuevos valores de vida que han surgido de la misma, y la mayor parte de vosotros ha llegado al convencimiento de que estos problemas no pueden ser solucionados satisfactoriamente por lo hombres que rigen en la actualidad los destinos de España, que son los mismos hombres de la catastrofe y cuya ineptitud, ambición y mala fe, la han puesto de manifiesto en cien ocasiones y ahora más que nunca: son los que sacrificándose por la patria (como ellos dicen) la motejan y escarnecen de continuo, lo vividores de hace medio siglo, que son los politicastros que han hecho de la política un negocio sucio y del régimen un medio de continuar negociando sin ninguna exposición.
Creemos llegado ya el momento en que todos los ciudadanos de corazón y buena fe se lancen actuar en la vida pública, haciendo uso de sus derechos de ciudadanía, si no quieren ser cómplices por su pasividad del desquiciamiento de la patria. Hombres que hasta hoy habéis permanecido ajenos a la política porque os asqueaba el ambiente en que aquélla se desarrollaba, jóvenes que empezáis a ejercitar vuestros derechos ciudadanos, lanzaros todos a la lucha y tened la seguridad de que con vuestro esfuerzo será posible levantar la losa de plomo que oprime a nuestro pueblo y que le impide desenvolverse, desarrollar sus iniciativas, vivir, en una palabra. ¡Seréis unos cobardes si así no lo hicierais y las futuras generaciones tendrían motivo para maldecir de vosotros!
Vientos hasta ahora desconocidos e ideas nuevas soplan y se agitan actualmente en Europa y en el mundo entero; no pretendamos ir contra los primeros porque, como el navegante, nunca llegaríamos a puerto seguro; no desdeñemos las nuevas ¡deas, porque éstas tienen siempre tal fuerza de expansión que los hombres, con todos los medios materiales que les ha proporcionado su inteligencia, no son capaces de detenerlas en su avance. Triunfan de la fuerza y de los hombres y si se les intenta poner dique, se les detiene momentáneamente para luego desbordarse con más ímpetu y arrollar a su paso cuanto encuentran, y un ejemplo claro y reciente lo tenéis en Rusia, cuya gloriosa revolución, santa y mil veces santa revolución, aurora de días mejores para la Humanidad, representa el triunfo de las ¡deas contenidas durante mucho tiempo por la fuerza de las bayonetas y que al hacer irrupción lo han hecho de una manera violenta y salvaje.
En esta ciudad, cuna de oligarcas y testigo como ninguna de las malas artes puestas en práctica por la política al uso, se va a constituir y organizar una «Agrupación libre», compuesta principalmente de jóvenes, que no tendrán otra finalidad que luchar contra todo lo viejo y caduco, contra la injusticia y la inmoralidad, contra los políticos de la vieja escuela, contra todo aquello que no pueda redundar en beneficio de España, contra los que se opongan al avance de las nuevas corrientes democráticas que invaden el mundo y que son savia y vida para los pueblos. Podrán formar parte de nuestra agrupación todos aquellos que vengan a ella libres de prejuicios, desligados de todo partido y banderín político que no encaje dentro de la forma republicana de la cual han de hacer profesión de fe, indiferentes a las ortodoxias y ritualismos de nuestro tiempo. Cabrán en ella desde los republicanos de Lerroux, que es en nuestro concepto la forma más conservadora de republicanismo, hasta los socialistas a lo Lenine y lo Trotzki: no desdeñaremos a los primeros, porque la política lerrouxista representa un paso de gigante, dadas nuestras actuales instituciones políticas, y no nos asustan los segundos, porque tenemos la convicción de que sus ideas, que han levantado protestas sin cuento, que han despertado furiosamente las ¡ras de la burguesía y que han llenado de pánico a los pobres de espíritu, llegarán a triunfar, como triunfaron las ¡deas de Cristo en aquellos tiempos de corrupción, tiranía y riqueza acumulada, a pesar de que contra ellos se levantaron todas las furias romanas, porque eran ¡deas de paz, de igualdad y fraternidad, si bien no prevalecieron en toda su pureza porque, al morir Cristo en manos de los fariseos, los hombres las desvirtuaron a su antojo.
Los que como nosotros piensen, vengan en buena hora a engrosar nuestra Agrupación, y como quiera que nos proponemos realizar una labor cultural honda y constante para que los individuos que de ella formen parte sean conscientes de sus deberes y derechos, respetuosos con las ideas y creencias ajenas, honrados, educados, buenos y libres, invitamos de una manera especialísima a los intelectuales para que nos asesoren y nos guíen con sus conocimientos y su saber.
Tenemos por bandera el amor a la cultura, el culto de la fraternidad y de la libertad y así el fracaso nunca será con nosotros: podremos ser pocos, mas entonces tocaríamos a más amor.
El valor moral. Ramón Acín (Diario de Huesca, 1924)
En el número anterior de El Diario escribí un corto artículo; algunos me han preguntado el por qué no escribía con más frecuencia (voy a poner como botón de muestra a Luisito Fuentes) porque, según dicen, lo hago muy bien.
Yo no sé si lo hago muy bien, pero si sé que no lo hago del todo mal. ¿Es inmodestia hablar así? Es cosa ésta que no me interesa, pero a ver; el que no tenga pizca de vanidad que levante el dedo; porque yo bien me sé, que la modestia no pasa de ser una vanidad, la más aristocrática de las vanidades si queréis, pero al fin vanidad. Hasta en los santos que fueron prototipos de modestia en este mundo, obedecía su modestia a poder saborear en el otro la gran vanidad (hablo en jerga católica) de ser sentados por los siglos de los siglos a la vera de Dios Nuestro Señor.
Por otro lado, el secreto, si no para escribir del todo bien, cuando menos para no escribir del todo mal, está al alcance de todos: consiste en escribir solamente cuando la bilis nos ahoga o cuando nos salta el corazón. Y ayer escribía yo mi artículo ex abundancia cordis y hoy escribo el que escribo porque la bilis me atosiga la garganta y no puedo vivir de desazón.
Os he dado el secreto, mas bien sé yo que no escribiréis mucho a pesar de ello. Con abundancia de corazón poco podréis; escasean tanto los motivos para ello en esta pobre vida... y con mucha bilis yo os aconsejo por experiencia, que aunque tajo no os habría de faltar, no lo hagáis; cada artículo que yo escribí indignado, aunque fuera santa y justa la indignación y no echase en olvido la eubolia o ciencia del buen decir, se me negó un saludo, me silenció un periódico para siempre, o se me abrió un proceso o una puerta a cal y canto se me cerró. Pecata minuta todo ello; la verdad, la verdad por delante y la justicia; el valor moral, sin fanfarria y sin beatería, y jovial por encima de todos los valores. Una vida humilde, perseguida, misteriosa si fuere preciso, pero que al echarle a uno en la fosa, la tierra al caer canturree sobre el ataúd: fue un hombre, y como tal, cumplió con su deber... Epitafio este sencillo y al alcance de todos los mortales, que va siendo como mirlo blanco, como rara avis en la fauna alada de los cementerios...
(...) Yo, al escribir no hago literatura; escribo sujetándome el hígado o apretándome el corazón. Si canto suave o fuerte, canto sin saberlo, como los buenos árboles cuando les sopla el céfiro o les azota el aquilón.
El Primero de Mayo. Ramón Acín (Lucha social, 30-IV-1921)
Hay quien se cree anarquista y no lo es y hay quien es anarquista sin saberlo. Varios años me ha cogido aquí en Madrid el primero de Mayo, al ver el desfile de la manifestación obrera, actuaban sobre mi espíritu de juventud dos fuerzas contrarias. El amor a la rebeldía y a la emancipación pugnaba por sumarse a la muchedumbre proletaria. Mi odio a las bandericas, al rebaño que paseaba sus lanas lacias y puercas ante los ojos de quienes lo habían luego de trasquilar, impedíanme ser uno más en aquella procesión bufa, famélica, sin nervio, antes que coco de poderosos, motivo de regocijos o de lástima, que es algo peor.
Aquí en Madrid, celebrarán una vez más la fiesta del trabajo al modo socialista y madrileño; después de la procesión, se lanzarán al campo a comer una paella de mal arroz y llenos de fantasía, a los cuatro chupitos de valdepeñas, las piltrafas de vaca tísica se les antojarán higadicos y criadillas de burgués.
Id Vosotros. Ramón Acín (La Ira, 18-VII-1913)
Id vosotros, soldados de cuota, a Marruecos, a la guerra; sentad plaza, jóvenes hijos de capitalistas, sportmans adinerados, y marchad con vuestros hermanos los de cuota.
Id vosotros que no hacéis falta a vuestros padres, sino para las excursiones de verano, las reuniones de etiqueta y los retratos en grupo. Id vosotros, que en vuestros paseos militares por Alhucemas o por Tetuán podréis elegir lugar donde instalar algún hotel para querida mora o moro abultadamente bragado.
Id vosotros que no sentiréis dolor al gastar un dineral en cada disparo de cañón; que no tendréis que dejar el fusil de las manos para rascar las picaduras de los parásitos, gracias a vuestras mudas propias.
Id vosotros que estáis acostumbrados delante de las prostitutas a encender vuestros cigarrillos con billetes de Banco, y podréis hacer la razzia, quemar las cosechas, derrumbar aduares y conseguir menores sin el menor esfuerzo.
Id vosotros, que gustosos formaréis en las filas de general Alfau.
Id vosotros que conocéis el sacrificio estéril, que sois boyscouts o alpinistas, y os expusisteis más de una vez, al subir a los montes, a dejar vuestro seso de carnero entre las piedras por donde sólo corren las salamandras, por el gusto de poner a modo de cimera en vuestro sombrero un ramo de tomillo.
Id vosotros, que gustosos iréis con generales como Pintos.
Id vosotros y dejad, dejad en paz a vuestros lejanos parientes los pobres, que los necesitan sus padres para que se les haga menos pesada la carga de la vida; que no tienen que construir ningún hotel en la falda del Gurugú; que no subieron al monte más que para hacer leña que quemáis en vuestras cocinillas, mientras leéis las citas de vuestras novias.
Dejad en paz a los pobres, que les será muy doloroso gastar mucho dinero en disparos conociendo el sacrificio que cuesta ganarlo; que tendrán que dejar el fusil de las manos para rascarse las picaduras de los piojos por falta de ropa para mudarse; que les será más doloroso aún hacer la razzia y el quemar las cosechas, ellos que saben que cada grano de trigo cuesta una gota de sudor.
Id vosotros, soldados de cuota, jóvenes hijos de capitalistas, sportmans adinerados, que aunque muráis con diez tiros en la espalda o pidiendo perdón ante la gumía de un árabe, estáis seguros de que saldrán en los semanarios ilustrados retratados vuestros marciales tipos y vuestros bigotes a lo kasier, y hasta de que os pondrán una lápida (como a Cervantes) en la casa donde nacisteis.
Id vosotros sólo, que apenas vale el sacrificio de vuestra vida el afán de conseguir un terreno del cual a lo más se podrá sacar esencia de higos chumbos para el teñido cabello de color de mazorca de vuestras cocottes.
Día tras día. El del maestro. Ramón Acín (Diario de Huesca, 8-II-1916)
Todos derramamos lágrimas por ti, maestro, pero nuestras lágrimas son de cocodrilo. Nacen de nuestras órbitas de ciego y asoman por nuestros lagrimales de plañidera y se deslizan por junto a la nariz y las mejillas y dan un brinco en nuestro belfo sin acariciar nuestro corazón y se evaporan antes de llegar a nuestros zapatos, sin besar la tierra, vuestra tumba, maestro Costa.
Lágrimas son éstas en tu muerte, de la misma traza que fueron nuestros cantos en vida tuya. Los fabricaban nuestros pobres sesos y los disparaba nuestra gastada laringe, sin que antes las tamizase el corazón.
Lágrimas de cocodrilo son las nuestras que habrían de afligirte si otras más humanas y mejor nacidas no te llorasen. Son las aguas del Esera que, junto a tu celda de Graus, entonaban su cantinela plena de salud. Son las aguas del Gallego que llevan en su verdor el color de los cebadíos en Mayo y en sus tonos amarillentos el tinte de los trigales segaderos. Son las aguas del Canal Imperial que trazó Pignatelli con la contera de su bastón, milagroso como la vara de Moisés. Son las aguas del Ebro las que te lloran; ese Ebro que tú decías tenía delta como el Nilo, era glorioso como el Tíber, como el Támesis navegable; ese Ebro con reflejos de bien templado acero que fue antemural de las invasiones del septentrión, que detuvo a las huestes de Cario Magno y a los ejércitos de Napoleón.
Son esos ríos, son todos los ríos, maestro, los que te lloran; esos ríos alegres que asoman su sonrisa en los frutos de los ganados, como una fresca boca luciendo dientes de rubí. Esos ríos que son cantores y pulsan por arpas los viejos pinares.
Esos ríos que son pródigos y nos dan a brazados el fruto divino de los trigos, fruto de nieve encerrado en molde de oro. Esos ríos amables que muestran sus lágrimas en el fruto dulce de los parrales.
¿Qué te importarían, maestro, nuestras lágrimas de cocodrilo, sí te lloran sinceros esos ríos, más humanos que nosotros, que tienden sus brazos con amor por las tierras pobres a la diestra y siniestra de sus cauces?
¿Qué te importarían, maestro, nuestras lágrimas que nacen junto a la nariz y cerca de nuestros pobres sesos, y asoman a falta de lagrimales de macho en nuestros lagrimales de plañidera?
¿Qué valen nuestras lágrimas junto a las de los ríos que nacen de unos copos de nieve, albos, albos y puros como Espíritus Santos que fueron posándose en la cima de unos picachos altos?