Llamada originariamente signum, del latín: “signo, señal”, en el siglo VI comienza a utilizarse el término campana, que toma el nombre de la región Campania (Italia), famosa durante un tiempo por la calidad de sus bronces.
La Campana es un instrumento musical de percusión en forma de copa invertida, que suena cuando se golpea con un badajo o con un martillo exterior. Se clasifican dentro de los idiófonos, que son instrumentos en los que el sonido se produce por la vibración del material del que están hechos.
El mejor metal para campanas y el más usado es el bronce, compuesto de 13 partes de cobre y 4 partes de estaño. Su peso oscila entre unos gramos hasta unas cuantas toneladas.
La campana más grande del mundo se encuentra en Moscú, pesa 200 toneladas, agrietándose durante su proceso de fundición (1733-1735). En el Estado Español, según el “Inventario de las 50 campanas mayores” de Francesc Llop i Bayo, figura como la campana más grande San Eugenio “La Gorda” sita en la Catedral Primada de Toledo, de 14.564 Kg., fundida en 1753. En Zaragoza, también inventariada, la campana de “Los Sitios” es la más grande con 6.165 Kg, instalada en la Torre Sureste de la Catedral de El Pilar y fundida en el año 1711.
Siendo interesante el aspecto externo, la grandiosidad y el peso de las campanas, mucho más importantes son las técnicas ancestrales de fundición y la composición de sus metales y, sobre todo, su sonoridad, capaz de transmitir sentimientos e información a toda una población y sus alrededores.
Los toques de campana formaban parte de la vida cotidiana, transmitiéndose de generación en generación, avisaban a la población de diferentes circunstancias.
El Concilio de Trento marca la época en la cual se delimitan los toques de las Catedrales y grandes parroquias.
La forma y proporciones son el resultado de cálculos intrincados que se basan en la continua experiencia. Hay dos factores a tener en cuenta: el sonido y la afinación; ésta última exige cuidadosos ajustes a causa de varias notas que cualquier cuerpo vibrante produce simultáneamente y que se oyen más claramente en una campana.
Su alzado puede dividirse en cinco partes, de arriba abajo: hombro, tercio, medio, medio-pie y pie. Generalmente las inscripciones suelen ponerse en el tercio y medio-pie. Según su perfil pueden llamarse: esquilón, el más usado, y romano. Un yugo de madera o metal que va unido a la campana actúa de contrapeso. El peso se calcula por medio de una fórmula: (diámetro en metros) 3 x 579 constante.
Fundición de campanas
En la fundición se construye un núcleo de barro en forma de campana de un tamaño determinado. Después se cubre con un armazón de arcilla y otros materiales, siendo la superficie interior de éste la que corresponde con el exterior de la campana. El metal fundido (colada) se vierte en el espacio comprendido entre el núcleo y el armazón. Cuando se ha enfriado, se abre el molde y la superficie se alisa y pule. La parte interior se lima a fin de obtener el grosor necesario para la correcta producción de los armónicos.
El hecho es que una campana de la ermita de San Nicolás tañía sola para anunciar acontecimientos, especialmente los luctuosos. El hecho era real y fue recogido por notarios. Se hace remontar a tiempos anteriores a la conquista árabe de España, que la campana anunció, en 711; como después el desastre naval de Ponza, aunque luego avisara de la libertad de Alfonso V; también repicó cuando las muertes de Pedro Arbués, Fernando el Católico, la emperatriz Isabel y el rey Sebastián de Portugal. Tuvo su último toque en 1686, fue refundida a mediados del siglo XIX y no volvió a tañer.
Uso artístico
Grandes compositores adoptaron efectos de campana, como Wagner en “Parsifal”, Elgar “Carillón de Cammaerts”, Händel “Saúl”, Bach “Schlage doch”, Byrd “The bells”, Debussy “Campanas a través de las hojas”, Ravel “La vallée des cloches”, Liszt “La campanella”, Sibelius “Carillón para la iglesia de Berghäll”, Tchaikowsky “Obertura 1812”, etc.
Electrificación
Aunque en algunos lugares de Aragón y la Comunidad Valenciana ya comenzaron a electrificarse los toques de campana en los años sesenta, en La Puebla de Alfindén no llegaría a realizarse hasta finales de la década de los noventa, siendo alcalde D. Carlos Moliné Fernando.
Cada vez son más los pueblos que electrifican sus campanas. El arte de bandear y repicar queda desplazado por la electrificación, bien sea por falta de voluntarios o por razones de seguridad.
En la actualidad aquellos toques que daban a conocer los acontecimientos de un pueblo pueden reproducirse a voluntad, sin ningún esfuerzo. Cada campana tiene un martillo-badajo externo, a veces también interno, accionado por un dispositivo electro-mecánico que imita el bandeo y tañidos de las campanas.